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Gustavo GodoyGustavo Godoy

Bitcoin: Más allá del refugio y el FOMO

Bitcoin no es solo moneda, oro digital o especulación; es un activo atípico influenciado por múltiples narrativas.

Bitcoin: Más allá del refugio y el FOMO
Opinión

Bitcoin. Unas pocas líneas de código informático presentadas al mundo por un enigmático creador como una moneda digital. Esa fue la génesis. Pero, como un río que al fluir se encuentra con diferentes afluentes y cambia su cauce, la percepción y el uso de Bitcoin han evolucionado de maneras diversas y, a menudo, contradictorias.

Sus usuarios, esa legión descentralizada que lo adopta y lo mueve, proyectan sobre ese código sus propias expectativas, necesidades y hasta fantasías. Lo compran con intenciones dispares, tejiendo una red de realidades paralelas que rara vez convergen y que, con no poca frecuencia, chocan frontalmente.

En este ecosistema vibrante y a veces caótico, la línea entre la aspiración y el comportamiento real se difumina constantemente. Queremos creer que Bitcoin es esto o aquello, y esa creencia moldea, hasta cierto punto, su devenir. Sin embargo, la tozuda realidad del mercado a menudo nos devuelve a tierra. Identifico, al menos, tres grandes narrativas que compiten por definir la esencia de Bitcoin.

La primera, impulsada por sus fundadores y los primeros evangelizadores de la criptomoneda, es la de Bitcoin como una forma de pago digital. La visión de un sistema peer-to-peer, descentralizado y sin fronteras, capaz de facilitar transacciones rápidas y económicas, fue el motor inicial. Sin embargo, con el tiempo, esta narrativa ha perdido fuelle. La volatilidad de su precio, las comisiones de transacción que en ciertos momentos se disparan y la creciente complejidad de su uso cotidiano han hecho que la adopción masiva como medio de pago se mantenga como una aspiración lejana.

La segunda narrativa, que ha ganado tracción en los últimos años, especialmente entre las instituciones y los actores más "serios" del mundo financiero, es la de Bitcoin como "oro digital". La idea de un activo de reserva de valor escaso, resistente a la inflación y nocorrelacionado de los mercados tradicionales, resuena con aquellos que buscan una alternativa a los activos refugio tradicionales. La oferta limitada de 21 millones de monedas, su naturaleza descentralizada y la dificultad de su producción (minería) son los pilares de esta analogía con el metal precioso. No obstante, la persistente volatilidad de Bitcoin, sus abruptas caídas y sus inexplicables repuntes, insisten en contradecir esta elegante definición. Un activo que puede perder un 20% de su valor en un día difícilmente puede ser considerado un refugio seguro por los inversores más conservadores.

Finalmente, la tercera narrativa, quizás la más extendida en la calle, entre los pequeños inversores y los entusiastas minoristas, es la de Bitcoin como un activo puramente especulativo. La promesa de ganancias rápidas y exponenciales, alimentada por el miedo a quedarse fuera de la próxima gran subida (el famoso FOMO), es el motor principal de muchos de los que se acercan a Bitcoin. El comportamiento de su precio, con sus ciclos de euforia y pánico, parece respaldar esta visión.

Sin embargo, reconocer abiertamente esta naturaleza especulativa se percibe, por algunos, como una ofensa, como si admitir la volatilidad inherente dañara la reputación de Bitcoin y, por ende, su potencial adopción a largo plazo. Es una verdad incómoda que muchos prefieren ignorar, temiendo que afecte la demanda futura. Ahora, ¿se puede tapar el sol con un dedo?

Ahora bien, la realidad es que, en la actualidad, Bitcoin se compra y se vende de maneras que podrían confirmar cualquiera de estas narrativas. Un día sube con fuerza ante la expectativa de una mayor adopción institucional (narrativa del oro digital), otro día se desploma por un rumor sobre una posible regulación (narrativa especulativa), y aunque ocasionalmente se utiliza para transacciones transfronterizas (narrativa de medio de pago), esta sigue siendo una pequeña fracción de su volumen total.

Esta multiplicidad de interpretaciones convierte a Bitcoin en una especie de profecía autocumplida. Muchos compran Bitcoin porque creen en una narrativa particular, y su acción de compra, junto con la de otros que comparten esa misma creencia, contribuye a que, en algún momento dado, esa narrativa parezca hacerse realidad. Sin embargo, tarde o temprano, la realidad tozuda se impone, y la volatilidad inherente de Bitcoin nos recuerda su naturaleza escurridiza.

Entonces, ¿qué es Bitcoin realmente? Yo diría que Bitcoin es, simplemente, Bitcoin. Un activo atípico, sin duda. Pero su comportamiento actual se asemeja más al de un activo especulativo de alta volatilidad que, en momentos puntuales de incertidumbre económica o geopolítica, puede comportarse, de manera imperfecta y lejos de ser absoluta, como un refugio de valor.

Es innegable que Bitcoin se ve influenciado por una miríada de factores, tanto internos (desarrollos tecnológicos, actualizaciones de la red, sentimiento de la comunidad) como externos (condiciones macroeconómicas, regulaciones gubernamentales, noticias geopolíticas). Si bien en los últimos años ha mostrado una correlación considerable, aunque imperfecta, con el sector tecnológico (el famoso "big tech") y el índice bursátil S&P 500, esta relación no es inamovible ni determinante.

Y, en esta era donde un tuit de una figura influyente puede alterar el sentimiento del mercado de la noche a la mañana, más allá de lo que suceda en Wall Street, Bitcoin ha demostrado tener una sensibilidad particular a este tipo de "ruido".

Un punto crucial: Bitcoin no logró capitalizar el reciente aumento en el apetito por el riesgo en los mercados financieros. Mientras las acciones estadounidenses, impulsadas por la esperanza de una desescalada en el conflicto de Medio Oriente, subían, Bitcoin permanecía relativamente estancado. Esto desafía la narrativa del oro digital, ya que, en un momento de incertidumbre global (aunque con signos de alivio), uno esperaría que un verdadero refugio seguro mostrara cierta fortaleza.

Sin embargo, la incertidumbre geopolítica, ejemplificada por la tensa situación en Medio Oriente, introduce un factor de riesgo significativo. Si el conflicto se prolonga, el apetito global por el riesgo podría disminuir, afectando negativamente tanto a las acciones como a Bitcoin. La resolución de estas tensiones, por otro lado, podría favorecer una recuperación de la tendencia alcista de la criptomoneda.

Quizás la clave esté en dejar de intentar encasillar a Bitcoin en categorías preexistentes. Tal vez, Bitcoin es simplemente Bitcoin, un activo único que navega en un mar de incertidumbre, influenciado por fuerzas diversas y respondiendo a lógicas que aún estamos tratando de comprender.

Su valor y su función seguirán evolucionando a medida que el mundo siga interactuando con este fascinante experimento digital. Y nosotros, desde la barrera, seguiremos observando su comportamiento, intentando descifrar su verdadero significado, más allá del refugio y del FOMO.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.