Una cosa es lo que se dice y otra cosa es lo que demuestran los números. Podemos vivir siempre en el país de las fantasías y comer ilusiones, pero eso nunca termina bien. Tarde o temprano, debemos analizar los datos con objetividad. Mucho se ha dicho sobre el gran desempeño que Bitcoin tendrá durante una crisis. Según muchos, en momentos de pánico global, el público buscará desesperadamente un refugio seguro en Bitcoin. Es decir, en el momento que el mundo se vuelva pedazos la salvación será Bitcoin. Un sueño hermoso, sin lugar a dudas. Pero hay un problema. Bitcoin nunca ha vivido una crisis mundial y la hipótesis del “oro digital” todavía tiene que ponerse a prueba. Hasta ahora, en tiempos de coronavirus, la hipótesis ha fracasado colosalmente. Incluso, el S&P 500 está superando a Bitcoin. ¿Quiere decir que Bitcoin es una mala idea? Por supuesto que no.
Cualquier mercado puede superar a otro por un determinado momento. Debemos tener cuidado con hacer comparaciones tan superficiales. Muchos tienen la costumbre que escoger solo los periodos que confirmen sus teorías ignorando los periodos que las contradicen. En el mercado Bitcoin, muchos análisis siempre aplauden cuando Bitcoin imita al oro en su comportamiento, pero se muestran muy olvidadizos cuando esto no ocurre. Esos son los mismos que anunciaron que el coronavirus llevaría a Bitcoin a la luna en enero, pero que hoy están sumamente callados. Lo razonable sería ver los números y luego desarrollar hipótesis. No al revés. Sin embargo, me da la impresión que en el caso de Bitcoin se dibuja un sueño y luego se percibe solo lo que deseamos ver, como lo hacen los comunistas que todavía dicen que Venezuela y Cuba son paraísos terrenales.
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El índice bursátil conocido como el S&P 500 representa prácticamente a toda la economía estadounidense. Normalmente se utiliza como un termómetro para medir la salud económica de los Estados Unidos. Y se podría decir que si el S&P 500 está bien, Estados Unidos está bien. Por supuesto que para nada es una sorpresa que la parálisis económica que ha traído el coronavirus haya afectado bastante al S&P 500. En una crisis, Wall Street es el primero en recibir los golpes, porque el miedo genera ventas y las ventas generan bajas. No hay cosa peor que la incertidumbre para un mercado. Y la gente, en tiempos de incertidumbre, prefiera colocar su dinero en activos de poco riesgo. En otras palabras, escogen los activos más aburridos. Ganancias mínimas o nulas, pero estables. Y naturalmente huyen de los activos más volátiles. En una crisis, el dólar, los bonos del Tesoro, y el oro son los reyes, porque se consideran una apuesta segura.
Los mejores activos son los que más sufren durante una crisis. Bueno, porque el rendimiento normalmente va unido al riesgo. Aquí entramos en la categoría de lo nuevo, de lo emocionante, y de lo que está creciendo con agresividad. El sector de tecnología, por ejemplo. Amazon, Apple, Netflix, Google y Facebook han estado en las estrellas durante la última década, pero son las primeras en caer cuando las cosas se ponen duras. Las acciones no cíclicas, pertenecientes a las compañías del sector de consumo y alimentos, por lo general, desempeñan mejor. Pero lo que más sube generalmente es lo primero en desplomarse. No podemos tener todo en esta vida. Por lo menos no al mismo tiempo. Todo conlleva un compromiso. Rendimientos espectaculares vienen con riesgos espectaculares. Seguridad viene con poca rentabilidad. Novedad trae incertidumbre. Y la predictibilidad trae bajas ganancias. Así es la vida. La perfección existe solo en los sueños.
No es cosa del otro mundo que Bitcoin haya caído más fuerte que el S&P 500 durante esta coyuntura por el simple hecho de que Bitcoin es un mercado sumamente volátil. Entonces, los vaivenes son más agresivos en Bitcoin que en el S&P 500. Bitcoin todavía es un mercado muy nuevo e inmaduro, y la volátil es sinónimo de indecisión. Claro que la volatilidad que nos trae tanta incertidumbre también nos trae el regalo de las grandes ganancias. Es por eso que este mercado está repleto de aventureros: Jóvenes ambiciosos, jugadores de póker, inversionistas de riesgo, comerciantes de la Dark Web, especuladores, cypherpunks, anarquistas y libertarios. El abuelo conservador, la tía nerviosa y los Warren Buffett de este mundo no son los primeros que vemos en las conferencias sobre criptomonedas. Bitcoin es rebeldía, novedad, tecnología y riesgo. Nos guste o no, esos son lujos durante una crisis.
