Las medidas implementadas para poder hacer frente a la emergencia del coronavirus han tenido un costo económico muy alto. La situación no ha estado fácil para nadie. Las cosas que hemos vivido últimamente parecen sacadas de una película de ciencia ficción. Las principales ciudades de mundo vacías y gran parte de la humanidad en cuarentena debido a un contagioso virus. La actividad económica suspendida. Negocios cerrados, fábricas paradas y millones de personas encerradas en sus casas viendo Netflix y haciendo videos en TikTok. Todos hemos sido afectados por esta pandemia, pero España ha sido particularmente golpeada. Su confinamiento ha sido uno de los más severos del mundo. Y su economía ha mostrado su vulnerabilidad ante la situación. Sus principales empresas están en aprietos. ¿Qué tan grave es el asunto? 

Las bolsas de valores tienden a ser muy emocionales. De hecho, sufren de hipersensibilidad. En muchos casos, reaccionan de un modo muy temperamental. A veces sirven de termómetro anticipado de lo que está por venir en la economía. Claro que nadie puede predecir el futuro. Pero ciertamente que aquí tenemos un dilema similar al del huevo y la gallina. ¿Qué empezó todo? ¿La crisis o el pánico? Las crisis generan pánico y el pánico genera crisis. A veces una cosa viene después de la otra. Pero en muchos casos una cosa es causa de la otra. Sin embargo, en el gran enredo de las cosas es muy difícil saber a ciencia cierto si estamos ante un huevo o una gallina, porque lo tenemos en una enorme paella con miles de ingredientes.  

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Antes que la crisis realmente comenzara, las bolsas cayeron dramáticamente. Los inversores se preocuparon por la posible propagación global del coronavirus y los miedos a un confinamiento prologado. Entraron en pánico y sus ventas nerviosas hicieron caer los mercados. Resultó ser que la preocupación en este caso sí se justificaba porque el virus sí se propagó por todos lados y los Gobiernos sí impusieron una cuarentena obligatoria muy estricta con graves consecuencias económicas a todos los niveles. A finales de febrero, antes que el coronavirus se convirtiera en una pandemia, las Bolsas de todo el planeta se desplomaron. Fue a partir de marzo que los daños económicos realmente se comenzaron a sentir, pero las bolsas cayeron antes. El Ibex 35, el índice bursátil español, registró la caída diaria más fuerte de su historia, al caer en un dramático 22,21%. Desde entonces, ha habido días buenos y días malos. Pero la situación en general sigue siendo muy delicada. El Ibex 35 es un índice se compone por las empresas más grandes en España. 

Lo paradójico de todo esto es que en marzo y en abril, durante el confinamiento más duro, es cuando estas compañías necesitaban más dinero para mantener el barco a flote. Sin embargo, con las acciones por el piso no es mucho lo que se puede recolectar por esa vía. Es aquí cuando nos damos cuenta que el pánico es causa y no solo consecuencia. A veces no es la crisis que causa el pánico. A veces es el pánico el que genera más pérdidas y esas pérdidas profundizan la crisis en un algo que podríamos llamar una profecía autocumplida. 

Ahora estas empresas están con la soga al cuello, sin muchos recursos para maniobrar. Obviamente que en este caso en particular el daño económico fue causado por el confinamiento, pero la caída de los mercados limita la capacidad de las empresas para sobrellevar esos daños. Complicado e irónico, pero así funcionan los mercados. Y debemos aprender a vivir con eso. 

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En el Ibex 35, tenemos a grandes nombres, las principales empresas de España. Claro que sus operaciones se extienden por todo el mundo, ocupando una posición de liderazgo en diversos sectores como el de la industria textil, la banca, la energía, las telecomunicaciones y la tecnología.

La joya de la corona es Inditex. Este nombre, de pronto, no nos dice mucho, pero aquí estamos hablando de un gigante entre los gigantes. Estamos hablando del grupo consolidado por Amancio Ortega, una compañía del top 100 del mundo por capitalización. Este grupo es conocido principalmente por su marca insigne, Zara

También tenemos a dos gigantes del sector bancario, a Santander y a BBVA. Estas instituciones financieras están en todos lados, pero en Latinoamérica su presencia es enorme. En el sector de las telecomunicaciones, Telefónica destaca, obviamente. Y en el sector energético, tenemos a Repsol y a Naturgy. Claro que no podernos olvidarnos de Amadeus, empresa muy presente en sector turismo y transporte, Aena, la famosa operadora de aeropuertos, y Endesa, la líder en el sector eléctrico en España. No voy a nombrar a todos las empresas que componen el Ibex 35, pero aquí mencione a las principales. 

