Nadie quiere una nueva crisis bancaria. Nadie quiere un nuevo 2008. Cierto que los bancos en líneas generales están en mejor estado hoy debido a la regulación. Sin embargo, la rentabilidad ha caído (debido a esa misma regulación). Claro que debemos recordar que ese “mejor en líneas generales” es algo relativo. Porque la inflación ahora es un factor que se debe tomar en cuenta. Entonces, ahora tenemos menos deuda, pero tenemos más inflación. Lo que nos podría llevar por caminos similares.

Los pasivos de un banco son los depósitos que recibe por parte de sus clientes. Y sus activos son los préstamos que emite. Un banco se puede meter en problemas de solvencia con relativa facilidad durante una crisis debido al incremento de impagos y debido a la caída en valor de los colaterales. Un banco en problemas desata el miedo. Y, con el miedo, llegan los pánicos bancarios. Los clientes del banco temen por la seguridad de sus depósitos y todos retiran el dinero al mismo tiempo, creando así una crisis de liquidez. Se abre la caja de Pandora y las autoridades deben intervenir para evitar un efecto dominó que contamine todo el sistema.

Lo peor que le puede pasar a una economía es que las personas escogen colocar su dinero debajo del colchón. Si todos retiran su dinero del sistema bancario, se suspende el crédito. Y, sin el crédito, la economía colapsaría. El valor del dinero aumentaría dramáticamente, provocando una caída trágica de la inversión, de los ingresos y del consumo. Con todo el dinero debajo del colchón, tendríamos una economía estática y decadente. La escasez del dinero es fatal para la economía.

Lo último. Después de la caída de las acciones de Credit Suisse, el banco acordó tomar un rescate de casi $54 mil millones por parte del banco central suizo. Se trata de la misma historia de siempre. Credit Suisse ha tenido problemas durante años, gracias a sus errores gestionando el riesgo. Se trata de una situación bastante lamentable que ha perjudicado significativamente la reputación del banco. Es decir, los inversores han perdido la confianza en la institución.

Ahora bien, es muy probable que Credit Suisse deba ser absorbido o rescatado. El compromiso de respaldo del gobierno suizo el pasado miércoles por la noche sugirió que las autoridades no permitirán que el banco quiebre, porque hacerlo pondría en riesgo todo el sistema. En este caso, un rescate seguramente será necesario.

Mientras tanto en los Estados Unidos, las miradas se tornan hacia los bancos regionales. Estos pequeños bancos están sintiendo la presión con mayor intensidad. Y, seguramente, la intervención en algunos casos s también será necesaria. Los bancos en problemas , seguramente, serán absorbidos o rescatados. Pero el problema va más allá. Todos los bancos sentirán la presión de frenar los préstamos para poner sus balances en regla. En otras palabras, el sistema bancario, probablemente, se volverá más conservador como una medida de protección. Esta nueva prudencia tendrá un impacto en todo.

La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, compareció este pasado jueves en el Congreso tras la intervención de Silicon Valley Bank y Signature Bank. Yellen, por supuesto, asegura que el sistema bancario estadounidense es “sólido” y que los ahorros de todos están a salvo. Lo dicho por Yellen, de pronto, es cierto. Sin embargo, eso no quiere decir que todo es color de rosas. Claro que el sistema bancario estadounidense está equipado para evitar crisis como esta. Estados Unidos puede con esto y más. Pero sí hay problemas. 

¿Ahora todos buscarán refugio en Bitcoin o en oro? Es posible que se utilice esta narrativa en busca de alzas. Y, ciertamente, es probable que los promotores de estas ideas tengan éxito en convencer a muchas personas de ello. Lo que podría generar alzas a corto plazo. Sin embargo, lo más seguro es que la crisis se logre contener a tiempo. Los verdaderamente favorecidos en todo esto serán los grandes bancos. Los peces grandes se comerán a los pequeños. O sea, muchos bancos regionales terminarán en manos de los bancos más grandes.

Las personas seguirán confiando en el dólar y en la banca por una sencilla razón: El crédito. La gran mayoría depende (directa o indirectamente) del mercado financiero estadounidense. Sin su financiamiento, el mercado cripto no podría existir.

¿Por qué compramos BTC? La mayoría compra con la esperanza de que alguien en el futuro querrá comprarlo a un precio más elevado. En muchos sentidos, Bitcoin depende de la fe en el otro. O, dicho de otro modo, Bitcoin depende de que el otro tenga fe en Bitcoin. Y esta fe se relaciona estrechamente con la futura capacidad de compra de los creyentes. Irónicamente, el oro y BTC necesitan del dólar para crecer. Porque necesitan del crédito. Y no hay un prestamista más importante e influyente en este planeta que la Reserva Federal de los Estados Unidos.

El dólar es, en realidad, una alianza entre lo privado y lo público. Estamos hablando de un aparato social, político, económico y tecnológico que se encuentra en el centro de la sociedad. En la práctica, es muy difícil tener nuestro dinero debajo del colchón. Porque, tarde o temprano, vamos a querer invertir en algo para poder ganar más dinero. Tarde o temprano, vamos a creer obtener un préstamo. Tarde o temprano, vamos a tener que lidiar con el Gobierno. De hecho, de tener todo nuestro dinero debajo del colchón, tarde o temprano, igual, vamos a querer gastarlo y necesitaremos que los demás lo acepten como forma de pago.

Las personas que tienen sus BTC en autocustodia también necesitan que ese BTC sea cambiable en dólares. Requieren que alguien eventualmente lo acepte y esté dispuesto a pagar por él en dólares. Sin eso, lo que realmente se obtiene es un código sin valor alguno. En otras palabras, hasta al bitcoiner más radical, no le conviene que este barco se hunda. Porque si este banco se hunde, nos hundimos todos con él.

La volatilidad y la confusión serán inevitables. Y muchos aprovecharán la coyuntura para hacer dinero con BTC y el oro. Porque las distintas narrativas siempre están luchando por captar el dinero de la gente. Eso no es nuevo. Pero la locura no es eterna. En todo caso, en tiempos tan complejos, la recomendación es actuar con mucha cautela. 

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