“No sólo es traidor a la verdad quien dice lo falso en vez de lo verdadero, sino quien no dice libremente la verdad que conviene sea proclamada, o no defiende libremente la verdad que reclama defensa”

En Venezuela se vivió un suceso único para las criptomonedas: en 2017, el gobierno de Nicolás Maduro anunció la creación del petro, una “criptomoneda” originalmente respaldada en las reservas petroleras del país. Del criptoactivo se conocen más sus tropiezos que su historia, pero, sin embargo, un personaje infausto intenta crear su propia épica a partir de detalles sobre su oscuro origen.

El fallido proyecto ha terminado afectando a los hogares más pobres, impactando la economía de aquellos para los que el dinero es realmente necesario, incluso a pesar de que sea uno generado con una tecnología deficiente. Y aun así...

La narrativa empezó tras un evento en Estados Unidos, donde obviamente, este sujeto intenta ganar suficientes puntos para tener asilo y un “nuevo éxito” con un nuevo proyecto que se enfoca en venezolanos. Obviamente, con un enfoque de outsourcing, donde él pueda hacer dinero a partir del talento de freelancers venezolanos.

En ese evento, al personaje se le llamó el James Bond venezolano, un grandilocuente nombre que calza perfecto con esta ruta de “reivindicación” que parece querer transitar. Entonces, fue su primera aparición en público tras su huida. La puesta en escena empezaba. Uno debe conquistar su épica de cara a la opinión pública para poder “construir”, como le gusta alardear en redes.

Luego, y gracias a la buena fama del New York Times, un empujón a una audiencia más amplia, y con un perfil obviamente alejado de la realidad venezolana. Durmiendo en los muebles de sus amigos en la bahía, al parecer la búsqueda es de capital, de cara al público angloparlante. “El desarrollador y el Dictador”, tituló con pomposidad el periodista Nathaniel Popper, para quien simplemente no fue interesante indagar en otras fuentes más que en información “pormenorizada” provista por el funesto personaje. La historia se publicó en marzo de este año.

A partir de allí, la idea ha sido borrar cualquier nexo o presunción de corrupción, sustituyendo la historia con la de un emprendedor visionario, un tecnócrata en toda regla, que, con tecnología, pretendía dar al traste con el régimen instalado desde 1998. Para alguien quien se definía a sí mismo como de bajo perfil, amante de la paz y realmente “flaco”, la epopeya planteada ahora resulta cuando menos sospechosa. El chavismo monopoliza la violencia, en todos los niveles, y es importante tener en cuenta esto.

The coder?

En la nota de Popper, se habla del susodicho como un abogado que además sabía desarrollar, teoría reforzada en las sus propias declaraciones en entrevista concedida en el podcast de Scott Melker, en donde dijo que estuvo toda una noche codeando, amenazado por los esbirros del régimen, obviamente cuando todo “se salió de control”. 

En ambos casos, se establece que la capacidad técnica de este personaje era suficiente para construir el proyecto, algo que ha sido completamente desmentido. Al contrastar con hasta 3 personas -que por obvias razones prefieren conservar su nombre en reserva- con las que tuvo contacto en esta época, la propuesta de la epopeya del “coder” queda descartada.

Pero como si no fuera suficiente, en el proceso de lavar su imagen, la ruta ha continuado hasta el podcast de Charlie Shrem, un conocido bitcoiner “OG”, de vieja data, y quién fue el último en brindarle tarima para su teatro de mártir. 

Al parecer el entrevistado leyó los comentarios que se hicieron tras sus primeras apariciones; las primeras después de mucho tiempo, muchas acusaciones y demasiadas dudas con respecto a su relación económica con el éxito del proyecto. Así, en vez de continuar la versión de NYT, esta vez el sujeto dijo que él “no es desarrollador”, evitando entrar en los pormenores en los que si abundó antes; asegurando que su formación es simplemente ser abogado.

Quien tenga el estómago -como lo tuve yo- para escuchar los 2 podcast, y contrastar la lectura propuesta por Popper de la historia fantasiosa del Caballo de Troya, encontrará las incongruencias. ¿Por qué habrían fallas en la versión de alguien sobre un hecho tan trascendente? ¿Cómo es que la versión resulta desmentida por cada uno de los miembros del equipo de la empresa del sujeto? Suponer la inocencia de alguien es algo necesario, pero en ciertas condiciones, esa inocencia se hace demasiado sospechosa. Para mí, estamos ante el último escenario.

Cabe decir, que uno de los elementos de la construcción de su narrativa ha sido el hecho de que en su país lo odian, porque no entienden lo que hizo. Esto permite: 1. Neutralizar la crítica sobre su versión, 2. Construir un papel de víctima, a partir del que validar de mejor forma su “necesidad” de volver a su país. 

Omite, el colaboracionista emprendedor, que gracias a su propuesta y ejecución el chavismo obtuvo un nuevo mecanismo a través del que avivar el “apoyo” popular o como embaucar de una manera más sutil a sus fines las esperanzas de sus adeptos. 

Pretender que alguien con la supuesta inteligencia de este “entusiasta”, detrás de otros proyectos fracasados en medio de la oleada de especulación y las Ofertas Iniciales de Moneda (ICO), pensaría que realmente iba a poder cambiar la realidad con tecnología es naif. “INVOT combina los contratos inteligentes (smart contracts) de la plataforma Ethereum, redes neuronales, deep learning y otras herramientas de vanguardia empleadas en el mundo de las criptomonedas”, decía de uno de sus proyectos bandera.

Habría incluso que preguntarse por las actividades de su padre y el tiempo que compartieron en la banca de República Dominicana. 

De hecho, tomando sus propias palabras, ¿cómo es que si “todo es corrupto en todos los niveles” alguien completamente ajeno y externo al régimen puede participar en un proyecto de este nivel sin involucrarse en la corrupción? 

Dejen de hablar de Venezuela por hablar

Quizás Charlie Shrem (como la gran mayoría de quienes usan el “tema Venezuela” para sus fines), una persona que sabe de Bitcoin desde muy temprano pero que obviamente ignora completamente la realidad venezolana puede creerlo; quizás Scott Melker, quien primero era DJ y luego se convirtió en trader puedan creerlo, pero la realidad es que, tras 20 años de la sistemática depravación de Venezuela, quien crea que a esos círculos de poder se puede acceder sin jugar el juego chavista no entiende cómo se han sostenido en el poder.

Al señor Shrem le recomendaría que se quede haciendo su podcast sobre personajes de su horizonte de referencias, porque cuando sale de esa zona, se vuelve complaciente. Excesivamente complaciente. La excusa era que se trata de un hecho importante para el ecosistema, pero la entrevista se basó en asumir las “buenas intenciones” del “creador” del petro, lo que termina dándole legitimidad a su versión, expuesta a los miles de oyentes que acumula el podcast.

Otro detalle no menor y que Shrem dejó pasar por alto en su laxa entrevista: en la nota de NYT y en la entrevista con Melker, el personaje aseguró que el nombre Petro había sido su idea y, lo que es más, que Carlos Vargas, quien fue designado como Superintendende de Criptoactivos y Actividades conexas entonces, se apropió de “su proyecto”. Sin embargo, en su entrevista se deslastró de esas declaraciones.

Más incongruencias dentro de una narrativa del doble-pensar y complacencia por parte de quien, simplemente, le dio tarima para su acto. 

Los puntos de vista, pensamientos y opiniones expresados aquí son exclusivamente del autor y no reflejan ni representan necesariamente los puntos de vista y opiniones de Cointelegraph.

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