Mis lectores habituales ya saben que me gusta seguir los artículos del economista Nouriel Roubini, “Doctor Doom”. Irónicamente, siempre estoy muy de acuerdo con él y, al mismo tiempo, muy en desacuerdo con él. Con frecuencia, estoy de acuerdo con sus argumentos. Pero suelo estar en desacuerdo con sus conclusiones. Me gustan sus interpretaciones de la situación. Pero no me gustan sus consejos en el accionar. Por ejemplo, es crítico acérrimo de Bitcoin. Coincido con él en sus ideas sobre la naturaleza del dinero. Sin embargo, en lo personal, yo sí pienso que Bitcoin es una buena inversión. Recientemente, Roubini escribió un artículo sobre el supuesto trágico final de Robinhood y Bitcoin. Hablemos de esto. 

Roubini sabe bastante de economía. Pero es tan pesimista en todo que, en la mayoría de casos, en vez de causar preocupación, causa risa. Es como un viejito gruñón. Siempre de mal humor y siempre con el ceño fruncido. Uno, al escucharlo, siente que en cualquier momento le va a dar un infarto por indignación. De todas las entrevistas que he visto de él, aún estoy por verlo sonreír. En una oportunidad, lo vi debatiendo con Tone Vays, Bobby Lee, Brock Pierce y Craig Wright. Lloré de la risa con las intervenciones de Roubini. Su pesimismo es gracioso debido a su acalorado tono apocalíptico. Me recuerda al comediante Lewis Black. 

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Claro que, si ignoramos por un momento su temperamento, nos damos cuenta que hay mucha verdad en sus palabras. Pienso que es un error ponerse automáticamente a la defensiva ante los críticos. De pronto, no estamos de acuerdo con ellos. Sin embargo, muchas de las cosas que se dicen son rescatables. Eso me pasa con Roubini. No estoy de acuerdo con él, pero siempre aprendo mucho de él. Me gusta leerlo por eso. 

En su artículo “Bitcoin and Robinhood will end badly for those who can least afford it”, Roubini nos interpreta el boom financiero actual en el contexto de una recuperación en forma de K y un preocupante futuro debido a la situación geopolítica mundial. En un primer momento, nos habla de la desigualdad. Cierto. Y nos recuerda el fin del boom inmobiliario. El auge del mercado inmobiliario inicialmente surgió como una respuesta ante las desigualdades. La idea era democratizar las finanzas otorgando créditos a los menos favorecidos. Entonces, aquí viene la película. Desigualdad, descontento, resentimiento, crédito fácil, boom, burbuja, y eventual colapso. 

Roubini compara el auge de Robinhood y Bitcoin con el boom inmobiliario que culminó en la crisis del 2008. Bien sabemos que este boom de los mercados no durará para siempre. Todos comprendemos a la perfección que el aumento del precio de los activos está siendo impulsado de manera artificial por las autoridades monetarias. O sea, es el mercado de capitales, a su vez dominado por la Reserva Federal, el que está dominado todo. Y no hay que ser un genio para saber que una vez que deje de caer dinero del cielo, el boom terminará. 

El problema es que la economía real no va a la par del dinero inyectado. Lamentablemente, el coronavirus no es nuestro único obstáculo. Todas estas inversiones que se están haciendo se hacen pensando en un futuro sin el coronavirus. Se asume que sin el coronavirus todo será color de rosas. Sin embargo, Roubini nos recuerda el proceso de desglobalización en el contexto de una guerra fría entre los Estados Unidos y China, el auge nacionalista, y el proteccionismo económico. Lo que significa un futuro cuadro económico algo complicado. En este escenario de una desaceleración del comercio mundial, no podemos pretender que el boom financiero actual se mantenga para siempre. Tarde o temprano, tendremos un crash. 

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Hasta los más optimistas saben muy bien que los periodos alcistas tienen su final. Nada es para siempre. Nadie niega que en la actualidad hay mucha codicia. Y muchos están tomando demasiados riesgos. Por ahora todos somos unos genios, porque los precios han subido sin muchos contratiempos. Sin embargo, en el momento de un gran crash, aquí lo que correrá es sangre. Y me temo que ese crash vendrá. Tarde o temprano, pero vendrá. La frase “Bitcoin terminará mal” no la veo particularmente apocalíptica como insinúa Roubini. En el fondo, simplemente está hablando del futuro periodo bajista. Aquí no hay sorpresa. Todo Bitcoiner sabe a la perfección que después de un periodo alcista viene uno bajista. 

Sí, tenemos una recuperación en forma de K. Sí, hay un boom financiero artificial. Sí, tarde o temprano, tendremos un crash. Y sí en ese momento muchos de los que hay ríen lloran lágrimas de sangre debido a los riesgos asumidos. En eso coincido con Roubini. Sin embargo, no creo que estamos ante un escenario del fin del mundo. Todavía el periodo alcista no ha terminado. Y creo que aún es buena idea seguir invirtiendo en Bitcoin y en los mercados bursátiles. La fiesta seguramente no será eterna, pero eso no significa que no podamos bailar un poco más. 

No concuerdo con el optimismo iluso de muchos que piensan que las cosas subirán para siempre. Pero tampoco concuerdo con el pésimo exagerado de Roubini que declara el apocalipsis en medio de una fiesta. Claro que esta fiesta no durará para siempre. Pero eso no significa que no podemos hacer dinero mientras esperamos la llegada del “apocalipsis”. Claro que los periodos bajistas son dolorosos. Pero la inevitabilidad de los periodos bajistas no debería impedirnos el disfrute de los periodos alcistas (mientras duren). 

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Las predicciones fatalistas con respecto al futuro de Bitcoin hay que sopesarlas en su justa medida. Roubini nos coloca como ejemplo el colapso inmobiliario del 2008. ¿Eso significa que no deberíamos comprar una casa? Muchos perdieron dinero durante ese periodo. ¿Significa que el negocio inmobiliario murió? Claro que no. La rentabilidad o no de un negocio siempre está sujeta a ciclos. En ocasiones, hay burbujas y estas eventualmente caen. Pero luego se recuperan y se crean otras burbujas. ¿Bitcoin caerá de precio? Claro que sí. Caerá y muchos sufrirán. Pero luego volverá a subir. 

Los análisis de Roubini no son malos. Pero su pesimismo exagerado lo convierte en un ultraconservador. Si uno lo lee de manera literal, se vivirá en miedo permanente. Cierto que el crash vendrá eventualmente. “Bitcoin terminará mal”. Pero ya terminó mal en el 2018 y se recuperó. El boom actual no durará toda la vida. Cierto. El precio seguramente caerá. Pero, luego, después de un largo y doloroso periodo bajista, se recuperará nuevamente. En otras palabras, no será el fin del mundo (como lo planea el tono apocalíptico del Doctor Doom)