En junio, se registró una leve disminución en la tasa de inflación en España, situándose en un 3,4%, según informó Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE). Datos similares se observan en Alemania y Francia, lo que genera cierto optimismo. Es decir, la inflación en la eurozona presenta avances moderados con incertidumbres a la vista.

La cautela es clave. De Guindos advierte que los próximos meses no estarán exentos de “altibajos” en los precios. La retirada de las ayudas implementadas por los gobiernos tras la crisis energética podría afectar la trayectoria de la inflación. El BCE, por su parte, mantiene la expectativa de que la inflación se mantenga “alta” hasta finales del año, rondando los niveles actuales.

En cuanto al crecimiento económico, se estima que para el segundo trimestre, la eurozona experimentará un crecimiento del PIB del 0.3%, similar al del primer trimestre. La recuperación económica se presenta como “muy ligera”.

Los próximos pasos del BCE estarán determinados por la evolución de los datos macroeconómicos. Además, la incertidumbre geopolítica y los procesos electorales en la eurozona también serán factores a considerar.

A pesar de estos avances moderados en la inflación, la situación sigue siendo incierta. La cautela y la vigilancia por parte de las autoridades económicas y los ciudadanos serán cruciales para navegar este panorama complejo.

La inflación en España: ¿un problema a largo plazo?

La reciente escalada de precios en España ha generado preocupación entre la población y los expertos. Si bien algunos sostienen que se trata de un fenómeno temporal asociado a la recuperación económica post-pandemia, otros advierten que la inflación podría convertirse en un problema a largo plazo.

Diversos factores estructurales podrían contribuir a esta tendencia. El envejecimiento de la población, por ejemplo. Este fenómeno reduce la fuerza laboral y aumenta la demanda de servicios de salud y pensiones, lo que puede presionar al alza los precios.

Desglobalización es otro factor. La menor dependencia de las cadenas de suministro globales podría aumentar los costes de producción y transporte, repercutiendo en los precios finales.

Transición ecológica es un factor más. La inversión necesaria para alcanzar los objetivos de sostenibilidad medioambiental podría generar un aumento temporal de los precios de la energía y otros bienes.

A estos factores se suma la persistencia de la inflación subyacente, que excluye los precios de la energía y alimentos frescos, y que se mantiene en niveles elevados en la zona euro.

Las expectativas inflacionarias también juegan un papel importante. Si los agentes económicos anticipan una mayor inflación en el futuro, las empresas podrían ajustar sus precios al alza, lo que contribuiría a mantenerla elevada.

Los riesgos geopolíticos, como la guerra en Ucrania, también podrían tener un impacto duradero en los precios de la energía y las materias primas.

Finalmente, las políticas fiscales y monetarias implementadas por los gobiernos y bancos centrales también pueden influir en la evolución de la inflación a largo plazo. Un apoyo fiscal excesivo o una política monetaria demasiado acomodaticia podrían contribuir a mantener la inflación en niveles elevados.

Ahora bien, es importante destacar que la situación es compleja y existen diferentes perspectivas sobre su evolución futura. Sin embargo, la posibilidad de una inflación persistente debe ser considerada y las autoridades económicas deberían tomar medidas para mitigar sus efectos negativos en la economía y el bienestar de la población.

La globalización: ¿desinflación o riesgo sistémico?

La globalización, por un lado, puede ser un fenómeno desinflacionario, al facilitar el acceso a bienes y servicios más baratos desde diferentes partes del mundo. Sin embargo, también puede generar mayor concentración de riesgos, como se evidenció durante la pandemia, cuando las disrupciones en las cadenas de suministro globales provocaron escasez y aumentos de precios.

El retorno a la normalidad post-pandemia podría traer consigo una relocalización de la producción, acercándola a los mercados de consumo. Si bien esto podría aportar mayor seguridad en el abastecimiento, también podría implicar un aumento en los costos de producción y transporte.

La tecnología, la innovación y la competitividad son claves para navegar este escenario complejo. La adopción de tecnologías más eficientes puede ayudar a reducir costos y mejorar la productividad. La innovación en productos y procesos puede abrir nuevas oportunidades de mercado y reducir la dependencia de proveedores únicos. Y una mayor competitividad puede impulsar la eficiencia y la moderación de precios.

Encontrar el equilibrio adecuado entre los beneficios y riesgos de la globalización es un desafío constante. Las políticas públicas deben enfocarse en fomentar la diversificación de proveedores, apoyar la innovación y la competitividad e invertir en infraestructura y logística para fortalecer la resiliencia de las cadenas de suministro. La colaboración internacional también es crucial para establecer normas y mecanismos que mitiguen los riesgos sistémicos asociados a la globalización.

Conclusión

Si bien la reciente moderación en la tasa de inflación ofrece un respiro temporal, el fantasma de la inflación a largo plazo aún acecha a España y la eurozona. Diversos factores estructurales, como el envejecimiento de la población, la desglobalización y la transición ecológica, junto a la persistencia de la inflación subyacente y las expectativas inflacionarias, sugieren que este problema podría persistir.

La cautela y la vigilancia por parte de las autoridades económicas y los ciudadanos son cruciales. Se requieren políticas públicas acertadas que fomenten la diversificación de proveedores, la innovación, la competitividad y la resiliencia de las cadenas de suministro. La colaboración internacional también es esencial para mitigar los riesgos sistémicos asociados a la globalización.

La tecnología, la innovación y la competitividad serán herramientas clave para compensar las presiones inflacionarias. La adopción de tecnologías eficientes, el desarrollo de nuevos productos y procesos, y el aumento de la competencia en los mercados pueden contribuir a moderar los precios y mejorar la productividad.

En definitiva, enfrentar la inflación a largo plazo requerirá un enfoque multifacético que combine la acción gubernamental, la colaboración internacional y la innovación por parte del sector privado. Solo así se podrá garantizar un crecimiento económico sostenible y el bienestar de la población.

Es importante recordar que la situación es compleja y evoluciona constantemente. El diálogo y la búsqueda de soluciones conjuntas serán esenciales para navegar este desafío y construir un futuro más próspero y resiliente.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.