Muchos pensadores clásicos (entre ellos Aristóteles, John Locke y Adam Smith) creían que el dinero era una “cosa” durable, portable y fungible que surgió después del trueque. Eso es un mito. Pero es un mito que, lamentablemente, aún se enseña en las universidades. La evidencia, sin embargo, ha demostrado que esta idea es, en gran medida, falsa. En otras palabras, estos pensadores tan influyentes se equivocaron del mismo modo que Ptolomeo se equivocó sobre el universo. 

La visión del dinero del liberalismo clásico, con el tiempo, se ha convertido en un dogma. De hecho, muchos economistas y políticos siguen creyendo que el dinero debe estar respaldado por algo tangible o escaso. Sin embargo, la realidad es más compleja y dinámica. A pesar de ello, este legado aún vive en muchos. Y, en este mundo tan dividido y hostil, cada grupo se aferra a su “verdad” con fervor y fanatismo.

Mucha gente dice en Twitter: “Ya sé lo que es el dinero de verdad”. Pero lo que suele pasar es que han creído en un viejo dogma tras ver un documental lleno de prejuicios en Youtube. Esa revelación, en la mayoría de los casos, no es más que una ignorancia segura de sí misma. 

Ahora bien, el dinero no es una “cosa”, sino una forma de llevar y saldar cuentas sociales. Lo que importa no es el material o la forma del dinero per se, sino el valor que le damos entre nosotros. El dinero es una tecnología social que depende de nuestra confianza y cooperación.

Las monedas y el dinero, en otras palabras, son fichas (tokens) útiles para registrar el sistema subyacente de cuentas de crédito y para implementar el proceso subyacente de compensación. Pero la moneda usada no es en sí misma el “dinero”. El dinero es el sistema de cuentas de crédito y su compensación que representa la moneda. El dinero no es la cosa. El dinero es la abstracción y el sistema construido alrededor sobre esa abstracción. 

Muchos expertos y filósofos consideran el dinero como una “cosa” o un bien que se puede intercambiar. Esta idea ha marcado la economía y la política durante siglos. Pero esa visión convencional del dinero ya no se adapta al mundo actual. El dinero es la tecnología social del crédito transferible. Las propiedades del mundo físico son cosas como la longitud, el peso, el calor, etc. El valor económico no es una de ellas, sino que depende de las relaciones sociales entre las personas.

El trueque no era lo más común para conseguir bienes y servicios antes de que existiera el dinero. De hecho, la gente se peleaba (con los extraños) o se regalaba cosas (con los conocidos). Con el surgimiento de las ciudades, sin embargo, hubo que buscar nuevas formas de intercambiar sin violencia ni familiaridad. No es accidental que la escritura, las matemáticas y la contabilidad nacieron al mismo tiempo y en el mismo sitio.

En aquella época, la cebada, el cobre o la plata eran las formas de medir lo que se compraba y vendía en Mesopotamia. Estas cosas se volvieron monedas que servían para cualquier cosa. Los mesopotámicos también inventaron un sistema de bancos con préstamos y depósitos, y así se expandió por el mundo antiguo. El dinero no solo sirve para pagar o guardar. El dinero es una herramienta que ayuda a ordenar la sociedad y a fomentar la libertad.

Más adelante, llegaron los griegos. El dinero fue clave para el desarrollo de la civilización griega. Antes de su invención, las sociedades se basaban en el parentesco o la fuerza para organizarse. El parentesco limitaba el tamaño y la complejidad de las comunidades, mientras que la fuerza requería sistemas burocráticos y militares costosos. El dinero cambió todo eso. 

El dinero permitió crear vínculos sociales más amplios y diversos, sin importar la distancia o la duración. Facilitó el comercio, la distribución y el intercambio de bienes y servicios. El dinero (como lo conocemos hoy) nació en Asia Menor, y se expandió por el mundo mediterráneo. Grecia fue una de las primeras civilizaciones en adoptarlo y aprovecharlo para impulsar su cultura, su política y su ciencia. El dinero fue una revolución que transformó la historia de la humanidad.

El dinero nos permitió medir y comparar el valor de todo tipo de cosas. El dinero rompió las barreras que existían entre lo material y lo abstracto, lo sagrado y lo profano, lo personal y lo impersonal. El dinero nació en Lidia, una región de Asia Menor, y se extendió por todo el Mediterráneo. Grecia fue una de las primeras civilizaciones en usarlo y aprovecharlo para crear una cultura rica y diversa. El dinero fue una herramienta que nos ayudó a expresar y satisfacer nuestros deseos, pero también a generar nuevos conflictos y desafíos.

El dinero es una invención humana que cambió el mundo. No existe nada parecido en la naturaleza ni entre los animales. El dinero, al igual que el lenguaje, es una forma de pensar y actuar que nos distingue como especie. Sin embargo, el dinero también tiene un gran poder sobre los asuntos humanos, y puede afectar o reemplazar muchos de los vínculos sociales tradicionales basados en la familia, la tribu, la comunidad y la nación.

Hoy en día todo se politiza. Y todo se reduce a la política de identidad entre grupos enfrentados. No es extraño que tampoco nos pongamos de acuerdo sobre la verdadera naturaleza del dinero. Las derechas dicen una cosa. Las izquierdas dicen otra. Y, por supuesto, si mi versión no coincide con la tuya, eso nos convierte en enemigos. Hoy en día el dinero también es parte de la conspiración. ¿Qué es el dinero? Si para un grupo el dinero es A, entonces, para el otro grupo el dinero es B.

Muchos libertarios, conservadores, defensores del oro y partidarios de Bitcoin comparten las ideas del liberalismo clásico sobre el dinero y la economía. Esto me plantea un gran desafío como escritor en un medio especializado en Bitcoin, blockchain y tecnología financiera. Quiero hablar del dinero de forma objetiva e imparcial, pero sé que puedo generar rechazo o crítica. Sin embargo, no quiero repetir los mismos sesgos y prejuicios de siempre. A veces, hay que cuestionar las creencias más extendidas. El objetivo de este artículo de opinión no es convencer o contradecir al lector. El objetivo es provocar la reflexión. Hacer que la gente piense. ¿Qué es el dinero?

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