La privacidad y la seguridad son dos conceptos que a menudo se presentan como opuestos o incompatibles. Se dice que para tener más seguridad hay que renunciar a una parte de nuestra privacidad, o que para proteger nuestra privacidad hay que asumir más riesgos. Sin embargo, ¿es realmente así? ¿No es posible tener ambas cosas al mismo tiempo?
¿Qué es la privacidad y por qué es importante?
El derecho a la privacidad es una de las banderas del movimiento cypherpunk, un movimiento que influyó mucho en la creación de Bitcoin y en sus primeros usuarios. Es un concepto sumamente complejo. Es el derecho de las personas a controlar la información sobre su vida personal, como sus relaciones, sus creencias y sus actividades. Es un asunto de protección. Porque, nos guste o no, no todas las personas son confiables. Y pueden usar nuestra propia información en nuestra contra. Nuestra información privada en las manos equivocadas puede representar un riesgo. Riesgo de seguridad, de discriminación, de humillación o de abuso.
La privacidad nos permite crear un espacio seguro donde podemos evitar la interferencia de quienes nos quieren hacer daño o molestar. Por ejemplo, algunas personas ocultan sus creencias religiosas para no sufrir discriminación en el trabajo. Otras personas no comparten su número de teléfono con sus clientes para que no las llamen fuera de su horario. Y hay cosas que simplemente preferimos mantener en secreto por respeto o vergüenza.
¿Qué es la seguridad y por qué es importante?
La seguridad es otro concepto muy amplio y difícil de definir. En general, se refiere a la ausencia de amenazas o daños para las personas, sus bienes o sus derechos. Es un asunto de prevención. Porque, nos guste o no, existen personas que quieren hacernos daño o aprovecharse de nosotros. Y pueden usar la violencia, el engaño o la coacción para lograr sus fines. La falta de seguridad en las manos equivocadas puede representar un riesgo. Riesgo de violencia, de fraude, de extorsión o de terrorismo.
Al ejercer nuestro derecho a la seguridad, lo que se busca es un espacio protegido frente a la posible agresión no justificada de actores hostiles o ilegítimos. Por ejemplo, hay personas que quieren que las autoridades investiguen y castiguen a los delincuentes que les han robado o agredido. O hay personas que quieren que las empresas cumplan con las normas de calidad y seguridad de los productos que consumen. O, incluso, hay cosas que quieren que se mantengan seguras simplemente por precaución.
Claro que la privacidad no es un asunto del individuo. No se trata de elegir entre privacidad absoluta o dominio público. Podemos compartir información personal de forma selectiva, es decir, con algunos sí y con otros no. Esto nos permite proteger nuestra privacidad sin renunciar a nuestra seguridad o a nuestros intereses.
Por ejemplo, podemos compartir la llave de nuestra casa con nuestra pareja e hijos, pero no con la tía o la abuela. Esto nos da confianza y tranquilidad, pero también nos evita problemas o malentendidos. Podemos compartir información personal con un médico o un psicólogo, pero no con nadie más. Esto nos ayuda a cuidar nuestra salud física y mental, pero también nos respeta nuestra intimidad y nuestro derecho a la confidencialidad.
Del mismo modo, podemos compartir nuestra identidad con un exchange, o nuestra información financiera con nuestra contadora. Esto nos permite participar en el mercado de las criptomonedas, pero también nos protege de posibles fraudes o estafas. No significa que hayamos renunciado a nuestro derecho a la privacidad, sino que lo estamos administrando a nuestra conveniencia.
¿Qué beneficios tiene administrar nuestra privacidad de forma selectiva?
Administrar nuestra privacidad de forma selectiva tiene varios beneficios. Por un lado, nos permite tener más control sobre nuestra información personal, y decidir con quién, cómo y cuándo la compartimos. Por otro lado, nos permite adaptarnos a las diferentes situaciones y contextos, y elegir la opción más adecuada para cada caso. Además, nos permite establecer relaciones de confianza y cooperación con las personas o entidades que nos interesan, y evitar las que nos perjudican o nos molestan.
¿Cómo encontrar un equilibrio entre la privacidad y la seguridad?
Encontrar un equilibrio entre el derecho a la privacidad y el derecho a la seguridad es un desafío complejo. Ambos derechos son importantes y fundamentales, y ninguno de ellos debe sacrificarse por el otro. Una forma de encontrar un equilibrio es establecer límites claros sobre la recopilación y el uso de la información personal. Por ejemplo, las autoridades deberían tener que obtener un permiso judicial para acceder a la información personal de una persona, a menos que haya una amenaza inminente para la seguridad. Otra forma de encontrar un equilibrio es proporcionar a las personas más control sobre su información personal. Por ejemplo, las personas deberían poder optar por no compartir su información personal con determinadas empresas u organizaciones.
En el contexto de la investigación de delitos, las autoridades deben tener acceso a la información personal necesaria para investigar y prevenir el crimen. Sin embargo, este acceso debe estar limitado a la información que sea realmente necesaria para la investigación. No se debe abusar de este poder para espiar, chantajear o manipular a las personas. Tampoco se debe violar el principio de presunción de inocencia, que establece que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario.
En el contexto de la protección de las inversiones, las autoridades deben poder verificar la identidad de las personas que participan en transacciones financieras. Sin embargo, este proceso de verificación debe ser lo más respetuoso posible con la privacidad de las personas. No se debe exigir más información de la necesaria para cumplir con la ley. Tampoco se debe vulnerar el principio de autonomía, que establece que toda persona es libre de tomar sus propias decisiones.
La privacidad y la seguridad son dos derechos fundamentales que deben ser respetados y garantizados por las autoridades, las empresas y la sociedad en general. No hay que elegir entre ambas, sino buscar un equilibrio que permita a las personas vivir con dignidad, libertad y seguridad. El movimiento cypherpunk nos ha enseñado que la tecnología puede ser una herramienta para defender nuestra privacidad y nuestra seguridad, pero también puede ser una amenaza si se usa de forma indebida o malintencionada. Por eso, debemos ser conscientes de los riesgos y las oportunidades que nos ofrece la tecnología, y usarla de forma responsable y ética.
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