Según el presidente del Banco Mundial, David Malpass, esta crisis debe ser vista como una depresión económica; la duda es cuánto durará. Su preocupación principal es el aumento de la pobreza extrema en los países emergentes. La crisis, que ha provocado una de las mayores contracciones económicas en 90 años, está afectando duramente a los países en desarrollo. Sin embargo, Latinoamérica será una de las regiones más golpeadas. En muchos sentidos, estamos en una crisis en forma de L. Y la recuperación podría durar años. 

David Malpass, en una entrevista publicada por El País de España, se muestra un poco más pesimista en el tono que su contraparte del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva. Mientras Kristalina Georgiava nos habla de una crisis económica producto del coronavirus, David Malpass nos habla de una fuerte depresión económica de duración indeterminada. 

Bueno, si nos guiamos por los mercados financieros, podríamos decir que la recuperación ha sido rápida y efectiva. De hecho, los niveles de los principales índices bursátiles no están muy lejos de sus niveles precoronavirus. En este sentido, la recuperación ha sido asombrosa. Pero Wall Street es una mala referencia para hablar de la economía en general. Claro que hay mucha liquidez en los mercados y eso ha inflado los precios. La especulación de los últimos meses ha sido inducida artificialmente por los mercados de capitales. En otras palabras, la Reserva Federal ha creado una burbuja financiera imprimiendo dinero.  

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Ahora bien, el boom financiero no implica que la crisis haya sido superada. La economía ha sufrido una gran disminución de la producción y el consumo. Eso ha generado altas tasas de desempleo y quiebras empresariales. El comercio mundial se ha reducido dramáticamente, la inversión ha caído y las divisas están registrando altos niveles de volatilidad. La economía mundial está gravemente distorsionada. En algunos países, esto ha traído deflación. Y en otros ha traído inflación. La situación es tan compleja que obviamente no estamos ante un ciclo económico cualquiera. 

Normalmente, la economía de los Estados Unidos es el punto de referencia para comenzar a hablar de la crisis debido a la importancia del dólar en la economía mundial. Esto no quiere decir que la crisis nos afecta a todos por igual. Para los latinoamericanos es muy difícil comprender una crisis deflacionaria, porque, en Latinoamérica, la deflación es sumamente inusual. Se podría decir que crisis es sinónimo de inflación en Latinoamérica. Sin embargo, la región conoce bien los efectos negativos de la deflación de las materias primas. 

En Latinoamérica, la inflación siempre es el villano. Entonces, no vemos el lado malo de un cuadro deflacionario. Una moneda fuerte es el Santo Grial de muchos. Irónicamente, el principal problema de la región es la deflación. Por esta razón, la crisis del coronavirus golpeará más fuerte a la región.

¿Por qué América Latina será la más golpeada? 

Si la inflación es un impuesto al pobre, la deflación es un impuesto al producto. La caída de la demanda tiene un efecto deflacionario. Es decir, al bajar el consumo, bajan los precios. Ahora bien, las materias primas a nivel mundial han bajado de precio por una caída de la demanda. El dólar se fortalece, porque ahora se pueden comprar más cosas con el mismo dólar. Si tienes muchos dólares, esto es una buena noticia para ti. Pero si tu negocio es vender un producto o una materia prima, estás en graves problemas, porque el valor de tu inventario se redujo. Esto significa menos ingresos. Y eso a su vez significa menos posibilidades de tener empleados y hacer inversiones. 

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La deflación genera desempleo y decrecimiento económico. He ahí la importancia de inyectar liquidez para subir la demanda. Latinoamérica depende principalmente de la exportación de materias primas. Lo que implica que una reducción de los precios genera una caída en los ingresos. Lo que disminuye nuestra capacidad para importar. Y, para colmo de males, un dólar fuerte incrementa nuestra deuda externa. Lo que crea una especie de ciclo vicioso de difícil salida. Los Gobiernos de la región, para no perder el apoyo político de la ciudadanía, normalmente, imprimen dinero inorgánico y esto causa inflación. He ahí el origen de asociar las crisis con inflación en medio de una crisis deflacionaria mundial. 

Los países en desarrollo están oficialmente en recesión, pero la demanda puede aumentar con inyecciones de liquidez. El objetivo de la expansión monetaria no es causar inflación. De hecho, el objetivo es neutralizar la deflación para volver a crecer económicamente. En el caso de Latinoamérica, la situación es más difícil de solucionar, porque debemos esperar que los precios de las materias primas suban en el mercado internacional.  Y eso no depende de nosotros. 

La única opción para compensar por la caída de los precios es aumentar la producción. Esta es la opción escogida por Rusia y los países del Golfo. Sin embargo, esa opción es difícil para la mayoría de los países latinoamericanos debido a la escasez de inversión y los altos costos de producción. En conclusión, la crisis en Latinoamérica es peor y potencialmente más duradera que en los países en desarrollo. Estamos hablando de, por lo menos, dos o tres años. 

Ahora bien, ¿cuáles son nuestras opciones? La oportunidad más evidente en una crisis como esta sería aprovechar la reducción de precios en algunos rubros. Es decir, sacarle provecho a la deflación. En Latinoamérica, esto quiere decir importación. No todo ha bajado de precio. Pero hay que hacer la tarea, porque muchas cosas están a la venta a muy buenos precios. Lo que quiere decir que hay oportunidades para comprar. 

Cada vez que las autoridades inyectan liquidez en los mercados comienza la lloradera de los bitcoiners libertarios. Pero luego el precio de Bitcoin aumenta y mágicamente nadie ve la conexión. De palabra se promueve la austeridad, pero se disfrutan las bondades de la expansión monetaria. Curiosa ironía.  

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Esta es una crisis muy compleja. Por un lado, los mercados financieros se han desconectado de la economía real y esto ha beneficiado a los que tenemos inversiones en Bitcoin y en los mercados bursátiles. Por otro lado, el desempleo y la deflación han disminuido los ingresos de muchos. Y, para los latinoamericanos, ha sido peor. Además, todo parece indicar que esto seguirá por algún tiempo. 

En lo individual, lo que debemos hacer es probablemente buscar oportunidades. Lo importante es entender la relación entre moneda, precio y producción. Estas tres variables son los pilares de la economía. 

Claro que esta crisis no es solo económica. Mientras la pandemia siga entre nosotros es muy difícil que volvamos a la normalidad. Y sin normalidad una recuperación económica plena es muy improbable. Pero hay que seguir luchando. Esto algún día pasará. La crisis nos afecta a todos de distintas maneras. Obviamente que esto ha durado más de lo esperado. Pero debemos recordar que la fortuna favorece a los pacientes. Paciencia.