El coronavirus ha sido particularmente severo con los europeos. Sobre todo, con los países sureños. Las muertes han sido muchas, en gran parte, porque estamos hablando de una población añosa y este virus no es muy amable con nuestros mayores. Pero esta crisis es doble. Por un lado, obviamente, tenemos a la pandemia como tal. Un evento que ha desafiado a los sistemas de salud de todo el mundo y ha requerido la toma de medidas extraordinarias. Más que extraordinarias, se podría decir que han transformado la realidad cotidiana en una película de ciencia ficción. Sí, porque esta historia es de película. Claro que, por otro lado, tenemos la crisis económica. Y esa crisis necesita soluciones. Bueno, la Comisión Europea ha representado una propuesta. ¿De qué se trata?   

Bueno, aquí estamos ante una crisis económica histórica. El coronavirus no ha podido llegar en peor momento, porque, a pesar de que la economía no estaba del todo mal antes de su llegada, era evidente que el crecimiento económico estaba en un proceso de desaceleración. Pero lo preocupante no era eso. El asunto era que los estímulos no están funcionando. Pese a la agresividad de los estímulos, el enfermo no reaccionaba. Este año llegó bajo una tensa calma porque muchos veían una tormenta acercarse. Y, de pronto, llegó este virus a poner la torta. Con una gota, se derramaba el vaso, pero el universo exageró y nos trajo una cascada. El cese de actividades ha sido una flecha en el corazón. 

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Muchos critican el alto nivel de consumo de esta sociedad capitalista, pero se les olvida que el consumo de uno es el ingreso del otro. Si se baja el gasto, disminuye el crecimiento. He aquí el problema de esta crisis. La demanda. La parálisis económica generó un paro en el gasto. Un negocio cerrado no recibe ingresos. Entonces, pasamos de ser una sociedad de compradores a una de vendedores. ¿Qué significa esto? Que al estar encerrados en nuestras casas no estamos produciendo lo suficiente, pero sí estamos acumulando pérdidas. Nos guste o no, este es una máquina que no se puede parar. Esto no es una conspiración capitalista. De hecho, es biología. Si no comemos, morimos. Y para comer hay que salir a buscar la comida. 

Una crisis de la demanda crea un colapso de los precios en los mercados financieros y una espiral deflacionario en la economía real. Un negocio sin ingresos no puede pagar sueldos. Una persona sin empleo no puede consumir mucho. Y eso disminuye los ingresos de los negocios. Todo es una cadena circular como una avalancha. Al caer el primero domino, es cuestión de tiempo para que todo se escale. 

En otras palabras, tenemos una crisis general. Y debemos con urgencia levantar la demanda caída. Esto se puedo lograr con grandes inyecciones de capital. Y en eso consiste precisamente el plan de recuperación europea. El fondo de recuperación es como el plan Marshall que se ejecutó después de la Segunda Guerra Mundial, pero esta vez no se realizará con dinero extranjero sino con dinero de los propios europeos.  

La Comisión Europea está proponiendo un fondo de 750 mil millones de euros. En subsidios, las dos terceras partes, y, una tercera parte, en préstamos. Los sureños recibirán más dinero que los norteños. Italia y España serán los más beneficiados con este paquete de ayudas. España recibirá 140 mil millones de euros (en subsidios y préstamos), el equivalente al 11% de su Producto Interno Bruto (PIB). Los sectores prioritarios serán el turismo, el comercio y las energías renovables. 

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Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión, desde Bruselas, ha presentado su borrador que, pese a las grandes y redondas cifras, es considerado por algunos como relativamente conservador. Muchos esperaban una cifra cercana al billón y medio. No porque más es mejor, pero en consideración a la caída anual estimado del PIB, que es dramática. Los tecnócratas macroeconómicos habían calculado algo más grande que lo propuesto. El Banco Central Español, por ejemplo, realizó declaraciones al respecto. Pero la política no solo es cuestión de tener la razón. Hay que tener razón y fuerza. Es decir, de nada vale proponer un plan “perfecto” pero que nunca se aprobará. Es muy difícil que todos los países de la organización alcancen un consenso sobre un plan de 1.5 billones de euros. Pero uno de 750 mil millones es posible. 

Aquí los huesos duros de roer son los supuestos frugales: Suecia, Holanda, Dinamarca, Austria, y (en menor medida) Alemania. Mientras los sureños se inclinan más por el gasto loco, los frugales controlan el desenfreno y ponen en regla al resto. Ellos son los chicos preferidos de la maestra. Y los que le cuentan todo al director. Entonces, siempre hay tensión entre Doña Florinda (Norte) y Don Ramón (Sur). Es muy fácil odiar a los aguafiestas, pero hay que reconocer que la disciplina de los austeros trae beneficios indiscutibles. 

Lo debatible de la propuesta será seguramente la proporción entre subsidios y los préstamos. El Sur querrá más subsidios y el Norte querrá más préstamos. La diferencia es obvia. Los subsidios son una dádiva y los préstamos no. El Norte quiere más controles y condiciones. El Sur quiere un cheque en blanco. Asumo que las discusiones se irán por ahí. En un lado del ring, estarán los fríos y prósperos norteños y, en el otro, estarán los alegres (pero despilfarradores) moradores del Sur. Es la fábula de la hormiga y la cigarra, básicamente. 

Lo que se está anunciando aquí es el borrador de un plan. Todavía está muy lejos su ejecución. Es decir, esto no es para ahora. Pese a que ahora es cuando se necesita. Pero esa es la democracia para ustedes. La Unión Europea es una organización con muchos miembros y todos tienen que ponerse de acuerdo. Y no es fácil. Eso toma tiempo y este proceso será muy largo y tedioso. En ese sentido, Estados Unidos y el Reino Unido tienen una clara ventaja. 

El plan todavía está por ser aprobado y su ejecución no será inmediata. Pero seguramente veremos algunos efectos muy pronto. Me refiero a la confianza. Es decir, la noticia es que Europa ya tiene un plan y la recuperación está en camino. El desconfinamiento ya comenzó y, a pesar de que las cosas no están muy bien, hay esperanzas. El mercado de los bonos españoles se beneficiará de este nuevo optimismo. Estos vientos positivos ayudarán a los mercados financieros.  

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Otro beneficiado será el euro. Durante esta crisis, el euro ha estado perdiendo terreno con respecto al dólar. El hecho de que los europeos estén tomando al toro por los cachos podría subir el precio del euro. He aquí el efecto de estos planes en los mercados. La liquidez estimula el crecimiento económico y combate la crisis deflacionaria, porque aumenta la demanda. Este crecimiento genere empleos y saca a millones de personas de los programas de ayudas. Más consumo, más ingresos, más crecimiento. Y todo está prosperidad se reflejará en los mercados financieros. 

He aquí lo relevante de todo esto para Bitcoin. No solo que potencialmente se puede hacer una fortuna en el arbitraje de divisas en este triángulo amoroso dólar, euro, bitcoin. También me refiero a que Bitcoin es un activo global que se beneficia de los estímulos en Estados Unidos, de los estímulos en Europa y de los estímulos en el resto del mundo. Ese dinero infla los mercados y el precio de las cosas. Sí, Bitcoin entra en la lista de beneficiarios.