Además de todas las barreras que Bitcoin y la tecnología blockchain han llegado a derrumbar en apenas uno años, diversas han sido las ideologías que han surgido o se han reinventado usando estas herramientas como una bocanada de aire fresco. Uno de los casos más atractivos: la Economía Colaborativa.

Entre las sensaciones y pensamientos más comunes y cotidianos, lamentablemente figuran los relacionados con la economía de nuestras sociedades. “No sirve”, “está mal” o “podría estar mejor”, en el más optimista de los casos.

Luego de deambular entre quejas y críticas, vamos a presentar soluciones a quienes en el papel tienen la responsabilidad de escucharnos y ejecutar nuestras propuestas: los políticos y las autoridades. Algo que cada vez es más una burla descarada y menos una esperanza de cambio.

Pero el contexto siempre ha existido y las iniciativas propias de las sociedades para sortear sus problemas, también. Sin embargo hacía falta una herramienta digna de estas luchas, un recurso que reflejase completamente la naturaleza colaborativa del ser humano. Pues Bitcoin y la tecnología blockchain han llegado.

La Economía Colaborativa

La economía (o consumo) colaborativa se refiere a redes directas entre personas donde a través de una plataforma digital, se pueden comerciar bienes y/o servicios fijando de manera consensuada roles entre los participantes (vendedor o comprador), y a veces a la plataforma (juez o intermediario).

Aunque este nuevo concepto está mucho más relacionado con la generación del milenio y el amplio uso de la Internet, también puede asociarse a redes completamente humanas donde no hace falta una plataforma digital de por medio. En este caso estaríamos hablando de la idea básica del libre mercado, donde no entran intermediarios innecesarios que fijen condiciones para que una operación de compraventa se realice.

Más allá del gran poder que corporaciones, bancos y estados poseen hoy día sobre nuestras economías, en nuestras vidas cotidianas encontramos numerosos ejemplos de economía colaborativa. Siendo las más comunes las situaciones de préstamos de dinero entre amigos, el uso colectivo de un automóvil o el simple compartir en un picnic.

Pero… ¿Qué tal si llevamos esto a una mayor escala? ¿Qué tal si nos expandimos más allá de nuestros familiares y amigos hasta alcanzar completos desconocidos de cualquier lugar del planeta? Pues justamente esto es lo que plantea la economía colaborativa hoy día.

“Si caminas solo, irás más rápido; si caminas acompañado, llegarás más lejos”

–Proverbio chino

El impacto de la economía colaborativa en el mercado

Probablemente hayamos escuchado, e inclusive utilizado, lo servicios de Uber, Airbnb y las redes de descargas peer-to-peer en Internet. Pues estos son algunos de los ejemplos más populares de economía colaborativa actualmente.

Todas estas plataformas funcionan bajo un principio simple: conectar personas entre sí para que entre ellas puedan acordar el intercambio de bienes y/o servicios a cambio de dinero u otros bienes. Estos mecanismos son alternativas realmente interesantes, valiosas y generalmente más económicas que las ofrecidas por la economía tradicional.

El aumento del consumo colaborativo alcanza cifras cada vez mayores, lo cual no solo supone una tajada menos a las redes económicas tradicionales, sino también la expansión de la filosofía de la economía colaborativa entre las sociedades.

Y es que no es solo la compraventa de bienes y servicios entre personas, sino también la activación de otras actividades como el préstamo, el trueque, la compra de productos de segunda mano, el reciclaje y la elaboración propia de bienes, entre otros.

La economía colaborativa tiene esa particularidad de empoderar a las personas en la elaboración, utilización, reutilización y comercio de sus bienes y servicios. Y ahora con la ayuda de la tecnología, podemos ir más allá de nuestras comunidades e interconectarnos en una red de alcance global.

Es precisamente acá donde encajan Bitcoin y la tecnología blockchain a la perfección.

Actividades relacionadas con la Economía Colaborativa

Bitcoin y la blockchain: los mejores amigos de la economía colaborativa

El auge de las tecnologías peer-to-peer significó un impulso a las iniciativas de consumo basadas en la economía colaborativa. Aun así, la llegada de Bitcoin como moneda digital criptográfica y de la tecnología blockchain como red de confianza y transparencia, contribuyeron de forma más poderosa a la proliferación de dichas iniciativas.

Bitcoin es una poderosa herramienta que va de la mano con esta nueva filosofía de consumo. Al ser una moneda de libre uso cuyo flujo no puede ser regulado por banco ni estados, las barreras geográficas desaparecen al momento de realizar operaciones de compraventa.

De igual forma la tecnología blockchain provee una plataforma descentralizada de libre acceso donde los contratos pueden ser registrados de forma inteligente, fácil y permanente, ofreciendo así a cualquiera de las partes involucradas la capa de confianza necesaria en todo sistema de comercio.

Iniciativas como la recientemente lanzada por OpenBazaar hace gala del uso de las redes peer-to-peer y de la criptomoneda Bitcoin. Al permitir que el comercio de bienes y servicios sea simple, confiable y sin intermediarios molestos ni comisiones absurdas, la economía colaborativa florece de forma natural.

¿Qué podemos esperar a futuro?

Bitcoin y la tecnología blockchain no son solo tecnologías innovadoras, sino también herramientas disruptivas que dan poder a las sociedades en algo tan íntimo, natural e incontrolable como lo es la economía.

En el presente, servicios como el de BSign en el registro de documentos legales y notarías digitales, FairCoop en el apoyo a una economía cooperativa de alcance global y Helperbit en la creación de una red mundial de ayuda ante desastres naturales; demuestran que la economía colaborativa basada en Bitcoin y la blockchain no es para nada una utopía futurista, sino una idea presente que ya produce resultados positivos.

La economía colaborativa tiene un mañana completamente garantizado donde serán más frecuentes las alternativas de consumo consciente, descentralizado y ahorrativo. Los servicios como el transporte y el hospedaje están viviendo un auge resaltante y son los actuales abanderados, sin embargo es cuestión de tiempo para que otras iniciativas enfocadas a los sectores como la alimentación y la ropa, por ejemplo, ganen popularidad.

Con estas herramientas a la mano los ciudadanos estamos, permítanme decirlo, obligados no solo a utilizarlas y difundirlas, sino también a través de éstas exigir a nuestras autoridades la devolución de los principios de confianza, transparencia y descentralización que nos han sido arrebatados dentro del sistema económico tradicional.

Las tecnologías disruptivas están llamadas a causar un impacto en los sistemas tradicionales para beneficio de los ciudadanos, obligando a una reinvención de los obsoletos e ineficientes esquemas actuales. Es nuestra responsabilidad informarnos al respecto, difundir el mensaje y encargarnos de que el buen curso se mantenga siempre. El futuro está señalado, pero aun no ha sido decidido.