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He ahí el meollo del asunto. Muchos creen fielmente en la narrativa antisistema que promueve la comunidad cripto. Los escritos de Satoshi, las ideas de los cypherpunks y los preceptos de la Escuela Austriaca de Economía. Estas personas creen esa narrativa con una fe férrea y están dispuestos a todo por vivir bajo esos ideales. Es decir, si pierden dinero con Bitcoin, no hay problema, porque ellos prefieren eso que confiar en el sistema bancario tradicional. Es una lucha política y espiritual para ellos. Es el recuerdo de la crisis del 2008, las élites corruptas y todo el paquete. Ellos, durante la crisis, se van a refugiar en Bitcoin porque Bitcoin para ellos es una forma de protesta y un refugio antisistema. Una especie de isla libertaria. No importa que sea una isla imperfecta. Lo importante es que sea libre. Entonces, cuando oyen de crisis, ellos dicen: ¡Bitcoin es la solución!
Dentro de la comunidad cripto, este grupo antisistema, que podríamos llamar los “militantes”, es el más ruidoso, pero no es el más numeroso. Y el precio es un asunto de números y no de ideología. He aquí la gran ironía de Bitcoin. El precio de Bitcoin depende en gran medida de personas que no saben mucho sobre Bitcoin. Ellos mueven el precio. Y las opiniones del público distan mucho de las opiniones de los “militantes criptos” que tanto leemos en los medios. El público, nos guste o no, solo quiere mejorar sus finanzas. Aprecia las virtudes generales de Bitcoin, pero sus posiciones son mucho más moderadas. La ideología no tiene tanto peso en ellos. El público es más pragmático. Hace lo que le conviene. Y siente miedo o codicia con mayor facilidad. ¿Por qué el precio de Bitcoin siempre contradice a sus expertos? Porque los expertos son una minoría que no representan a la mayoría y la mayoría es la que realmente decide sobre el precio.
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La llegada del coronavirus estimuló la imaginación de muchos militantes. Entonces, comenzaron las predicciones optimistas. Los militantes asumen que todos harán lo mismo que ellos durante una crisis. Sin embargo, el público está viviendo otra realidad. La gente común no está pendiente de las ideas de Satoshi o los preceptos de los economistas austriacos. La gente está preocupada por cosas más concretas. Muchos han perdido sus trabajos y su alquiler se vence pronto. La prioridad ahora es poner comida en la mesa. Ya se siente la presión, porque la cuarentena se está extendiendo más de lo previsto y la pareja le dijo al hombre mil veces que no colocará tanto dinero en Bitcoin, que ese dinero era para remodelar la casa o para una emergencia y no para invertir en esa moneda “loca” que desde enero del 2018 está escuchando que volverá a subir y no termina de subir. ¡Rayos! Y nadie quiere escuchar “un te lo dije” en estos momentos.
Los rebeldes siempre creen que todos quieren unirse a su revolución. Pero lamentablemente las masas son sumamente conservadoras y no se adaptan muy bien a los cambios. Todos se quejan del sistema, pero, cuando el momento llega, no pueden renunciar a él y, de hecho, lo defienden. En tiempos de crisis, los rebeldes no son muy populares, porque la gente por miedo tiende a aferrarse a lo conocido. ¡La protección del Gobierno! ¿Qué es lo primero que compran? ¡Los bonos del Gobierno! ¿Qué es lo último que compran? Lo novedoso. Los números, no las ideologías, nos dirán finalmente el verdadero comportamiento de Bitcoin durante una crisis. Sin embargo, lo importante es entender que las crisis son pasajeras. Y toda baja en Bitcoin es una oportunidad de compra. ¿Qué importa si Bitcoin no está superando a S&P 500 en estos momentos? La economía eventualmente se recuperará, y ahí veremos quién es el último en reír.