Los inversores siempre están pendientes de las expectativas económicas porque estas afectan directamente el valor de los activos financieros hoy en día. Si creen que la economía crecerá, tienden a comprar más activos, lo que sube sus precios. Pero si esperan una recesión, suelen vender, bajando los precios. Estas expectativas se basan en datos actuales y pronósticos, como el PIB, el desempleo, la inflación y las tasas de interés, así como en las opiniones de analistas y expertos.

Por ejemplo, si se anuncia que la economía ha crecido más de lo esperado, los inversores pueden empezar a pensar que la economía irá aún mejor en el futuro. Esto podría hacer que compren más acciones, aumentando su precio.

En la situación actual, lo ideal sería lograr un “aterrizaje suave”, que es cuando la economía se desacelera lo suficiente para evitar la inflación, pero sin causar una recesión. Esto significa que se obtienen beneficios con el mínimo daño posible.

El mercado bursátil no es solo un espejo de cómo está la economía hoy. Piensa en él como una ventana que muestra lo que podría pasar mañana. La gente que invierte en bolsa piensa en el futuro. Así que, si creen que las cosas van a mejorar, pueden empezar a comprar más acciones, incluso si la economía no está tan bien en ese momento. Esto hace que el mercado suba.

Por otro lado, si la economía va bien, pero los inversores piensan que no va a durar, pueden vender sus acciones. Esto haría que el mercado baje. Es un poco como el clima: solo porque hoy esté soleado, no significa que no pueda llover mañana.

Imagina que eres un inversor. Tienes algo de dinero y quieres que crezca. Entonces, decides poner ese dinero en la bolsa de valores, esperando que con el tiempo, te dé más de lo que pusiste. Esto es invertir. No es seguro, porque nadie sabe qué pasará mañana, pero tomas el riesgo pensando en las posibles ganancias.

Los inversores siempre están mirando hacia adelante, como si tuvieran un telescopio para ver el futuro. Ellos tratan de adivinar qué empresas van a tener éxito y cuáles no. Si creen que una empresa va a hacerlo bien, compran acciones de esa empresa ahora, esperando que valgan más después. Así es como los inversores intentan aumentar su dinero, siempre con la vista en lo que vendrá, no solo en lo que está pasando hoy.

Un “aterrizaje suave” en la economía es como cuando un avión aterriza suavemente: es lo ideal. Los inversores lo prefieren porque significa que la economía va a frenar sin chocar. Es popular porque combina la esperanza de que todo saldrá bien con el sesgo de confirmación, que es cuando solo prestamos atención a la información que confirma lo que ya creemos.

Claro que no es solo optimismo sin base; es una posibilidad real. Los inversores piensan en este escenario porque hay una chance de que realmente ocurra. No es garantía, pero es como cuando ves nubes oscuras y llevas paraguas por si acaso llueve. Así, los inversores se preparan para lo mejor, pero también están listos por si las cosas no van según lo planeado.

Cuando la pandemia llegó, todos tuvimos que quedarnos en casa por nuestra salud. Esto hizo que la gente gastara menos y que muchos perdieran sus trabajos. Los bancos centrales, como la Reserva Federal en EEUU y el Banco Central Europeo, bajaron mucho los intereses y pusieron muchísimo dinero en el mercado comprando cosas como bonos. Esto fue para evitar que la economía se desplomara.

Pero cuando la gente empezó a salir y a gastar de nuevo, las fábricas y tiendas no pudieron volver a la normalidad tan rápido. Es como cuando apagas una máquina grande; tarda en arrancar de nuevo. Esto hizo que los precios subieran mucho, o sea, la inflación.

Los bancos centrales tuvieron que actuar rápido para controlar la inflación, subiendo los intereses y quitando dinero del mercado. Esto ayuda a equilibrar las cosas, pero también tiene riesgos. Si se hace demasiado, la gente deja de comprar tanto y eso puede hacer que los precios bajen, pero también puede hacer que la gente gane menos dinero y que haya menos trabajos. Es un equilibrio delicado que los bancos centrales tienen que manejar con mucho cuidado.

Un “aterrizaje duro” es cuando la economía se frena de golpe y las cosas se ponen difíciles. A veces, esto puede pasar por cosas que los bancos centrales no pueden controlar, como una guerra, un aumento en el precio del petróleo, o problemas para mover productos de un lugar a otro. Estos problemas pueden hacer que los precios suban y que los bancos tengan que mantener los intereses altos por más tiempo. Si esto sucede, la gente podría comprar menos y eso podría llevar a una crisis económica más grave. Es como un efecto dominó; una vez que empieza, es difícil de parar.

El CEO de JPMorgan Chase, Jamie Dimon, por ejemplo, espera que la Reserva Federal controle la inflación sin causar recesión. Pero también advierte de posibles problemas como la "estanflación", donde la economía se estanca, pero los precios suben. Aunque la situación actual no es tan grave como la de los 70, Dimon cree que hay que estar atentos. Hay señales de que la inflación no baja y eso preocupa a la Reserva Federal, que ya subió las tasas de interés.

Hace poco, todos pensaban que la inflación estaba calmándose y que la Reserva Federal (Fed) podría bajar las tasas de interés varias veces este año. Pero ahora, parece que la inflación es más terca de lo que creíamos y no quiere bajar. Esto hace que la idea de que la Fed reduzca las tasas no sea tan segura. La gente está empezando a dudar de ese optimismo que tenían antes. Y con los datos más recientes, algunos creen que las posibilidades de que todo salga bien y suave están disminuyendo. Es un recordatorio de que, en economía, las cosas pueden cambiar rápido.

Ahora bien, en el juego de la economía, como en la vida, no hay garantías. Lo que sí podemos hacer es prepararnos para lo mejor y lo peor, y esperar que la suerte esté de nuestro lado.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.