Después de varios meses de drama, finalmente, la adquisición de Twitter por parte de Elon Musk ha tomado lugar. En un trato, por cierto, de 44 mil millones de dólares. ¡Por fin! En su estilo característico, ya Elon comenzó con el circo. Entró a las oficinas de su nueva compañía sosteniendo un lavamanos en una especie de simbolismo lúdico. Bien sabemos que él disfruta mucho con sus mensajes ambiguos y enigmáticos. La intención, con sus payasadas, es entretener y confundir al mismo tiempo. Mediante su perfil de Twitter, se autoproclamó como “tuitero en jefe”. Escribiendo, además: “El pájaro es libre”.

Estas buenas nuevas sobre la adquisición no fueron anunciadas por los ejecutivos de Twitter. Todo el show ha sido generado por el propio Musk. Este silencio por parte de la vieja junta, de pronto, se relaciona a los despidos que tomaron lugar automáticamente con la llegada de Musk en el minuto uno. El hombre llegó a cortar cabezas con furia vengativa. ¿Era tan malvado el viejo Twitter? La llegada de Musk a las oficinas de Twitter me recordó a la llegada de los revolucionarios cubanos al Palacio Presidencial en la ciudad de la Habana durante la fiesta de año nuevo en el Padrino II. En efecto, esta adquisición se siente como un golpe de Estado. Llegó la revolución. ¡Viva la causa!

Al parecer, la conquista de Twitter por parte de nuestro caballero andante no es un negocio más. Lo que, en realidad, se quiere es “salvar a la humanidad”. El hombre más rico del mundo ha declarado en muchas oportunidades que el dinero no es importante para él. O sea, no es cuestión de dinero. Estamos hablando, prácticamente, de una monjita descalza. Con Tesla, lo que se quiere es salvar al planeta del cambio climático. Con SpaceX, lo que realmente se quiere es convertir a la humanidad en una especie interplanetaria. Y, con su compra de Twitter, lo que se quiere es salvar “el futuro de la civilización” al darle libertad de expresión a la “plaza pública digital”. En otras palabras, el “futuro de la civilización” yace en las manos de un multimillonario volátil, ambicioso, bufón y adicto a los trucos publicitarios.   

La humanidad esto. La humanidad aquello. Soy un genio con complejo de salvador. Bla, bla, bla. Todo esto suena muy bonito para enamorar al público. De hecho, su carisma es su activo más valioso. El solo hecho de que todos piensen que Elon Musk es un genio le permite recaudar capitales a granel para todos sus proyectos. ¿Y la rentabilidad para cuándo? Para el futuro. Y el futuro siempre es mañana. Los inversores de Tesla, por ejemplo, no deben estar muy contentos con este nuevo juguete de nuestro mesías. ¡Otra distracción más! En una entrevista, incluso, Elon admitió que “duele” trabajar tanto. “Nadie debería trabajar tanto”. O sea, nuestro héroe no es solo un mesías. También es un nazareno que sufre debido a su misión en este mundo. ¿Y la rentabilidad para cuándo? Supongo que la respuesta es el futuro.

Adquirir compañías, recaudar fondos, subir su capitalización de mercado, seguir adquiriendo compañías para luego repetir el proceso. He aquí el poder de la narrativa. El poder del futuro como visión en la mente de las personas. Con las promesas, se recaudan fondos. Con los fondos, se crearon productos geniales. Y, con esos productos geniales, se sigue hablando del futuro. ¿Y la rentabilidad para cuándo? No, no es el momento de la rentabilidad. Al parecer, es el momento de adquirir compañías, recaudar fondos, subir su capitalización de mercado, seguir adquiriendo compañías para luego repetir el proceso.

No es sobre el dinero. Pero sí es sobre el dinero. Porque las compañías no se compran con caramelos. Y los inversores quieren verle el queso a la tostada. Elon compró Twitter en sobreprecio al comienzo de una crisis económica. Ya sabemos que los ingresos de Google y Facebook han caído bastante debido a una baja en los gastos publicitarios por parte de muchos sectores. Entre enigmas y ambigüedades, Elon ya ha sugerido que el principal negocio de Twitter seguirá siendo los anuncios publicitarios. Pero, al parecer, se ha insinuado (de manera ambigua y enigmática, por supuesto) que se intentará crear una súper aplicación al estilo del WeChat chino. Entonces, podríamos estar hablando de un Facebook, WhatsApp, Instagram, PayPal, Google y Binance en uno. Si, en el caso de WeChat, el Gobierno chino es el guardián que controla todas las llaves. En el caso de Twitter, Elon Musk asumirá ese rol.

La derecha celebra, porque Twitter ha sido etiquetado como bastión de la izquierda woke. El viejo Twitter ha sido acusado de excesiva censura y de tener un sesgo muy marcado a favor de la izquierda. Obvio que muchos excesos se han cometido. Pero, ¿dónde termina el derecho a la libertad de expresión? ¿Y dónde comienza el libertinaje caótico del fakenews y el hatespeech? ¿Quién será el árbitro de esa plaza pública? Bueno, ahora el árbitro es Elon Musk. Estamos hablando de un sujeto sumamente manipulador en su uso de las redes sociales. De hecho, en más de una oportunidad, sus imprudencias en Twitter lo han metido en problemas con la SEC. Ahora, él es el tuitero en jefe. 

Claro que Elon Musk no es ningún tonto. Él sabe darle la vuelta a la tostada con mucha habilidad. Él es muy astuto y muy creativo. Lo que dice para sus fans en las redes es una cosa. Y lo que dice para sus inversores que financian sus empresas es otra. En lo que respecta a la censura en Twitter, podríamos asumir que tendremos una moderación más relajada que antes. Sin embargo, esa relajación no puede ser excesiva, porque Twitter, con Musk o sin Musk, está en la obligación de cumplir con las leyes nacionales. De hecho, este rechazo al extremismo ya ha sido sugerido por el mismo tuitero en jefe al decir que Twitter no se convertirá en un “free-for-all hellscape".

Ahora bien, los revolucionarios suelen hablar muy fuerte desde la oposición. Porque la utopía siempre es posible en el discurso. Una vez que llegan al poder, sin embargo, las cosas por lo general son muy distintas. Con el poder, llegan las responsabilidades. Y se descubre que construir la utopía no es tan fácil en la práctica. O sea, es más fácil hablar de la utopía que construir la utopía. $44 mil millones no son tres monedas. Lo que implica que los inversores de hoy querrán recuperar su inversión en algún punto en el futuro. La rentabilidad algún día debe llegar.

En el caso de Tesla (que es una compañía pública), la acción de Tesla ha subido tanto que sus inversores no se quejan mucho y no le dan tanta importancia a la rentabilidad por ingresos de la compañía como tal. Ahora, en el caso de Twitter (que pasó a ser una compañía privada para no cumplir con las exigencias de una compañía pública), los inversores están más limitados a la hora de liquidar sus acciones para tomar sus ganancias. En otras palabras, me temo que el “futuro de la civilización”, tarde o temprano, debe dar algo de rentabilidad.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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