Ahora bien, para hacer el cuento corto, estas empresas están acumulando mucha deuda durante esta crisis y el asunto no deja de ser preocupante. Un reportaje del diario El País nos dice que la deuda de las empresas del Ibex se disparó en 6.600 millones de euros en solo tres meses. Bien sabemos que los reportes del primer semestre del año serán espantosos. No solo son las perdidas por la caída de la bolsa y el aumento de la deuda. Me refiero a perdidas en los libros de la compañía. Y, bueno, aquí no hay sorpresa porque era de esperarse que los gastos aumenten en relación a los ingresos. Y durante esta pandemia ingreso es lo que no hay. Debemos cruzar los dedos y esperar que no haya grandes quiebras. 

¿Cuál es el plan? Bueno, el plan es un Quantitative Easing (QE) al estilo de la crisis del 2008. Es decir, el Banco Central Europeo (BCE) no solo estará comprando bonos del Gobierno español. También, el BCE seguirá comprando bonos corporativos. Y el Banco Central Español es el encargo de colocar los nombres ganadores. Sí, Inditex, Repsol, etc. están en la lista.  

Desde el punto de vista macroeconómico, estos rescates tienden a funcionar muy bien. La economía eventualmente se reactiva con esta liquidez inyectada. Lo debatible yace en la ética de todo este asunto. Porque estos rescates benefician primero a los grandes accionistas y a los directivos de las grandes empresas. Y todo esto deja un amargo sabor en la boca porque bien se sabe que muchos desempleados necesitan más ayudas y a veces la burocracia impide que estas ayudas lleguen eficazmente. Es una realidad muy dura y las reformas ciertamente que son necesarias. El problema está en hallar la solución. No es fácil. No se trata de criticar a las elites y ya. Lamentablemente, el mundo que necesitamos requiere propuestas viables y con sustento. 

¿Qué están haciendo los directivos y accionistas mayoritarios de las empresas del Ibex en estos momentos? Bueno, ellos están comprando acciones de sus compañías. ¿Por qué? Porque están muy baratas y la recuperación viene en camino gracias a los estímulos. Y, nos guste o no, harán una fortuna. 

Aquí tenemos varias opciones. Podemos sentarnos a llorar y hacer un documental antisistema para luego publicarlo en Youtube. O podemos aprender el funcionamiento del sistema para no ser una víctima de él. La segunda solución podría parecer cínica y mezquina, pero, francamente, ¿a quién ayudamos cuando nos sentamos a llorar? El tema no es fácil. Y cada quien es libre de escoger su camino. 

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Tenemos a los altos cargos del Ibex invirtiendo millones de euros en sus empresas durante la crisis. Es decir, están utilizando en el dinero barato emitido por el Banco Central Europeo para comprar valores infravalorados que tarde o temprano subirán de precios con la recuperación post-coronavirus. 

Por ejemplo, Javier Botín, el hermano de Ana Botín, la presidente de Santander, compró recientemente opciones que le permiten adquirir 20 millones de acciones de Santander a 3.4 euros en diciembre del 2023. Él apuesta que Santander subirá en un 70% en tres años y medio. En eso están las grandes fortunas en este momento. Están buscando oportunidades. Y gracias a la liquidez de los estímulos y los precios por el suelo, las oportunidades están en todas partes. 

En el espacio cripto, los amantes de Bitcoin siempre están quejándose de las políticas fiscales y monetarios de los bancos centrales. Esto probablemente se debe a la influencia libertaria, tan presente en la comunidad. La gran ironía de todo esto es que, pese a los lamentos de muchos bitcoiners libertarios, esos estímulos harán maravillas para el precio de Bitcoin. Los inversores en todos los mercados harán lo mismo que los directivos de las empresas del Ibex. O sea, tomaran ese nuevo dinero emitido por los bancos centrales para comprar activos en los mercados financieros. Los compradores serán más cada día y eso eventualmente inflará los mercados. Sí, eso influye a Bitcoin.