En relación a Warren Buffett, nadie podría decir que carece de experiencia. 91 años son varias primaveras. Si compró su primera acción bursátil a la edad de 11 años, eso quiere decir que tiene 80 años en este negocio. No cualquiera puede jactarse de una trayectoria como la suya. El “Oráculo de Omaha” es una leyenda viviente. Se trata de uno de los inversores más exitosos de la historia. Además, es un ejemplo de constancia, dedicación y prudencia. Se podría decir que tiene la reputación de un sabio. No es un Steve Jobs o un Elon Musk. Buffett genera otro tipo de vibra. No es un genio futurista. Tampoco es un tiburón como Gordon Gekko. Warren Buffett encaja más en la imagen del abuelo bonachón que nos recomienda la sensatez y la mesura. Warren Buffett no es un fanático de Bitcoin.

En primer lugar, pienso que es un error rechazar a Buffett por viejo. Claro que es natural que los más jóvenes sientan la tentación de despreciar a las generaciones más viejas. Lo nuevo siempre quiere reemplazar a lo viejo. Los nuevos valores siempre quieren abolir los viejos valores. Es costumbre que el joven “arrogante” entre en conflicto con el viejo “obtuso”. En el fondo, es la eterna lucha entre la innovación y la tradición. La necesidad de cambiar y la necesidad de conservar.

En segundo lugar, pienso que es un error rechazar a Buffett por ser rico y poderoso. Los “revolucionarios” siempre asumen que los ricos y poderosos únicamente quieren defender el status quo para no perder sus privilegios. Eso no siempre es cierto. El éxito no siempre es cegador. En muchos casos, es libertador. ¿Por qué? Porque nos puede permitir ver más allá del resentimiento, el hambre y la necesidad.

En tercer lugar, pienso que es un error rechazar a Buffett por tener una opinión distinta a la nuestra. Todas las opiniones nos enriquecen. La opcion sensata nos acerca más a la verdad debido a su claridad. Obviamente, son necesarias. Pero la opinion “equivocada” también nos acerca a la verdad, porque las ideas necesitan de contraste y desafío para alcanzar mayores niveles de refinamiento. En conclusión, la opinión ajena hay que escucharla con mucho interés. El objetivo de un debate no es ganar la contienda. No es una batalla entre adversarios. El objetivo es encontrar la verdad. Y lo más enriquecedor del mundo es cambiar de opinión. Los dogmas, las verdades preestablecidas y los prejuicios son los pilares de la mente cerrada. Lo peor que podemos hacer es escuchar un argumento predispuesto y a la defensiva, con la cabeza ya formada desde el principio.

¿Qué ha dicho Warren Buffett sobre Bitcoin?

En la última reunión anual de accionistas de Berkshire Hathaway, el pasado 1 de mayo, Warren Buffett hacía esta reflexión:

“Si las personas en esta sala son dueñas de todas las tierras de cultivo de Estados Unidos y usted me ofrece una participación del 1% y dice: 'páguenos un precio de ganga de 25.000 millones de dólares', le extenderé un cheque esta misma tarde”.

 “Si usted me dice que posee el 1% de los edificios de apartamentos en Estados Unidos, y me ofrece participación del 1% por otros 25.000 millones por ejemplo, le extenderé otro cheque. Es muy sencillo”.

“Ahora bien: si usted me dice que tiene todo el Bitcoin del mundo y me lo ofrece por solo 25 dólares, no lo aceptaría. ¿Qué haría con él?”.

En lo personal, vengo siguiendo a Buffett desde la década de los años 90s. Todos los años leo su famosa carta a los inversores. He visto casi todas sus entrevistas. Y he leído, por lo menos, 4 libros sobre él. O sea, estoy bastante familiarizado con sus opiniones. Por lo tanto, sé que este argumento no es nuevo. Llevo más de 20 años escuchando lo mismo de su boca. Porque es exactamente el mismo argumento que usa para referirse al oro. De hecho, es exactamente el mismo argumento que usa para referirse a todos los activos no productivos. Warren Buffett siempre ha preferido invertir en acciones bursátiles y compañías, utilizando el análisis fundamental. Así de sencillo.

Ahora bien, supongamos que compramos todo el oro del mundo por 10 billones de dólares. Estamos hablando de un bloque impresionante de un metal bastante bello. En 10 años, en 20 años, y en mil años, ese bloque será el mismo material inerte de siempre. ¿Para qué nos sirve? No nos sirve de mucho. Se trata de una inversión improductiva. Ahora supongamos que con ese mismo dinero compramos compañías, inmuebles, y tierras. En ese caso, otro gallo canta. Porque todo eso produce bienes y servicios. Se trata de activos productivos. En otras palabras, el argumento de Buffett no es totalmente descabellado. De hecho, tiene razón.

¿Qué es Bitcoin? Bueno, Bitcoin es un código en un base de datos. Bien sabemos que un código por definición es una abstracción. O sea, un sistema simbólico carente de valor intrínseco. ¿Qué representa ese código? Representa un valor monetario. Una tasa, porque el valor monetario se fija en números. Bitcoin, más que una tecnología digital, es una tecnología social. Ahora bien, esa tasa es variable. Por ende, la mayoría de los inversores compran Bitcoin esperando una eventual apreciación de su precio para, de esta forma, obtener una ganancia. El código, por supuesto, no se come. El código por sí solo no sirve de nada. No hay activos subyacentes, ni productividad, ni dividendos, ni ventas anuales. Lo único que existe es un código cuyo precio fluctúa. En otras palabras, Bitcoin es un activo especulativo como el oro. Los escarabajos del oro usan un metal para saldar sus cuentas. Los bitcoiners usan, en su lugar, un código. Pero el principio fundamental es básicamente el mismo. Lo que varía es la ficha (token) utilizada.

Warren Buffett no invierte en activos no productivos. ¿Cuál es el problema? No es el fin del mundo. Eso no implica que esté “equivocado”. De hecho, sus argumentos son bastante sensatos. Francamente, pienso que tiene mucha razón. Sin embargo, eso no implica que yo, en lo personal, no pueda colocar mi dinero en activos no productivos/especulativos. Obvio que son activos más difíciles de valorar con objetividad que en el caso de una compañía. Obvio que es muy difícil predecir con precisión la demanda en el futuro. Obvio que implica asumir un riesgo bastante alto. Y sí, por supuesto que la teoría del más tonto es aplicable. Sin embargo, hay que poner el pan en la mesa de alguna manera. O sea, Buffett tiene razón, pero, igual, va preso. Una vez más el pragmatismo le gana a la teoría. El secreto es ser el menor de los tontos. 

Conocí Bitcoin en el 2015. Desde entonces, he recuperado con creces mi inversión inicial. Por ende, estoy bastante satisfecho. Si Bitcoin y todas las criptomonedas se van mañana a cero, mi portafolio estaría registrado ganancias superiores al S&P 500 durante los últimos siete años. El asunto es que a mí me gusta vender fracciones de vez en cuando para colocar dinero en otras inversiones en el contexto de un portafolio diversificado y balanceado. Invierto en Bitcoin, pero siempre a la defensiva. Tomo ganancias anticipando una eventual caída. Y compró por goteo buscando el mejor precio y haciendo dollar cost averaging. En mi opinión, Buffett toca un buen punto. Sin embargo, hay muchas maneras de matar las pulgas.  

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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