El pasado 25 de enero se dio a conocer a través de medios oficiales, que fueron detenidas 4 personas en Venezuela debido a hurto de electricidad al practicar la minería de bitcoins. La detención es una más en la lista de mineros de criptomonedas que ha sido apresados por prácticas ilegales en dicho país, y debido a las reacciones de la comunidad bitcoiner venezolana hoy nos preguntamos ¿es un caso aislado o se ha convertido en una norma?

Venezuela es uno de los países que mayor protagonismo posee en el ecosistema de Bitcoin debido a las ventajas de practicar la minería de criptomonedas y a la preocupante situación económica que posee, una situación que tiene un símil en otros países como China y, en Latinoamérica, con Argentina. No obstante, el estatus legal respecto a las actividades relacionadas con criptomonedas (minería, comercio, difusión, etc) se encuentra en una zona gris en la que el Estado venezolano ni protege a los ciudadanos ni les prohibe tales prácticas.

Justamente esta indefinición legal ha causado que tanto la comunidad de usuarios como las autoridades estatales tengan visiones no alineadas del todo al respecto, lo cual ha generado varios casos de detenciones a ciudadanos venezolanos por practicar la minería de bitcoins incumpliendo ciertos aspectos legales. En el último caso, el hurto de electricidad fue el motivo de detención de las personas involucradas, aunque desafortunadamente las autoridades venezolanas no han ofrecido más detalles al respecto.

Sin embargo, la reacción de la comunidad bitcoiner venezolana ha sido la misma que se ha generado en ocasiones anteriores, fortaleciendo la hipótesis de que la protección ante estos hechos es la de cerrarse y mantener perfiles cada más más privados y menos colaborativos. Una posición que hasta ahora no ha causado más que el debilitamiento de la actividad de minería de bitcoins en Venezuela y ha contribuido con la formación de una mala imagen para los ciudadanos venezolanos respecto al Bitcoin en general.

El Bitcoin en Venezuela es una herramienta ante la crisis

Los bitcoiners venezolanos bien saben esto y bastante lo pregonan en sus redes sociales, foros y espacios en la web donde hace vida a cada día. Sin embargo, la difusión de tal mensaje hasta ahora ha sido bastante pobre, lento y algo desenfocado en comparación con muchos otros países.

Bitcoin, siendo entre muchas características un sistema de consenso, una tecnología de pagos y una moneda de resguardo de valor, ha sido difundida en Venezuela principalmente como una forma de saltar el control cambiario que el Estado venezolano ha establecido en el país. Si bien esto último no es del todo falso, la limitada percepción del uso de Bitcoin ha causado que muchas de sus ventajas no sean valoradas y menos aún, difundidas.

Además, la poca colaboración y comunicación entre sí de la comunidad venezolana ha logrado que con el pasar del tiempo los bitcoiners venezolanos sean no más que un montón de ciudadanos con intereses individuales, en vez de justamente una comunidad cohesionada, con objetivos comunes y con recursos colocados a disposición del bien colectivo.

Es por ello que hoy la aparición de una noticia como la anteriormente mencionada, inmediatamente alimenta la posición de encerrarse y ser menos colaborativo en un ecosistema que, lo neguemos o no, indudablemente necesita del aporte público de todos para seguir creciendo.

Bitcoin como herramienta ante la crisis venezolana pareciera ser utilizada hoy por un “club” de pocos y difundida a una velocidad muy lenta, logrando que el impacto de esta tecnología sea bastante limitado a pesar del gigantesco potencial que posee en el territorio venezolano.

Difusión antes que discreción

Bitcoin es una tecnología pública, que depende del consenso para aprobar modificaciones propuestas, cuyo crecimiento se debe a la difusión de sus usuarios y donde la colaboración es un pilar fundamental para el fortalecimiento a escala global. Irónicamente, la comunidad bitcoiner venezolana no ha entendido esto de forma general.

En la actualidad son pocas, o inexistentes, las iniciativas de difusión de Bitcoin, criptomonedas y la tecnología blockchain que no solo serían muy útiles para los nuevos usuarios ávidos de información al respecto, sino para quienes ya forman parte de esta comunidad. La popularización de Bitcoin en Venezuela no solo puede ser positiva para los usuarios en el sentido de aumentar la adopción de la criptomoneda, sino para también dar un mensaje claro a las autoridades estatales de que hay una comunidad formada y numerosa que debe ser tomada en cuenta antes de ejecutar cualquier actividad relacionada con estas nuevas tecnologías.

Argentina, país también suramericano que vivió un control de cambio en divisas al igual que Venezuela, asumió mucho más rápido esta posición y hoy en día es uno de los países donde la adopción de la criptomoneda es de la más grandes a escala global y donde la cantidad de startups de Bitcoin y blockchain es realmente ejemplar. La diferencia: apostar por bitcoin y las criptomonedas como una herramienta que debe ser de uso público, masivo y común. No como una simple actividad de ganancia económica donde quienes se beneficien deben cumplir con ciertas características o exigencias.

Gracias a la articulación y comunicación de sus principales promotores y difusores, esta sutil pero significativa diferencia ha logrado que el Estado argentino tenga que tomar en cuenta a la comunidad bitcoiner de dicho país antes de querer diseñar o ejercer cualquier actividad legar dentro del ecosistema de las criptomonedas. Y no, no es ignorar al estado venezolano, es valorar mucho más lo que la comunidad de usuarios de Bitcoin en Venezuela es capaz de lograr si se une y elabora un plan con objetivos generales.

En cambio, en Venezuela se ha gestado durante años una comunidad nada colaborativa que apuesta al silencio y que considera más a Bitcoin como una amenaza al estado antes que una oportunidad para toda la población venezolana, e incluso para el gobierno. Y con cada nueva noticia de detención de mineros, crece esta posición que de forma general exagera en cautela, raya en la paranoia e indirectamente rechaza esfuerzos de difusión de bitcoin y las criptomonedas en el país.

La comunidad bitcoiner venezolana necesita rápidamente unirse, articularse y organizarse para trazar objetivos comunes en pro de la difusión de Bitcoin y las criptomonedas como una herramienta completamente útil, necesaria y que pueda ser aprovechada dentro del marco legal venezolano. Que cada caso de detención debido a confusión del estatus legal de las criptomonedas en el país no sea un nuevo golpe, sino más bien una nueva oportunidad de crecimiento de Bitcoin en el país.

De continuar de forma alejada, desorganizada, apostando por ocultarse y con intereses individuales antes que colectivos, sus usuarios se estarían arriesgando a disminuir en número con cada noticia similar y el Bitcoin en Venezuela puede estar condenado al fracaso. Bitcoin necesita ser difundido, aprovechado por la mayor cantidad de personas posible y utilizado dentro de los respectivos marcos legales de cada país. Venezuela posee no solo el mayor potencial de toda Latinoamérica, sino también del mundo; con lo cual desaprovechar tal oportunidad sería un gran desperdicio tanto para el país como para la tecnología de las criptomonedas en general.

Hoy más que nunca es necesaria la comunicación entre los usuarios, la articulación de esfuerzos y la fijación de objetivos comunes en pro de Bitcoin y la sociedad venezolana.