¡Adiós, 2024! Otro año en el retrovisor. Ahora, con la pizarra en blanco, es momento de mirar hacia adelante. Si el año pasado nos dejó con la boca abierta por las expectativas del 2025, este nuevo año necesita encontrar su propio camino.
¿Y qué mejor mes para empezar a trazar ese camino que enero? Tradicionalmente, enero es el mes de la reflexión, un termómetro que nos adelanta cómo será el resto del año. Es como decir: "Como es enero, así será el año". Así que, si enero viene cargado de energía y buenas noticias, podemos esperar un año prometedor. ¡Pero si enero es más bien frío y gris, quizá tengamos que abrigarmos un poco más!
¡Vaya comienzo de año que llevamos!
Un poco de arriba, un poco de abajo... ¡las señales están más revueltas que un calcetín en la lavadora!
Es cierto, la tecnología nos tiene a todos súper emocionados. La inteligencia artificial, chips, ¡todo suena increíble! Pero, ¿y la economía? Pues ahí es donde las cosas se ponen un poco más complicadas.
La Fed, esos señores que controlan las tasas de interés, están preocupados (una vez mas) por la inflación. Y no es para menos, con los precios subiendo como la espuma. Así que olvídate de que te bajen mucho más las tasas de interés. Quizás una más, a lo mucho dos, pero nada más. Y eso que los inversores esperaban un festín de bajas tasas.
El año pasado, todos estábamos como locos pensando que las tasas de interés iban a bajar. Eso nos tenía a todos muy contentos y optimistas. Pero ahora, la cosa se puso fea. Aunque las tasas hayan bajado un poco, la fiesta se desanimó bastante. Ahora la gente está un poco más pesimista y muchos piensan que ya no bajarán más, o peor aún, que podrían subir. ¡Imagínate! Los inversores son como niños caprichosos, si creen que el futuro será mejor, se ponen a comprar como locos. Pero si creen que se viene la tormenta, salen corriendo a esconder el dinero bajo el colchón.
¿Y qué me dices de los bonos? ¡La curva de rendimiento está por las nubes! Eso significa que los inversores están un poco nerviosos, como si estuvieran esperando la otra zapatilla. Y es que, con la inflación al acecho y la Fed que no quiere jugar más a la baja, la incertidumbre está a la orden del día.
Los bonos del tesoro son como el refugio de los inversores cuando hay tormenta. ¿Por qué? Porque son tan seguros como una caja fuerte. Cuando la cosa se pone fea y los mercados están revueltos, todos corren a comprar bonos. Es como tener un colchón debajo del colchón. Por eso, muchos miran los bonos como un termómetro para saber qué piensan los demás inversores. Si todo el mundo está metiendo dinero en bonos, es que la gente está nerviosa y prefiere jugar a lo seguro.
En fin, este año viene con más curvas que una guitarra. Tendremos que estar atentos a cada movimiento, porque la economía es como un tablero de ajedrez: cada pieza que se mueve afecta a las demás. ¡Así que agárrense fuerte, porque esto promete!
¿Otra vez 2018? El peligro de una nueva guerra arancelaria
Los inversores temen la implementación de aranceles. Los aranceles actúan como un obstáculo en el flujo del comercio internacional, similar a un muro que interrumpe una autopista. Esta interrupción genera una desaceleración en la actividad económica global, afectando negativamente a las empresas, que ven reducidas sus ventas y ganancias, y provocando un aumento en los precios de los productos, que repercute directamente en el bolsillo de los consumidores.
Si bien algunos argumentan que a largo plazo los aranceles pueden estimular la producción local, a corto plazo representan un desafío considerable. Recordemos el año 2018, marcado por una escalada arancelaria y políticas monetarias restrictivas por parte de la Reserva Federal (Fed). Este escenario generó una gran volatilidad en los mercados financieros, impactando incluso a las criptomonedas como Bitcoin
La pregunta que surge es si estamos destinados a repetir este ciclo. Un nuevo período de inestabilidad arancelaria sería como retroceder y volver a empezar. Los actores del mercado buscan estabilidad y predictibilidad, no más sobresaltos que generen incertidumbre y frenen el crecimiento económico. La experiencia del 2018 nos enseña la importancia de evitar políticas que desestabilicen el comercio global y afecten negativamente a la economía.
El famoso "efecto enero"
¿Han escuchado hablar de él? Básicamente, es una creencia popular que dice que, si enero viene con números verdes en la bolsa, ¡prepárense para un año de fiesta! Y si, por el contrario, enero arranca con el pie izquierdo, pues… mejor agarren sus paraguas.
La idea es sencilla: se piensa que el rendimiento del mercado en enero nos da una pista de cómo se comportará el resto del año. Algunos estudios, ojo, han encontrado cierta correlación, es decir, que a veces sí parece haber una relación entre enero y el resto de los meses. Pero, como en todo, hay que tomarlo con pinzas.
Muchos expertos le bajan un poco el volumen a esta teoría y la atribuyen más a un tema de psicología humana, a lo que llamamos "sesgos cognitivos". Imaginen esto: empezamos el año con una buena racha en nuestras inversiones, ¡pues obvio que nos vamos a poner optimistas! Tendemos a pensar que esa buena onda va a seguir durante todo el año. Es como cuando conocemos a alguien y la primera impresión es buenísima, ¡ya damos por hecho que nos vamos a llevar genial siempre! Pero la vida, y los mercados, son mucho más complejos que eso.
Conclusión
Entonces, ¿qué hacemos con el efecto enero? Pues, tomarlo como lo que es: una curiosidad, un dato más a tener en cuenta, pero nunca como una verdad absoluta. No podemos basar nuestras decisiones de inversión solo en lo que pase en enero.
Hay que mirar el panorama completo, analizar los fundamentales, la tecnología, el contexto macroeconómico… En fin, ¡hacer la tarea completa! Porque, como siempre digo, en el mundo cripto (y en las finanzas en general) no hay atajos mágicos. Hay que estudiar, informarse y actuar con cabeza fría.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

