Cointelegraph
Gustavo GodoyGustavo Godoy

¿Hay riesgos económicos ocultos tras la aparente baja inflación?

Inflación baja esconde peligros: deuda, burbujas, desigualdad. Un retorno inflacionario generaría problemas.

¿Hay riesgos económicos ocultos tras la aparente baja inflación?
Opinión

En el actual panorama económico global, se observa con cierto alivio una aparente estabilidad en los precios. Los titulares de noticias a menudo destacan cifras de inflación moderadas, lo que genera un sentimiento generalizado de optimismo. 

Sin embargo, detrás de esta superficie tranquila, se esconde una serie de riesgos económicos que, si no se abordan con cautela, podrían desestabilizar la economía de maneras inesperadas. La complacencia ante una inflación baja puede ocultar tensiones subyacentes que, a largo plazo, podrían tener consecuencias significativas para el poder adquisitivo, la inversión y la estabilidad financiera.

Tradicionalmente, la baja inflación se ha considerado un objetivo deseable para los bancos centrales y los gobiernos. Se asocia con estabilidad económica, fomenta la inversión a largo plazo y preserva el poder adquisitivo de los ciudadanos. No obstante, una inflación excesivamente baja, o incluso la deflación (una caída sostenida de los precios), puede ser un síntoma de problemas económicos más profundos. Cuando los precios no crecen, o incluso disminuyen, las empresas pueden retrasar sus inversiones esperando precios más bajos en el futuro, los consumidores pueden posponer sus compras por la misma razón, y la carga de la deuda real puede aumentar, dificultando su pago.

Uno de los riesgos ocultos más importantes en un entorno de aparente baja inflación es el aumento de la deuda y la formación de burbujas en ciertos activos. Cuando la inflación es baja, los bancos centrales suelen mantener las tasas de interés en niveles históricamente bajos para estimular la economía. Si bien esto puede fomentar la inversión y el consumo, también puede incentivar la toma excesiva de préstamos, tanto por parte de gobiernos como de empresas y hogares. La deuda se vuelve más barata de adquirir, pero también más fácil de acumular.

Este endeudamiento generalizado puede generar una fragilidad financiera considerable. Si las tasas de interés suben inesperadamente, o si la economía se desacelera, el servicio de esta deuda podría volverse insostenible para muchos. Los gobiernos, por ejemplo, podrían enfrentar dificultades para financiar sus presupuestos, mientras que las empresas y las familias podrían ver peligrar su estabilidad.

Además, los bajos tipos de interés pueden empujar a los inversores a buscar mayores rendimientos en activos de mayor riesgo, inflando sus precios por encima de su valor fundamental. Esto puede ocurrir en mercados bursátiles, bienes raíces o incluso en nuevos activos digitales. Si bien estas valoraciones pueden parecer atractivas en el corto plazo, si se desprenden de la realidad económica, pueden derivar en burbujas. 

Cuando estas burbujas estallan, las consecuencias pueden ser graves, llevando a correcciones abruptas en los mercados, pérdidas significativas de riqueza y un impacto negativo en la economía real. La aparente estabilidad de precios puede enmascarar una acumulación silenciosa de riesgo en los balances de los diferentes agentes económicos.

Otro riesgo menos evidente, pero no menos importante, de una prolongada baja inflación es su impacto en la desigualdad económica. Si bien la baja inflación puede beneficiar a quienes tienen ingresos fijos al preservar su poder adquisitivo, también puede limitar las oportunidades de crecimiento salarial para la fuerza laboral. En un entorno de precios estables o ligeramente crecientes, las empresas pueden tener menos incentivos para aumentar los salarios, lo que puede llevar a un estancamiento del ingreso real para muchos trabajadores.

Al mismo tiempo, la baja inflación y las bajas tasas de interés a menudo benefician a los propietarios de activos, ya que el valor de sus inversiones tiende a apreciarse. Esto crea una brecha cada vez mayor entre quienes poseen activos y quienes dependen principalmente de sus salarios, exacerbando la desigualdad de riqueza. Esta creciente disparidad puede generar tensiones sociales, frustración y descontento, lo que a su vez puede traducirse en inestabilidad política y un desafío a la cohesión social. Los problemas económicos no se manifiestan únicamente en cifras macroeconómicas, sino también en el bienestar y la percepción de equidad de la población.

Finalmente, la aparente baja inflación puede generar una complacencia en las políticas económicas. Los responsables de la política monetaria y fiscal, al ver la inflación bajo control, podrían sentirse menos presionados a implementar reformas estructurales necesarias o a ajustar sus herramientas de manera proactiva. Esto puede llevar a un retraso en la toma de decisiones que, a la larga, podrían ser cruciales para evitar futuras crisis.

Por ejemplo, los gobiernos podrían posponer la consolidación fiscal, permitiendo que la deuda pública siga creciendo sin control, bajo la premisa de que los costos de financiación son bajos. Los bancos centrales podrían mantener las tasas de interés excesivamente bajas durante demasiado tiempo, alimentando burbujas de activos sin una señal de advertencia clara por parte de los precios. Cuando la inflación finalmente regresa, o cuando una burbuja estalla, la capacidad de respuesta de las autoridades podría ser limitada, ya sea porque las tasas de interés ya están cerca de cero, o porque la deuda pública es demasiado alta para un estímulo fiscal significativo.

Pese al optimismo actual, aún existe el riesgo de un retorno de la inflación. Factores como interrupciones en las cadenas de suministro, cambios en la demanda global, o incluso políticas fiscales expansivas, podrían reactivar las presiones inflacionarias. Un repunte de la inflación tendría un impacto directo en el precio de Bitcoin

Tradicionalmente, Bitcoin ha sido visto por muchos como una "reserva de valor" o una "cobertura contra la inflación" debido a su oferta limitada y su naturaleza descentralizada. En un escenario inflacionario, donde el valor de las monedas fiduciarias se erosiona, la demanda de activos escasos como Bitcoin podría aumentar, impulsando su precio al alza. Sin embargo, también es un activo volátil, y su reacción a un escenario inflacionario no siempre es lineal, ya que otros factores macroeconómicos y el sentimiento del mercado también juegan un papel crucial.

Ahora bien, la persistencia de una baja inflación podría no ser un signo de debilidad oculta, sino más bien una manifestación de cambios estructurales profundos y positivos en la economía global. Argumentos como la digitalización avanzada, que reduce los costos de producción y distribución, y la globalización, que fomenta la competencia y limita el poder de fijación de precios de las empresas, sugieren que las presiones inflacionarias tradicionales han disminuido inherentemente. 

En este contexto, una inflación moderada indicaría una eficiencia económica mejorada y una mayor resiliencia ante shocks, desmantelando la narrativa de un riesgo oculto y presentando un nuevo paradigma donde el crecimiento puede coexistir con precios estables sin necesidad de la inflación como motor principal.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.