La crisis del coronavirus ya está teniendo repercusiones en materia económica. Estamos prácticamente en una guerra. Claro que no es una guerra convencional entre un bando y otro. Estamos en una guerra contra un virus. Comenzó como un brote pero, con el tiempo, se ha convertido en toda una pandemia. Obviamente que no estábamos preparados para algo así. Si bien es cierto que existen muchos problemas en el mundo que requieren nuestra atención. Una pandemia como la del coronavirus es particularmente aterradora. Es una enfermedad nueva y desconocida que se mueve rápidamente y de modo invisible por todos partes. Y nuestro cuerpo no ha desarrollado todavía las defensas necesarias para combatirla. Además, se reproduce de manera exponencial. Este enemigo es veloz y peligroso. Debemos seguir las recomendaciones y cumplir con la cuarentena. Todas estas medidas son tan necesarias como económicamente devastadoras. Antes de la pandemia, la economía ya estaba lo suficientemente débil como para una crisis. Pero el virus está dando el toque mortal.

El número de fatalidades, comparativamente hablando, no es tan alto en estos momentos. Sin embargo, no podemos subestimar el poder de propagación de un virus como este. Si no frenamos su propagación pronto, en cuestión de meses el virus podría afectar a gran parte de la especie humana. En ese caso, los números sí serían dramáticos. Por muy extremas que nos parecen las medidas ahora, no podemos caer indiferentes al potencial del virus. Lamentablemente, el coronavirus no ha sido como otras epidemias. Epidemias como el SARS y la Ébola no pasaron a mayores y su propagación se pudo contener a tiempo. El coronavirus, por otro lado, ha tenido más éxito en expandirse. Ciertamente que su tasa de mortalidad no es de las más elevadas, pero si permitimos que se apodere del mundo, viviremos una verdadera tragedia. Es sumamente irresponsable no ser parte de la solución. Obvio que todas las medidas son dolorosas económicamente. Pero no tenemos opción.

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La expansión del coronavirus ha interrumpido significativamente las actividades laborales de muchísimos sectores. Muchos negocios se han visto obligados a cerrar durante la cuarentena y eso implica que no están generando ingresos. Eso por supuesto no solamente afecta a los propietarios. Este paro de actividades conlleva a muchos despidos. En estos momentos, muchas personas están en sus casas con una preocupación doble. El virus por una parte y la pérdida de su empleo por otra. La económica se está perjudicando muchísimo debido a la cuarentena. Y su impacto en el producto interno bruto será muy grande. La economía necesita de movilidad. Y eso precisamente es lo que necesitamos evitar. Como consecuencia, la producción, el consumo y el turismo están siendo duramente golpeados. Los daños económicos son terribles. Sobre todo, porque este virus nos está atacando en el peor momento. La economía, antes de la llegada del virus, estaba emitiendo claras señales de debilitamiento.

Toda esta incertidumbre ha causado el colapso de las bolsas en todo el mundo. Todos los mercados están por el suelo. Las bolsas, el oro, Bitcoin y hasta el petróleo han decidido unirse al desplome. Lo único que podría estar tomando fuerza es el dinero fiat. En momentos de contracción económica, el dinero toma fuerza y la inflación disminuye. El miedo tiene un efecto paralizante. Los inversores se alejan de los mercados con rendimientos variables y se van por lo seguro. Como el gasto disminuye, los bienes bajan de precio. Y eso beneficia a las personas con mayor liquidez. En este instante, los grandes capitales están de fiesta. Están esperando que el mundo termine de caer para comprar todo por tres peniques. Los demás, sin embargo, no están celebrando. Las personas que dependen de un salario o las microempresas que viven del día a día sufrirán las consecuencias de una recesión.

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En una situación como esta, las autoridades se ven obligados a inyectar grandes cantidades de dinero al sistema como estímulo necesario. Este es el momento cuando necesitamos una malla social eficiente. Ciertamente que las personas desempleadas deberían recibir una ayuda. Eso no solo los beneficia a ellos. Eso también beneficia a la economía. En Europa, esas medidas ya se están implementando. En países como Francia y España, los estímulos no solo incluyen fuertes inyecciones de liquidez y programas sociales, también se han incluido exoneraciones especiales. Los alquileres, los servicios públicos y otros rubros han sido mencionados. Estas son circunstancias extraordinarios que obviamente requieren medidas extraordinarias. La recuperación dependerá de qué tan sabias sean las medidas que apliquen las autoridades. Respuestas rápidas y apropiadas podría aliviar el camino. La torpeza, por otro lado, podría costarnos muy caro.

Es sumamente difícil predecir qué nos espera mientras el virus no haya sido controlado. Es preferible ser radicales en el corto plazo para frenar el virus lo más pronto posible que ser más flexibles y que los días vayan pasando indefinidamente. El factor tiempo es clave para saber el tamaño de la recesión que nos espera. Ni Mandrake El Mago puede predecir el desenlace de una situación tan compleja como esta. Lo mejor es ir un día a la vez. Esta crisis todavía no ha tocado fondo. Y los mercados no han alcanzado a su piso. O por lo menos no necesariamente. Podríamos tener más días negros. Y seríamos muy ilusos en pensar que Bitcoin no podría bajar más. De hecho, todos los mercados podrían bajar más. Ahora los mercados están tomando un poco de aire. Pero se pueden ir en picada en cualquier momento. Eso aplica para Bitcoin también.

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Nos esperan días de mucha incertidumbre. Pero debemos tener fe. No hay mal que dure mil años. Esta coyuntura la superaremos y tarde o temprano los mercados se recuperarán. Es posible que entremos en una recesión, pero todavía no es una certeza. La cuarentena naturalmente tiene sus consecuencias económicas, pero los estímulos podrían aliviar la situación. Si bien es cierto que todas las condiciones están dadas para una recesión y el virus podría ser su catalizador, también es posible que el retroceso económico no dure tanto tiempo. Debemos esperar lo mejor, pero prepararnos para lo peor. No es mala idea para los inversores refugiarse en dinero fiat por ahora e ir adquiriendo activos poco a poco. Es difícil elegir el precio de compra ideal, pero se puede ir comprando con cautela a diferentes precios (siempre que estemos bajos claro).

Lo importante es no perder la calma. Debemos ser responsables, pero no caer en el miedo. La crisis económica la sobrellevaremos de la misma manera que hemos sobrellevado las anteriores. La humanidad ha pasado por muchas cosas en el pasado y, a pesar de todo, aquí estamos. Todo pasa. Y esto también pasará. Los mercados se recuperarán eventualmente. El inversor más perjudicado será el que venda ahora porque cayó en el pánico. Debemos estar a la altura de las circunstancias y actuar con carácter. Seguramente vienen días muy duros, pero no importa. Hay que seguir caminando hacia adelante. Obstáculo que se presente, obstáculo que debemos superar.