El célebre empresario y autor, Robert Kiyosaki, ha usado su cuenta Twitter para recomendar Bitcoin como inversión frente a la debilidad del dólar. No es la primera vez que Robert habla favorablemente de Bitcoin. De hecho, ya lo había hecho en el pasado. En reiteradas ocasiones. Bien sabemos que no tiene nada de tonto. El hombre sabe de finanzas personales. Y, mejor aún, transmite sus conocimientos con mucha claridad. Sus opiniones sobre el dólar son ampliamente conocidas y no es una sorpresa que confié en un activo escaso como Bitcoin. Por supuesto que ahorrar en dólares es algo de locos. Nunca ha sido buena idea. Pero en estos momentos es una terrible idea. Robert en sus libros y seminarios lleva años compartiendo su sabiduría financiera con el público. ¿Qué nos dice ahora sobre el “dinero del pueblo”?

Claro que Robert Kiyosaki no está descubriendo en el agua tibia aquí. Nadie está negando que el dólar es una mala inversión a largo plazo. Está bien con medio de intercambio. Incluso, está bien tener reservas en caso de emergencia o en caso de una oportunidad de negocios que salga de la nada. Pero pensar que el dólar es nuestro plan de retiro sería una torpeza de dimensiones épicas. Bueno, tampoco es una estafa. El dólar no pretende ser lo que no es.  Desde el portero de un banco hasta el presidente de la mismísima Reserva Federal de los Estados Unidos nos diría que el dólar es una divisa y que para invertir es mejor mirar en otros lugares. Pienso que es muy tonto emprender una pelea contra el dólar por no cumplir con una función que nunca ha ofrecido. Los puerquitos no vuelan. Eso es un hecho. Pelear con ellos por no volar sería absurdo.

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¿Por qué nos encanta pelear con el dólar? Bueno, la inflación. Pero la inflación en los Estados Unidos no es de las peores. De hecho, el dólar es muy estable e históricamente la inflación por lo general se ha mantenido dentro de los rangos aceptables. Tampoco podemos eliminarla por completo porque estaremos en peligro de caer en un cuadro deflacionario. Y eso no lo quiere nadie. Un dólar demasiado fuerte sería fatal.  De pronto, la rencilla de muchos con el dólar no es un asunto meramente económico. Ciertamente tiene mucho de político. Las autoridades parten y reparten. Y obviamente se llevan la mejor parte. Estamos hablando del señoreaje. Los Gobiernos se endeudan hasta más no poder. Se imprime dinero hasta por las orejas. Los bancos hacen millones con tanto dinero barato. Y el resto de los mortales tenemos que sudar la gota gorda. Es natural que esto genere cierto resentimiento en la mayoría que no se beneficia tanto con este sistema monetario de emisión centralizada. 

El dólar como tal no está estafando a nadie, porque, bueno, nunca se ha vendido como un instrumento de inversión. Las autoridades han logrado mantener la inflación bajo control. Y, si bien es cierto que ha perdido su valor en las últimas décadas, eso no es mal de morir porque el dólar no está diseñado para eso. Se supone que el dólar es principalmente un medio de intercambio estable y una unidad de cuenta. En otras palabras, es para gastar. Si queremos valor a largo plazo, debemos buscar en otro lado. Las teorías de conspiración que presentan al dólar como el villano de la película son medio ridículas. El abuelo que nos dice que las cosas antes eran más baratas, se le olvida contar el cuento del ingreso per cápita, el producto interno bruto, el crecimiento de los mercados bursátiles de hoy en relación al pasado. Por supuesto, es verdad que la gente en la cumbre obtiene más pastel. Claro que caen en excesos. Eso nadie lo niega. Sí, el sistema está lleno de vicios. 

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La crisis del coronavirus se ha convertido en una crisis económica. Los planes de rescate son sumamente necesarios. Aquí no hay dogma ni resentimiento que valga. Debemos ser pragmáticos e inyectar liquidez al sistema urgentemente. La impresión de dinero podría sacarnos del abismo y reactivar la economía. No hacerlo causaría una catástrofe. Así de sencillo. Es muy fácil sentarse a criticar a los bancos centrales por imprimir dinero y ejecutar planes de rescate desde el sillón de nuestra casa con nuestras grandes ideas. Pero una cosa muy distinta es estar en el ring peleando contra Mike Tyson. El sistema tiene sus fallas. Sin embargo, a veces es cuestión de escoger el menor entre los males. No podemos elegir la utopía, porque es un sueño. Este sistema no es perfecto, pero es lo que ha funcionado mejor. Es reformable. Pero progresivamente y con el método de ensayo y error. Porque las reformas desde la ideología son un verdadero desastre. 

He leído mucho en las redes de personas orgullosamente escribiendo que Bitcoin se recuperará pronto y los estímulos económicos implementados no juegan un rol en la ecuación. Titulares como:” Bitcoin no requiere planes de rescate”.  Eso es como que Tim Cook, el CEO de Apple, diga que las acciones de Apple subirán muy pronto y las inyecciones de liquidez no juegan ningún rol al respecto. “Apple no necesita planes de rescate” ¿Acaso la gente compra Bitcoins con caramelos? ¿O Bitcoin habita en el Isla de la Fantasía y los compradores de Bitcoin pagan con besos y suspiros? No, Señores. Bitcoin y el dólar están estrechamente relacionados. O sea, están muy casados. Con hijos, hipoteca, abuelita, lorito y labrador dorado. El precio de Bitcoin depende mucho de la liquidez del dólar. Los planes de rescate afectan a Bitcoin. Y Bitcoin para subir de precio necesita los estímulos de la Reserva Federal. ¿Así o más claro?

Robert afirma tener oro y petróleo en su portafolio. Bienes raíces, por supuesto. Le gusta Bitcoin por las mismas razones que le gusta el oro. Por no depender de los Gobiernos y las decisiones de los burócratas. Robert aprendió sobre dinero de un amigo de su padre que le enseñó la mentalidad necesaria para el triunfo económico que buscaba. Ahora nos enseña que muchas de nuestras suposiciones sobre el dinero son falsas y el éxito se logra principalmente con determinación y un cambio de actitud. Debemos comenzar a pensar como ricos para ser ricos. Los ricos no tienen sus esperanzas en el dólar. El dólar es un instrumento para un fin, pero no es el destino final. Tenemos que crecer en activos, no en dólares. He ahí el secreto. “Cash is trash”. 

El Padre Pobre probablemente se pondría las manos en la cabeza y se quejaría (por Twitter) de las políticas monetarias de los bancos centrales porque estas inyecciones de dinero diluyen su todopoderoso salario. ¡Sus ahorros en el banco! Ahora, con todo ese dinero en la calle, estaría perdiendo poder adquisitivo. Su pensión, su jubilación. ¡Qué horrible! Es decir, el Padre Pobre jugaría el papel de la víctima en todo esto. El Padre Rico, por otro lado, dejaría la quejadera y los complejos para gastar sus dólares en la compra de Bitcoins. En la medida que haya más dinero en la calle, sus activos suben de valor. Y hay más dinero para invertir. En negocios, en bienes raíces, en acciones, en oro, en petróleo, en Bitcoin. El Padre Rico jugaría a ganar y se dejaría de tantas sandeces.