El pasado 26 de junio salía a la luz una de las noticias financieras más impactantes de los últimos años, al menos a escala europea. El banco y empresa de pagos Wirecard,  que incluso había conseguido entrar al selecto club del índice DAX alemán, quebraba después de que la firma de auditoría EY descubriese un agujero de casi 1,900 millones de euros en sus cuentas contables. Teniendo en cuenta esto, desde ID Finance compartieron su visión con Cointelegraph en Español, sobre cómo este caso podría cambiar la regulación en materia fintech.

“Era la crónica de una muerte anunciada, al menos para los máximos responsables de la compañía, que hace más de cinco años comenzaron a inflar la facturación de la empresa con ingresos falsos que teóricamente estaban depositados en una sociedad ficticia radicada en Filipinas. Su objetivo era mejorar la imagen de la empresa para atraer a potenciales inversores y clientes”, señalaron desde ID Finance. 

En vista del impacto mundial de la noticia, muchos usuarios comenzaron a preocuparse por si su dinero tenía algún tipo de vínculo con Wirecard, pues la mayoría de ellos probablemente ni siquiera conocían su existencia. Sin embargo, millones de clientes de aplicaciones tan populares como Curve, Pockit o Anna Money, todos ellos clientes de Wirecard, han sufrido el impacto de esta quiebra, viendo cómo su dinero estaba congelado y sus tarjetas bancarias habían dejado de operar.

La regulación detrás de Wirecard

Cuando Wirecard se declaró insolvente, dentro del mundo financiero corrieron las voces que abogaban por una mayor regulación y control de los mercados financieros”, explicaron desde ID Finance

Uno de los principales problemas fue que los reguladores no clasificaron a Wirecard como holding financiero y, por tanto, no sometieron a esta empresa a los estándares de control bancarios”, agregaron luego

En realidad, Wirecard es una fintech que hace uso de las nuevas tecnologías para proporcionar una infraestructura de pago de mayor calidad a sus clientes, y que, entre otras cosas, ha sido clave para que algunas fintech como Revolut pudieran crecer y consolidarse en el mercado. Esta característica les hace estar fuera de la regulación financiera tradicional ya que no se rigen por las mismas normas ni los controles que el resto de entidades a nivel europeo. 

 “Un agujero regulatorio que ha puesto sobre la mesa la necesidad de auditar y controlar este tipo de empresas, y que incluso ha socavado en cierto modo la credibilidad de Alemania como centro de negocios financiero a nivel europeo”, opinaron desde ID Finance.

“Con todo, la quiebra de Wirecard no parece tanto un fracaso de un sistema regulatorio, ya que ha emergido como consecuencia de una mala praxis generalizada que ha provocado un agujero en las cuentas contables de la entidad difícil de detectar por los reguladores. El buen funcionamiento de la empresa no hizo sospechar de lo que se venía encima, pero al menos sí abre el debate para que este tipo de bancos y empresas, con una fuerte base tecnológica, se equiparen con el resto de bancos a nivel regulatorio. De hecho, tal y como ha afirmado el letón Valdis Dombrovskis, vicepresidente de la Comisión Europea, en declaraciones al Financial Times, ya se están buscando fórmulas para fortalecer el sistema y así evitar que este tipo de situaciones sucedan de nuevo”, añadieron.

¿En qué debería fijarse el consumidor a la hora de elegir su proveedor de servicios financieros?

La quiebra de Wirecard ha evidenciado la necesidad de analizar dónde tienen los usuarios depositado su dinero. Una de las formas de saber qué empresas están reguladas es revisar las que tienen licencia bancaria, un requerimiento legal para que las empresas y los bancos puedan desarrollar su actividad con dinero de terceros.

Sin embargo, esto no quiere decir que las entidades que no tengan licencia bancaria no sean seguras. Las fintech pueden complementar los servicios de depósito y custodia del dinero con otros productos y servicios complementarios que hagan uso de nuestra información bancaria. Además -según ID Finance-, la reciente regulación PSD2 a nivel europeo, y otras como la futura ley para la Transformación Digital del Sector Financiero en la que ya se está trabajando, “mejora la seguridad, abre las API bancarias a terceros para que puedan desarrollar nuevas aplicaciones, permite el intercambio de datos de los clientes y pone al usuario en el centro del negocio bancario”. 

Y, sobre todo, han sido el impulso definitivo que necesitaban las fintech para lanzar nuevas aplicaciones y soluciones adaptadas a las necesidades de cada usuario”, afirmaron.

De hecho, gracias a su amplia base tecnológica, las fintech son más ágiles a la hora de adaptarse a los cambios de esta industria y, además, pueden complementar a los bancos y ofrecer servicios financieros más innovadores.

Alexander Dunaev, COO y cofundador de ID Finance, habló en este contexto y dijo: 

“Nos dirigimos hacia un ecosistema abierto donde las fintech, las entidades bancarias y los reguladores deberán ir de la mano. Si todos los actores implicados son capaces de colaborar de manera conjunta, este nuevo paradigma sólo traerá beneficios para todas las partes”.

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