Los llamados prematuros por una reversión de tendencia son comunes en todo ciclo. Durante un mercado alcista, siempre hay un grupo más pesimista que los demás hablando de sobrevaloración y anticipando una caída. Durante un mercado bajista, siempre hay un grupo más optimista que los demás hablando de un fondo y anticipando una recuperación. Esto sucede, porque estos “contrarios” saben que las grandes ganancias se logran en los momentos de reversión. Entonces, en todo momento y en todas partes, ven al objeto anhelado. Después de todo, para la persona con un martillo en la mano, todo se parece a un clavo.

Cierto que los contrarios que aciertan, en efecto, sí hacen mucho dinero gracias a su clarividencia. Pero ese no es el caso de los contrarios equivocados. Estos contrarios “prematuros” terminan vendiendo muy barato durante un mercado alcista y comprando muy caro durante un mercado bajista. Durante los últimos rallies de Bitcoin, hemos podido leer burlas y chistes para las personas que vendieron en Twitter y las demás redes. 

Por ejemplo: CZ, CEO de Binance, en un tuit del 11 de agosto escribió que se sentía triste por las personas que vendieron en el “fondo”. Esto lo dijo después de un rally de mercado bajista. Y ya se pueden imaginar los comentarios de ese tuit. La mayoría celebró el fin de la racha bajista a todo pulmón.

Bueno, esas personas que causaron tanta tristeza en CZ ahora pueden comprar a mejores precios. De pronto, ahora son ellos los que sienten tristeza por las pérdidas (realizadas o no) de los demás. Resulta ser que el supuesto fondo, declarado implícitamente por CZ en aquel tuit, no era tal. Y el mercado estableció un nuevo fondo unas semanas después. Es decir, los contrarios prematuros son muy peligrosos. En su optimismo iluso y en su impaciencia, dan muy malos consejos. Alimentan las falsas esperanzas. 

Durante un mercado bajista, la tendencia es bajista. ¿Qué quiere decir eso? Eso quiere decir que las probabilidades de que el precio baje son mayores que las probabilidades de que el precio suba. Esto significa que las alzas durante esa etapa son excepcionales. Y, por supuesto, no todas las alzas son una reversión de la tendencia. De hecho, la mayoría de las alzas durante un mercado bajista son intentos fallidos. 

La reversión de la tendencia, por lo general, se genera debido a un cambio significativo en las expectativas. Es decir, la reversión se da, porque ha surgido una esperanza real de cambio. En el caso específico de este mercado bajista, el optimismo nos llega con las suposiciones de un giro por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos en su política monetaria.

¿Cuál es el problema con esto? El problema es que los alcistas llevan meses insistiendo tercamente en esa suposición. Sin embargo, todo parece indicar que esa suposición (por ahora) es infundada. El optimismo surge a la primera de cambio. Y una buena noticia es suficiente para resucitar nuevamente la suposición por un giro. El mercado se emociona y no esperan por la confirmación. Se están adelantando a los hechos. Entonces, un reporte de inflación favorable genera un rally alcista. Una baja en los precios del gas natural en Europa genera un rally alcista. Y una relajación parcial de las restricciones por el covid-19 en China generan un rally alcista. ¿Es esto suficiente para cantar victoria?

Estas olas alcistas se han convertido en un dolor de cabeza para la Reserva Federal. La noción de que el mercado espera un giro de política monetaria en el futuro cercano es un fracaso en su estrategia comunicacional. ¿Por qué el mercado no les cree? Si el mercado piensa que la Reserva Federal no terminará el trabajo, estas “expectativas” hacen el trabajo de la Reserva mucho más difícil. Eso atenta a su credibilidad. Y la falta de credibilidad en un banco central normalmente se traduce en mayores presiones inflacionarias. El solo hecho de que las personas esperen un incremento en los precios, debido a una mala política monetaria, incrementa el gasto. Lo que obliga a los miembros de la Reserva a ser más duros en su discurso para la próxima vez. De esta forma, bajar las expectativas. En el proceso, ¡adiós  rally alcista! (otra vez).

Cierto. Tarde o temprano, se dará ese giro. Pero, para que ese giro se pueda dar, necesitamos varios meses consecutivos de reportes favorables de inflación. La inflación debe bajar. Debe bajar de un modo sustancial. Y debe mantenerse abajo por un buen tiempo. Después de que esto ocurra, podemos hablar de un giro. Si, por lo contrario, la Reserva Federal cae en la trampa de ceder a la presión y, en efecto, nos sorprende con un giro apresurado, el problema se volverá peor. Porque sería cometer el mismo error que se cometió durante la década de los 70s. Entonces, una crisis de dos o tres años se puede transformar en una crisis de una década o más.

Es muy raro que una reversión de tendencia se produzca con suposiciones infundadas y pensamientos ilusorios. Esto es algo típico de los rallies de mercado bajista que se nutren de falsas esperanzas. Lo que es algo muy normal durante un mercado bajista. Y es parte natural y característico del clima volátil predominante en tiempos de alta incertidumbre.

El pesimismo exagerando es tan cegador como el optimismo iluso. La incertidumbre genera muchas dudas. Y, con las dudas, llega la volatilidad. Los alcistas no quieren perder oportunidades. Y los bajistas no quieren perder dinero. En consecuencia, el mercado se convierte en una montaña rusa debido a estas dos presiones.

Claro que las fallas en las cadenas de producción y distribución sí han mejorado en comparación a doce meses atrás. Hace un año, los atascos en los puertos eran un desastre. Eso ha mejorado bastante, por ejemplo. El problema con el suministro de semiconductores y automóviles de segunda mano estaba todavía a flor de piel. Y, ciertamente, es probable que, en los próximos meses, los mercados estén mejor adaptados a las distorsiones causadas por la invasión rusa en Ucrania. Lo que seguramente bajará los precios de varios rubros. Por último, China seguramente tendrá un 2023 sin tantas restricciones. Lo que no es malo. O sea, sí hay muchas razones para el optimismo.

Sin embargo, una cosa es tener razones para el optimismo y otra cosa muy distinta es decretar el fin de la crisis. Cierto que hemos ganado varias batallas, pero la lucha se volverá más dura para el próximo año. Debemos recordar que la meta es 2% de inflación interanual. Lo que no es nada fácil. Sobre todo, no es nada fácil con un mercado laboral estadounidense todavía sumamente sobrecalentado. No podemos asumir con tanta facilidad que una batalla ganada representa el fin definitivo de la lucha. No podemos descontar con tanta determinación la posibilidad de reveses, obstáculos y retrasos en nuestro porvenir. Nuestro problema es complejo. Y la solución es igualmente compleja. Aquí no estamos comiendo mandarinas. Las personas se ilusionan con facilidad, porque el ser humano es iluso por naturaleza. Es muy propenso a las esperanzas (falsas o reales). 

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