Opinión de: James Chi, cofundador de Camp Network
Seguimos licenciando obras creativas como si fuera 1990, y los creadores están pagando el precio.
Durante siglos, los artistas han caminado por el filo de la navaja entre la brillantez y la oscuridad, dedicando sus vidas a obras que a menudo les sobreviven. Sin embargo, a pesar de esa devoción, los creadores cuentan con sorprendentemente pocas herramientas para defender su trabajo una vez que este entra en el mundo.
Sin las salvaguardas adecuadas, las nuevas tecnologías como la IA pueden replicar y devaluar toda una vida de creatividad en cuestión de segundos.
El único escudo real que tienen los creadores hoy en día es la ley de propiedad intelectual (PI). Técnicamente, la PI comienza cuando se crea algo novedoso: música, libros, poemas, películas o arte. Sin embargo, el sistema está fragmentado. Los procesos e invenciones se rigen por patentes y los eslóganes por marcas comerciales, mientras que los derechos de autor siguen siendo la base de la mayoría de las obras creativas.
Incluso entonces, la protección solo es exigible una vez registrada. Sin registro, incluso el creador legítimo se enfrenta a una ardua batalla para defenderse de las infracciones. Y cuando surgen disputas, la realidad es dura. La aplicación de la PI es lenta, costosa y va en contra de los creadores independientes que no pueden permitirse interminables batallas legales.
Aquí es donde la blockchain cambia la ecuación. En lugar de depender de sistemas legales costosos y centralizados, la propiedad y las licencias pueden incrustarse directamente en la tecnología, demostrable, transparente y accesible para todos. Los creadores pueden proteger, probar y monetizar su trabajo a la velocidad de internet.
La era de la información estancada en el pasado
Vivimos en un mundo moderno donde décadas enteras de contenido se crean, suben y consumen más rápido que nunca. Estamos en la "era de la información". Nuestra exposición al contenido y a la nueva información es mayor que nunca.
Sin embargo, nuestra capacidad para registrar y proteger ese contenido sigue estancada en el pasado. En Estados Unidos, registrar un derecho de autor suele tardar de seis a nueve meses, a veces más, incluso para trámites sencillos en línea. Licenciar un libro suele llevar de seis a 12 meses. Las regalías musicales a menudo no llegan a los artistas hasta pasados más de nueve meses después de la transmisión. Las licencias de películas o programas de televisión pueden prolongarse durante más de un año. Este lento proceso es una reliquia de una burocracia obsoleta de la era del papel que no ha seguido el ritmo de la creación digital.
Ahora que el contenido puede crearse, compartirse y venderse en cuestión de segundos, las largas demoras facilitan que otros roben o utilicen indebidamente ese trabajo. Mientras los creadores esperan la protección oficial, a menudo no pueden aprovechar al máximo sus propias creaciones. Esta brecha entre crear y proteger algo frena a la gente, especialmente a los pequeños creadores que carecen del tiempo y los recursos para navegar por sistemas lentos y costosos.
La blockchain cambia el juego
Históricamente, el desafío ha girado en torno a la procedencia. Con el advenimiento de los modelos de IA agentic, este desafío se ha vuelto más evidente y urgente. Las blockchains siempre han sido capaces de rastrear información, pero incrustar la procedencia, los derechos de licencia y la atribución de forma nativa en el contrato es una modificación que tiene ramificaciones significativas para el futuro de la PI y la IA.
Las empresas de IA a menudo se defienden con argumentos sobre el acceso público y el uso justo, pero eso no cambia el hecho de que el material con derechos de autor está siendo extraído, ingerido y reproducido. La recolección masiva de datos digitales les ha permitido entrenar modelos que imitan la propiedad intelectual con notable precisión.
Como resultado, estos modelos se han vuelto enormemente potentes, otorgando a sus creadores una influencia sin precedentes y planteando serias preocupaciones sobre su capacidad para recrear y explotar el trabajo de otros.
¿Dónde nos deja esto? En algún punto entre un proceso de registro arcaico y una creación de contenido ultrarrápida. La creación de contenido no va a ralentizarse. Los medios regenerativos, las imágenes de IA y las plataformas sociales solo la acelerarán.
De la creación a la aplicación
Históricamente, solo las grandes corporaciones tenían el tiempo, el dinero o el apoyo legal para defender sus PI en los tribunales. Los pequeños creadores independientes a menudo se quedaban atrás.
Es hora de que los sistemas de PI se pongan al día. La capacidad de un creador para hacer valer sus derechos de procedencia aumenta masivamente con el registro de la PI.
La blockchain puede nivelar el campo de juego, acelerar el registro y eliminar el despilfarro burocrático. Incrustar la PI en aplicaciones descentralizadas y wallets de la blockchain aumentará la velocidad de registro. Esto es una victoria masiva para los creadores.
Vincular la creación y la PI a la blockchain la hará rastreable, monetizable y componible. Todos estos son rasgos que ayudan a los creadores a registrar la PI a través de mecanismos de la blockchain de formas mucho más rápidas.
Donde solía tardar hasta seis meses para presentaciones, solicitudes, certificaciones y decisiones, ahora puede simplificarse y agilizarse para completarse en semanas. Los artistas no solo podrían registrar sus PI de forma rápida y cómoda, sino que también podrían hacer valer sus derechos como creadores.
Este es un caso de uso real para la tecnología blockchain con el potencial de influir en el futuro de la creación en línea. En lugar de recompensar a intermediarios o a una plataforma cerrada y propietaria, construimos sistemas que incentivan directamente a los creadores.
Opinión de: James Chi, cofundador de Camp Network.
Este artículo tiene fines de información general y no pretende ser ni debe tomarse como asesoramiento legal o de inversión. Las opiniones, pensamientos y puntos de vista expresados aquí son únicamente del autor y no reflejan ni representan necesariamente las opiniones y puntos de vista de Cointelegraph.