Tesla es un milagro. Y, definitivamente, ha sido una de las historias más sorprendentes de este año 2020. Esta compañía de Silicon Valley, que básicamente comenzó con un sujeto armando baterías en el patio de su casa, después de anunciar sus datos de producción y entrega de autos en el segundo trimestre del año, ha logrado desbancar a Toyota como el fabricante de autos más valioso del mundo. El valor de las acciones de Tesla en Wall Street subió en un 4% el pasado miércoles primero de julio, elevando su capitalización de mercado hasta casi 201 mil millones de dólares. Tesla vale más del doble que Volkswagen, cuatro veces más que Mercedes-Benz y ocho veces más que Ford. También vale más que Disney y Coca-Cola. Y sí, es más grande que Bitcoin.

Este ha sido un año increíble para esta compañía, dirigido por el carismático Elon Musk. El precio de su acción en julio del 2019 estaba en aproximadamente 250 dólares. Hoy, 12 meses después, y en medio de una dolorosa crisis mundial, su acción se cotiza en un poco más de 1.200 dólares. Es temporada de reportes y, mientras otros están sufriendo con sus números, Tesla los se celebra y los muestra con orgullo. Porque, pese a los contratiempos relacionados al coronavirus, Tesla entregó más de 90 mil vehículos en el último trimestre. La compañía logró más producción y más ventas. Después de largos años de trabajo incansable, el sueño se está haciendo realidad. Ya le estamos viendo el queso a la tostada. 

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Ahora bien, si analizamos los números de la competencia, nos daríamos cuenta que, de hecho, Tesla todavía es una compañía relativamente pequeña. Las ventas de Toyota, Volkswagen o BMW son mayores. Es decir, a primera vista, su valoración actual parece absurda, porque no se refleja en los libros. Entonces, podría decirse que ese precio que hoy vemos esencialmente es el producto de la especulación y no se sustenta sobre la base de unos fundamentales fuertes.

De hecho, ese no sería un análisis descabellado. En efecto, es muy sensato. Si alguno decide comprar toda la compañía hoy para liquidarla y venderla en partes, ni en sueños recuperaría el monto pagado. Sin embargo, Tesla vale lo que vale y la mayoría de los analistas todavía no están diciendo nada sobre una sobrevaloración. El consenso de Wall Street es que Tesla es una acción para mantener. En otras palabras, se piensa que la valoración actual es, más o menos, justa. No es una baratija, pero tampoco es un robo. Increíble, pero cierto. 

¿Por qué Tesla vale tanto? Compañías como Tesla no se miden como se miden compañías como Toyota o Coca-Cola. Normalmente, no se realiza una valoración en valor fundamental al estilo de Warren Buffett. Porque Tesla no es una compañía de valor, sino de crecimiento. Entonces, se valora básicamente como una startup. Su valor no yace en sus activos, sus ingresos o su tamaño actual. Su valor yace en su futuro. Es decir, el precio de hoy no es realmente el precio de hoy. En realidad, es el precio del futuro. En este sentido, sí Tesla es, en gran medida, especulación. Pero no en el sentido peyorativo de esta controvertida palabra. Idea o pensamiento no fundamentado y formado sin atender a una base real. “Especulación”: del latín speculari, que quiere decir  “mirar desde arriba, desde una atalaya, observar y más tarde espiar”. Me refiero a esto último. Visión de futuro. 

Los inversores de Tesla están comprando hoy para comerse el pastel mañana. Pero no es una apuesta ciega. Todo se basa en una hipótesis. Ahora bien, ¿cómo unos soñadores en un garaje con la ayuda un multimillonario de Silicon Valley lograron convertirse en menos de 20 años en el fabricante de autos más valioso del mundo? Se creía que esta tarea era simplemente imposible. Desde la creación de Chrysler en 1925, nadie había podido lograrlo. No me refiero solo a ser el primero. Eso sería pedir demasiado. Me refiero a simplemente sobrevivir. Pequeños proyectos, sí. Pero una compañía de autos compitiendo verdaderamente con los chicos grandes, nah.

