El elemento contracultural en este espacio es evidente. Obvio que la comunidad cripto cuenta con un fuerte componente político. El sentimiento es claramente anti-estatal debido a sus vínculos con los libertarios y anarco-capitalistas. Se podría decir que la comunidad cripto es el hijo de un escarabajo del oro casado con Silicon Valley. En la fusión, se ha creado una idolatría que combina la tecnología y el fundamentalismo de libre mercado. En el fondo, lo que todas estas ideologías reflejan son las raíces protestantes de nuestros amigos del Norte que defienden un individualismo radical muy al estilo de Ayn Rand.

Las redes sociales facilitan la agrupación de personas con ideas comunes. Con el individuo en el centro y la tecnología como agente organizador, se promueve la utopía libertaria. Claro que toda revolución tiene sus enemigos. En este caso, el enemigo es el Estado. Bueno, en realidad, se habla de la centralización como el mal mayor. De hecho, podemos ir más allá. Podemos, incluso, desconfiar del prójimo. Según este nuevo mundo, lo único confiable (que no sea el individuo) es la tecnología: El algoritmo.

¿Acaso no podemos confiar en el otro? No, al parecer, no podemos. Voy a ilustrar esto con un ejemplo. Les recuerdo la frase tan popular: “No tus llaves, no tus monedas”. ¿Qué significa esto? En la práctica, significa que ya ninguna persona puede dar crédito (confianza) a otra. O sea, el pasivo de otro no puede ser nuestro activo. Digamos que tengo un bar y un cliente no tiene dinero una noche. Yo podría anotar esa deuda en mi libro como un activo mío. Sin embargo, ese activo no está en mis manos. ¿No tus llaves, no tus monedas?

Ahora supongamos que un banco te ofrece un interés por tu dinero. ¿Te conviene ese negocio? Si le das tu dinero al banco, tu dinero se convierte en un pasivo para el banco. Pero sigue siendo un activo para ti. A pesar de que no cuentas con la custodia de ese activo, la propiedad sigue siendo tuya. Porque custodia no es sinónimo de propiedad. Sin embargo, un equívoco se insinúa en la frase: “No tus llaves, no tus monedas”.

El capitalismo, en gran medida, se basa en que otros pueden trabajar nuestra propiedad. Digamos que tenemos una tierra. Bueno, otra persona podría trabajar en nuestra tierra. Y nosotros podríamos recibir una compensación por dar ese derecho. En ese caso, una persona es el usuario y otra persona es el propietario. Este tipo de relación existe entre prestamista y prestatario, existe entre arrendatario y arrendador, y existe entre custodio y propietario.

Ahora bien, en un esquema de individualismo radical, la autosuficiencia es la única opción legítima. Lo que implica que todos los roles caen en el individuo. Es decir, el propietario debe ser también el custodio. En los tiempos de Thomas Jefferson, el granjero Yeoman se consideraba el ejemplo perfecto de la libertad debido a su autosuficiencia. El trabajador-propietario operando de manera independiente y autónoma. No es raro que se piense que toda dependencia o interdependencia es nociva.

En el mundo real, si un custodio incumple con su compromiso, el propietario puede ir a los tribunales en busca de justicia. ¿Pero cuál es la opción no estatal de la utopía libertaria? El libre mercado. Se trata de una especie de ensayo y error en busca de los actores más honestos. Pero los radicales van más allá. Los radicales defienden evitar toda relación con terceros. Lo que implica romper con la relación custodia-propietario. El propietario debe ser su propio custodio. Y presentar la idea “no tus llaves, no tus monedas” como una verdad evidente.

En las redes sociales, la corriente militante promueve esta noción de que el propietario debe ser su propio custodio en todo momento y en todos los casos. Esta opción, por supuesto, es válida. Sin embargo, en la practica, su implicación no es universal. Muchos usuarios de criptomonedas se niegan a aceptar la visión militante en la práctica. La gran mayoría prefiere hacer negocios al estilo del mundo real. Eso significa que los sistemas centralizados, nos guste o no, también son parte fundamental de este espacio. Los exchanges centralizados son el pan nuestro de todos los días. Los fondos centralizados son compradores y vendedores de suma importante. Y los usuarios hacen negocios con otros usuarios todo el tiempo valiéndose de todo tipo de relaciones.

Ahora bien, muchos usuarios dieron su dinero a FTX. En esta relación, los usuarios eran los propietarios. Y FTX era el custodio. El colapso de FTX, debido a la malversación de fondos, significó una pérdida de dinero para los usuarios. ¿Cuál es la solución? Los militantes de “no tus llaves, no tus monedas” recurren a un te lo dije de muy mal gusto. ¿Es la autocustodia la unica solución? Para algunos, sí. Pero no para todos. En este caso, los usuarios de FTX han escogido ir a Papá Estado por ayuda. Y Papá Estado siente la presión de intervenir.

¿Y la utopía libertaria de los militantes? Los militantes serán ignorados y marginados. Su único desahogo será ir a quejarse en las redes sociales. Porque la regulación viene sí o sí. ¿Puede un mercado libre ser verdaderamente libre sin justicia? El fundamentalismo de libre mercado lo quiere en realidad es un Salvaje Oeste no sostenible por mucho tiempo. Los usuarios quieren reglas claras y supervisión apropiada. Debemos recordar que no todos los inversores son libertarios y anarco-capitalistas. La mayoría son inversores pragmáticos participando en una actividad especulativa. ¿Cuándo se convirtió en pecado invertir dinero por dinero?

Un mercado regulado significa que tendremos un mercado más maduro y confiable. Lo que atraerá a más participantes. Con un mercado regulado, para los grandes capitales, será mucho más fácil invertir su dinero. Y eso es lo que el precio necesita. Me temo que los militantes no cuentan con los números para llevar el precio a otros niveles. Y sus ideas no son tan populares como para generar un cambio verdaderamente revolucionario. Lo que seguramente obtendremos será un universo mixto y plural. Es decir, sistemas centralizados y sistemas descentralizados operando de manera simultánea. Ciertas libertades, pero, al mismo tiempo, con una mayor regulación y una mayor supervisión. De pronto, no tendremos la utopía libertaria que aspiran los militantes. Sin embargo, sí podremos tener un espacio cripto más regulado conviviendo mejor con el resto del mundo. 

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