La transición de Ethereum de un mecanismo de consenso de Prueba de Trabajo (Proof-of-Work o PoW) a uno de Prueba de Participación (Proof-of-Stake o PoS), conocido como The Merge, fue aclamada como un logro monumental para la eficiencia energética y la sostenibilidad de la red. Sin embargo, en el fondo del debate sobre la descentralización subyacente de Ethereum, persiste una crítica contundente: el cambio simplemente ha trasladado el poder y, con ello, el riesgo de centralización, de los grandes mineros a los grandes stakers o validadores institucionales.
La naturaleza del sistema PoS, donde la capacidad para validar transacciones y proponer nuevos bloques es proporcional a la cantidad de Ether (ETH) depositado en staking, inherentemente favorece a aquellos con el mayor capital. Esto ha conducido a una notable concentración de poder en manos de unas pocas entidades grandes, principalmente plataformas de intercambio centralizadas y pools de staking que agrupan los fondos de millones de usuarios.
Bajo el antiguo sistema PoW, el riesgo de centralización se manifestaba en la concentración del hash power o poder de cómputo en pools de minería, debido a la necesidad de adquirir costosos equipos especializados y grandes cantidades de energía. Si bien esto era un problema de descentralización, la geografía y la infraestructura física creaban una barrera de entrada diferente.
Con PoS, esa barrera es reemplazada por el capital. El requisito de depositar 32 ETH para operar un nodo validador completo, aunque menor que los costos de minería, sigue siendo una suma considerable para el usuario promedio. Esto ha incentivado la aparición y el crecimiento exponencial de servicios de staking líquido y plataformas centralizadas que permiten a los usuarios participar con cantidades pequeñas.
El problema surge porque estas grandes entidades no solo gestionan una porción significativa del ETH en staking, sino que también controlan la infraestructura operativa de muchos validadores. Esta situación implica que si un puñado de actores, como las mayores plataformas de staking o bolsas centralizadas, controlan la mayoría del stake total, tienen una influencia dominante en la validación de bloques y, potencialmente, en la gobernanza de la red. Esto no es solo una cuestión de dinero; es una centralización operativa.
A pesar de que esta concentración va en contra del espíritu descentralizado que a menudo se asocia con los activos digitales, no es necesariamente un factor puramente negativo. De hecho, la presencia de grandes actores con una considerable "piel en el juego" (su stake está en riesgo de ser "slasheado" o penalizado por mal comportamiento) inyecta un grado de orden y eficiencia en la red que es difícil de lograr en un sistema totalmente fragmentado.
Estos actores institucionales invierten en infraestructura de nivel profesional, garantizando una alta tasa de actividad y un funcionamiento sin fallos, elementos cruciales para la seguridad y la finalidad de la cadena de bloques. Para los inversores, esto se traduce en una mayor confianza y en recompensas de staking más estables. Esta eficiencia operativa facilita la adopción institucional y la integración de Ethereum en el sistema financiero tradicional, algo que era mucho más difícil de lograr con la volatilidad e incertidumbre inherentes a la minería PoW.
Además, la figura de líderes de la comunidad, como Vitalik Buterin, que sigue siendo visto por muchos como un "profeta" o una voz principal, si bien va en contra de la idea de un sistema sin líderes, proporciona una dirección clara en un ecosistema que, de otro modo, podría paralizarse por el disenso. Esta dirección, combinada con la eficiencia de los grandes stakers, permite que el desarrollo de la red avance de forma más cohesionada.
Un argumento a favor de la descentralización post-Merge se centra en los requisitos técnicos subyacentes. Si bien el stake puede estar concentrado, la red requiere diversidad de clientes . Los validadores de Ethereum deben ejecutar dos tipos de software (un cliente de ejecución y un cliente de consenso). El riesgo de centralización se mitiga si no existe un dominio abrumador por parte de un único software o cliente. Un fallo en un cliente minoritario afectaría a un número limitado de validadores, mientras que un fallo en un cliente dominante podría poner en peligro toda la cadena de bloques. Esto fuerza una descentralización en el software que no existía con la misma urgencia en PoW.
Sin embargo, el riesgo de la centralización del capital sigue siendo la preocupación predominante. En un escenario donde una minoría tiene una influencia desproporcionada, existe una preocupación latente sobre si estos actores podrían ser presionados por reguladores o gobiernos para censurar o revertir transacciones, socavando el pilar de la resistencia a la censura de la red.
Si bien se argumenta que el PoS simplemente ha reubicado el riesgo de centralización de los mineros a los stakers institucionales, existe una perspectiva que ofrece un matiz importante. El riesgo de centralización en PoW a menudo se percibía como una amenaza constante a la seguridad económica, ya que un atacante solo necesitaba adquirir una mayoría del hash power (que podía ser alquilado o comprado) para realizar un ataque.
En PoS, para que un atacante obtenga una mayoría del stake (un ataque del 51%), no solo necesita adquirir una cantidad masiva de ETH, sino que si intenta socavar la red, sus propios fondos depositados serían destruidos (slashed) por el protocolo. Este mecanismo de auto-penalización crea un incentivo económico mucho más fuerte para que los grandes stakers actúen honestamente, ya que su propia inversión, y no solo la de la red, está en juego. Por lo tanto, el control en PoS viene con una responsabilidad financiera incorporada que hace que un ataque sea significativamente más costoso y contraproducente que en el sistema PoW. El riesgo de centralización existe, sí, pero está unido a una responsabilidad económica mucho mayor, lo que convierte a estos grandes stakers en custodios interesados en la estabilidad de la red, más que en simples operadores de ganancias a corto plazo.
Ethereum, post-Merge, cambió la centralización del poder de cómputo (PoW) por la centralización del capital (PoS). Esto no es un fracaso, sino una reubicación de riesgos. El sistema descentralizado PoS gana eficiencia operativa y seguridad económica (por el slashing), fomentando la adopción institucional. No obstante, pierde en resistencia a la censura por la concentración en grandes stakers regulados. Cada diseño tiene ventajas y desventajas inherentes. Debemos evaluar los sistemas por el equilibrio de riesgos que gestionan, no por ideales puros inalcanzables. La verdadera descentralización es un espectro técnico y social, no un estado final simple.
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