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Este éxito se lo podemos atribuir a tres cosas: Primero, a su tecnología. Segundo, a su estrategia de negocios. Y, tercero, a su carismático CEO, que es un encantador de serpientes y creador de milagros. El producto es bueno y la tecnología es superior. La joya de su arsenal es la batería. Y el motor eléctrico. De hecho, la tecnología de Tesla es tan buena que Tesla es proveedor de su competencia. Eso nos dice mucho. Las baterías. Los motores. El software. Las partes. Y su habilidad de integrarlo todo junto para hacer magia. Esa es la salsa secreta de Tesla. Toyota puede fabricar un gran auto, pero no tiene la salsa secreta.

Ahora bien, la estrategia. Tesla no es realmente una fabricante de autos en competencia con Toyota, Ford, o Volkswagen. En realidad, es una compañía cleantech. Y es el líder indiscutible de un sector emergente. Todo sabemos que cleantech es el futuro y Tesla está a la cabeza de ese futuro. Tesla no está compitiendo con nadie. Tesla fundó (prácticamente) un nuevo mercado y se está convirtiendo en un monopolio dentro de este mercado. En el mundo verde del mañana, Tesla recibirá los cheques más grandes.

Y, por supuesto, está la narrativa de Tesla y el héroe encantador. Eso ayuda mucho. Nuestro Tony Stark del mundo real. El personaje que nos ha puesto a soñar en un futuro extraordinario con sus cohetes espaciales, energía limpia, colonización de Marte, túneles subterráneos, robots e inteligencia artificial. El mundo está enamorándose de la visión de Elon Musk. Y los sueños venden. Pese a sus excentricidades y a su apetito por los grandes riesgos, el mercado confía en las capacidades de Elon Musk. La gente piensa que él hará posible lo imposible. Los supersónicos, Star Trek, las Guerras de las Galaxias, Isaac Asimov y todo eso. Y eso en la mente de muchos vale más de 200 mil millones de dólares.

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Bitcoin es otro juego. La comparación es necia, porque estamos hablando de cosas muy distintas. Un análisis profundo de esto sería demasiado largo y tedioso para un artículo de este estilo. Pero podría resumirlo de la siguiente manera: Tesla vale más que Bitcoin, porque tiene en estos momentos más compradores y menos vendedores. Es decir, hay más dinero en Tesla que en Bitcoin. En términos generales, la comunidad Tesla en números es más pequeña que la comunidad Bitcoin, pero la comunidad Tesla es más acaudalada. Más de la mitad de las acciones de Tesla están en manos de instituciones y fondos de inversiones. Es decir, Tesla ha logrado conquistar a los grandes capitales.

Bitcoin es grande entre particulares. Jóvenes, capitalistas de riesgo, libertarios, especuladores, minoristas. Todavía no hemos podido a atraer a los grandes capitales. No inspiramos aún la suficiente confianza. Bueno, debido a nuestra inmadurez, tal vez. Debido a la narrativa. Debido a la falta de un plan coherente y unitario. Debido a las limitaciones técnicas. No sé. De pronto, nuestras “fallas” en una comparación con Tesla son producto en gran parte de nuestro modelo descentralizado. Y, nos guste o no, la descentralización implica cierto caos y desorden. Claro que la descentralización es parte de la magia de Bitcoin. ¿Entonces? ¿Qué hacemos?

Bueno, la moraleja aquí podría ser que la descentralización no implica necesariamente falta de organización o coordinación. Siempre vivimos bajo un falso de dilema en torno a la descentralización. Por un lado, se piensa que toda organización es “comunismo” y que tener un plan grupal siempre es opresión. Por otro lado, se piensa que la descentralización debe ser una gallina sin cabeza corriendo como loca por el granero. ¿Es posible la planificación descentralizada? ¿Podríamos ser libres y al mismo tiempo volar juntos?  Bitcoin con un plan sensato y coordinado valdría cien veces Tesla.