La diversificación es un concepto que se enseña como el pilar fundamental de la inversión prudente. Se basa en la idea simple de no poner todos los huevos en la misma canasta. Para muchos, el simple hecho de poseer varios activos diferentes ya constituye una cartera diversificada y, por extensión, segura.
Sin embargo, esta visión superficial puede conducir a una ilusión de seguridad, donde el inversor cree estar protegido cuando en realidad ha acumulado múltiples activos que comparten los mismos puntos de falla comunes. Comprender la verdadera naturaleza de la diversificación es esencial para convertirla de un simple recuento de activos a una herramienta efectiva de gestión de riesgo.
El error más común en el mundo de los activos digitales es confundir la cantidad con la calidad de la diversificación. Muchos inversores creen que al tener Bitcoin y una colección de otras criptomonedas (altcoins), han diversificado su riesgo. Formalmente, sí tienen una diversificación de activos. Pero, desde una perspectiva de gestión de riesgo, esta estrategia es a menudo deficiente.
La clave de la diversificación efectiva reside en la baja correlación entre los activos. La correlación mide cómo se mueven los precios de dos activos en relación el uno con el otro. Si dos activos suben y bajan al mismo tiempo, tienen una correlación alta. Si uno sube mientras el otro baja (o se mantiene estable), tienen una correlación baja o incluso negativa.
En el mercado de los activos digitales, Bitcoin ejerce una influencia dominante. Durante las fases de gran euforia o pánico en el mercado cripto, la mayoría de las altcoins tienden a seguir la dirección de Bitcoin. Cuando Bitcoin experimenta una corrección significativa, es raro que una altcoin mantenga un comportamiento independiente o alcista. Esto significa que tener un portafolio compuesto por Bitcoin y muchas altcoins resulta, a efectos prácticos, en un riesgo altamente concentrado en el ecosistema de los activos digitales en general. Si el mercado cripto completo sufre un shock, ya sea regulatorio, tecnológico o de confianza, toda la cartera sufrirá de manera simultánea y severa. Esto no es una verdadera gestión de riesgo, sino una mera distribución de la exposición dentro de una única clase de riesgo.
Para que la diversificación sea una herramienta poderosa contra el riesgo, debe buscar activamente activos que no se relacionen en absoluto con el activo principal. La diversificación debe ser balanceada.
Consideremos, por ejemplo, un activo intrínsecamente volátil como Bitcoin. La manera sensata de diversificar no es con otro activo igualmente volátil que se mueve a su ritmo, sino con un activo que sirva como contrapeso. Esto implica ir más allá del ecosistema digital.
La verdadera diversificación se logra incorporando clases de activos con fuentes de riesgo fundamentalmente diferentes. Si los activos digitales son altamente sensibles al sentimiento especulativo y a la liquidez global, un inversor podría buscar activos que respondan a fuerzas opuestas:
Activos Estables: Incluir una porción de instrumentos financieros tradicionales considerados más estables (como bonos de alta calidad o ciertos activos monetarios) puede ofrecer un ancla a la volatilidad de la cartera. Cuando la aversión al riesgo se apodera del mercado, los inversores a menudo venden activos volátiles para refugiarse en la seguridad percibida de estos instrumentos más tradicionales.
Activos Tangibles y Materias Primas: Las materias primas (como el oro o metales preciosos) a menudo responden a dinámicas económicas distintas, como la inflación o la producción industrial, en lugar de la especulación tecnológica. El oro, históricamente, ha mantenido una baja correlación con los activos de riesgo durante periodos de crisis. Este tipo de activo puede actuar como un seguro cuando el capital se retira de los mercados digitales.
Monedas Fiduciarias y Liquidez: Mantener una parte de la cartera en efectivo o equivalentes de efectivo, particularmente en una moneda fiduciaria fuerte, permite al inversor tener munición disponible para aprovechar oportunidades de compra durante las caídas de precios, mitigando así el riesgo de tener que vender otros activos a precios bajos para obtener liquidez.
El objetivo es construir un portafolio donde, ante cualquier evento catastrófico que afecte a una clase de activo (por ejemplo, una nueva regulación estricta para criptomonedas), la otra clase de activo (por ejemplo, materias primas) permanezca inalterada o incluso se valorice. De esta forma, el impacto total en la cartera se minimiza, preservando el capital y permitiendo una recuperación más rápida.
La diversificación debe ser un ejercicio consciente para evitar la acumulación de riesgos compartidos. Un error común es diversificar geográficamente o sectorialmente, pero con activos que están sujetos a la misma falla macroeconómica.
Por ejemplo, tener acciones de tecnología de un país y acciones de biotecnología de otro país podría parecer una buena diversificación. Sin embargo, si ambos dependen de un flujo constante de crédito fácil y bajas tasas de interés para su crecimiento futuro, una política monetaria restrictiva afectará negativamente a ambas. El punto de falla común es la liquidez del sistema financiero global.
En el contexto de los activos digitales, un punto de falla común es la infraestructura tecnológica y la regulación global armonizada. Una vulnerabilidad grave en un protocolo de blockchain o una prohibición coordinada a nivel global, aunque poco probable, afectaría a todo el ecosistema, independientemente de la altcoin específica que se posea.
La diversificación efectiva obliga al inversor a hacerse preguntas difíciles: ¿Qué evento podría destruir el valor de todos mis activos simultáneamente? Si la respuesta a esa pregunta es plausible (por ejemplo, una crisis de crédito o un cambio regulatorio), entonces la cartera no está verdaderamente diversificada. La solución es buscar activos que prosperen o, al menos, se mantengan estables, precisamente en el escenario que causaría el colapso de la clase de activo principal.
Si bien la diversificación es fundamental para la gestión de riesgos, llevarla al extremo introduce un factor de dilución que merece ser considerado. Un portafolio excesivamente diversificado, que incorpora una gran cantidad de activos con baja correlación, inevitablemente reducirá la volatilidad general, pero también puede reducir significativamente el potencial de crecimiento de la cartera.
La inversión en activos volátiles como Bitcoin se justifica, en gran medida, por su potencial de apreciación exponencial. Cuando un inversor balancea este potencial con activos de crecimiento mucho más lento, como bonos o metales, se está protegiendo contra las caídas, sí, pero también está limitando la participación de la cartera en las grandes subidas. Si Bitcoin, por ejemplo, multiplica su valor varias veces, y solo constituye una porción muy pequeña de la cartera, el impacto final en el rendimiento total de la cartera será marginal. El coste de la seguridad, en este caso, es la renuncia a un mayor retorno potencial. Por lo tanto, el inversor debe encontrar un punto de equilibrio donde la gestión del riesgo no anule completamente el objetivo de crecimiento que motivó la inversión en activos volátiles en primer lugar. La verdadera destreza no es solo reducir el riesgo, sino optimizar la relación riesgo-rendimiento para que la cartera pueda soportar las caídas mientras se beneficia sustancialmente de las subidas.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.
