El camino ha estado lleno de baches durante la semana. El nerviosismo sigue. Y la volatilidad sigue. Es temporada de reportes corporativos y las sorpresas han sido muchas. Sabemos perfectamente que estamos en un proceso de transición. El dinero barato tiene sus días contados. Y estamos entrando en una nueva etapa de dinero un poco menos barato. En consecuencia, los precios de los activos deben ajustarse a la nueva realidad. Los mercados están redescubriendo los precios. No son tiempos de pesimismo. Pero tampoco son tiempos de optimismo. Nos encontramos en un punto intermedio. Se podría decir que lo que domina es el escepticismo y la cautela.

Todavía no tenemos un consenso de lo que está pasando. Sin lugar a dudas, la Reserva Federal de los Estados Unidos y el Banco de Inglaterra están preparándose para subir las tasas. La compra de bonos está llegando a su fin. Por supuesto que la inflación es demasiado alta. Pero el empleo sigue creciendo. De hecho, la economía no está del todo mal. Porque, bueno, las medidas de recuperación funcionaron. Nadie espera una recesión para este año. Entonces, el panorama de un ciclo bajista en los mercados se pone en duda. Este entorno mixto se traduce en volatilidad.

Irónicamente, muchos de los reportes corporativos del último trimestre del año pasado no cumplieron con las expectativas. Al parecer, fin de año fue una decepción en más de un aspecto. Facebook (ahora Meta) fue reina de los abatidos durante esta semana. Pero hay más. PayPal no se quedó muy atrás. Mejor dicho, esta no ha sido la mejor semana para las acciones FAANGM, el sector financiero y demás.

Bitcoin y las criptomonedas, sin embargo, han luchado dignamente por mantenerse a flote. La cosa, obviamente, no está muy color de rosas. Pero todavía no hemos perdido la cordura. Hay miedo. Pero lo hemos logrado controlar un poco. Los soportes no se han roto. Y hemos tenido rebotes hermosos. Pese al nerviosismo de los inversores, las cosas no están tan mal como podrían estar. El mercado cripto ha demostrado mucha fortaleza. 

Ahora bien, hablemos, con un ojo crítico, de las criptonoticias más populares de esta semana.

Noticias como estas no inspiran mucha confianza y nos recuerdan la necesidad de mejores servicios de custodia. Este ecosistema, nos guste o no, está plagado de problemas de seguridad. Los hackeos son el pan nuestro de todos los días. Y repetir mil veces que Bitcoin nunca ha sido hackeado no nos salvará. Para efectos prácticos, un token robado es un token robado. Si un banco es robado, el hecho de que Fort Knox esté a salvo no es un consuelo. Un sistema es tan fuerte como su eslabón más débil. Y me temo que este ecosistema tiene muchos eslabones débiles. 

En este espacio, desconfiamos demasiado de los demás y colocamos demasiada fe en la tecnología. No confiamos en las instituciones. Pero confiamos ciegamente en un protocolo. Bueno, la tecnología también falla. Los desarrolladores comenten errores. Y los códigos no son perfectos.

Bueno, no sé, si el término adecuado es “regalar”. Me parece que se trata de un “staking” que genera ganancias. Es un negocio. No una dádiva. En otras palabras, no es un “airdrop” o algo por el estilo. Pienso esto, porque hay que poner un criptoactivo (BNB, BUSD o Luna). Tal vez se trata de un juego de palabras. No sé. Investiguen más por su cuenta. Yo, francamente, me perdí con las palabras “gratis” y “regalar”. Sobre todo, porque hay que ir a la pestaña “earn”, poner unos tokens en “staking” para después presionar el botón de “claim”. No entiendo. ¿Dónde está el regalo? 

Durante los periodos de buena racha, el mercado tiende a ser muy generoso como todos los proyectos. Todo tiende a subir como la espuma sin mayores explicaciones. De hecho, el optimismo parecer nunca acabar. Si un proyecto anuncia una supuesta mejora, por muy leve que esta sea, todos aplauden con gran entusiasmo. Durante los períodos de mala racha, sin embargo, el mercado no es tan generoso. La exigencia aumenta considerablemente. Y los usuarios comienzan a hacer preguntas. No todo causa gracia.

Cardano ha tenido sus períodos de gloria. El proyecto no es malo. Y nadie duda de la capacidad de sus desarrolladores. Pero el problema no yace en la tecnología. En este negocio, no solamente hay que tener un buen código. Hay que tener una comunidad que construya cosas sobre ese código. Durante el boom, todos los protocolos inteligentes crecieron como sector, impulsados por el crecimiento de Ethereum. Ahora viene la prueba de fuego. El tiempo determinará el futuro de estos proyectos.

En este espacio, si alguien adopta Bitcoin, automáticamente, se convierte en santo de nuestra devoción. Al parecer, el mundo se divide en dos: Bitcoiners y no-coiners. Los bitcoiners son nuestros amigos incondicionales. Y los no-coiners son nuestros enemigos mortales. Así de sencillo. Si un banco publica un reporte optimista sobre Bitcoin, ese banco,  automáticamente, se convierte en un gran aliado. Pero si ese mismo banco, algunos meses después, publica un segundo reporte no tan optimista sobre Bitcoin, el banco se convierte en un malvado miembro de la conspiración. Obviamente, no hay seriedad.

El Salvador convierte a Bitcoin en una moneda de curso legal y la respuesta de la comunidad bitcoin internacional es aplaudir sin condiciones. Bitcoin es un proyecto ciudadano. Su adaptación es voluntaria. Ahora bien, es moneda de curso legal en El Salvador, pero una encuesta nos dice que el 90% de los salvadoreños conoce poco o nada de la criptomoneda. ¿Cómo es eso?

Obvio que, en este caso, el dedo del gobernante tuvo más peso de la voluntad de la sociedad civil. La Ley Bitcoin en El Salvador se aprobó en cuestión de días después del primer anuncio. Nos podemos imaginar la calidad de este debate. Se aprobó la Ley y luego comenzó la campaña educativa. Claro como el agua que se trata de una decisión de arriba para abajo. Hay buenas regulaciones. Y malas regulaciones. Sin embargo, las regulaciones apresuradas e improvisadas normalmente terminan en desastre. Por llevar la palabra “Bitcoin”, no necesariamente significa que sea bueno para Bitcoin.

Los políticos, con mucha frecuencia, caen en el error de pensar que el mundo se puede cambiar con una ley. En la mayoría de los casos, esos cambios son cambios de forma. Pero no son cambios de fondo. Es muy posible que el destino de Bitcoin en El Salvador se vea unido a la popularidad de Bukele. No sería raro que el tema se convierta en un asunto político. ¿Es una imposición Bitcoin en El Salvador? ¿Acaso Bitcoin no es un proyecto libertario? Hago un llamado a la reflexión sobre este tema. 

Este es un artículo de opinión y Cointelegraph no se adhiere necesariamente a lo expresado aquí por el autor

 

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