La frase “1BTC = 1BTC” se convirtió en tendencia en Twitter por unas horas a principios de semana durante el colapso del precio. ¿Por qué? La enigmática frase normalmente se utiliza para expresar que el precio del Bitcoin no importa mucho, porque la cantidad de Bitcoin siempre es igual. Es decir, si tenemos un 1BTC en nuestra cartera, pese a las fluctuaciones, siempre tendremos un 1BTC. Por lo general, la frase también insinúa que 1 dólar no siempre es 1 dólar, porque los dólares se crean y destruyen todo el tiempo a capricho de la Fed. Además, el dólar pierde valor debido a la inflación. Sin embargo, el suministro de Bitcoin es escaso. 

La frase en el fondo representa el fanatismo delirante dentro de la comunidad Bitcoin. La idea de que Bitcoin es un bien en sí mismo. Casi que un objeto sobrenatural. En otras palabras, Bitcoin, en el caso de algunos, se ha convertido en un fetiche adorado por un culto extraño. Si bien es cierto que la promoción es clave en esta industria, muchos han llevado esto a un extremo. ¿Cuál es la meta? Acumular BTC frenéticamente hasta el final de los tiempos. Nunca vender. ¿Por qué? Porque BTC es la moneda maravilla que salvará al mundo de todos sus pecados. Conocer Bitcoin es conocer “el problema del dinero”. La escasez y la descentralización son los elementos mágicos que componen Bitcoin. Esta realización me convierte en un iluminado con luces saliendo de mis ojos. Todo lo que no es Bitcoin es una estafa y un engaño. El problema es que muchos allá afuera se comen ese cuento después de ver un par de documentales en Youtube para, luego, convertirse en trolls de Twitter.

¿Qué es Bitcoin? Bitcoin es un código. Una serie de letras y números en una base de datos. Y un código nunca es igual a sí mismo. Un código siempre representa otra cosa. Se trata de una abstracción como los idiomas y las matemáticas. Un código es A = B. En 1929, el pintor surrealista René Magritte nos recuerda con su obra que la representación simbólica de una pipa no es una pipa real. O sea, A≠A. Don Quijote de la Mancha se considera un chiflado por tomarse demasiado en serio los libros de caballería que leía. Estas novelas son obras de ficción. Se trata de mundos construidos con letras en un papel. Se sienten reales, pero, en realidad, no lo son.

¿Qué es Bitcoin? Bitcoin es un código. Y ese código representa una tasa de cambio. BTC= Precio del día. Se trata de un medio de intercambio. Por definición, un medio es un medio. No es un fin en sí mismo. Bitcoin es lo que podemos intercambiar por él. El inversor compra Bitcoin en busca de un rendimiento superior a las alternativas. O sea, la intención es ganar dinero para obtener crecimiento financiero. En este contexto, Bitcoin es un ticket que se puede canjear por bienes y servicios. Es un medio para un fin. Para poner comida en la mesa. Para poner un techo sobre la cabeza. Para adquirir cosas en concreto y mejorar nuestra calidad de vida. El precio de Bitcoin importa muchísimo. Porque con un Bitcoin caro podemos comprar más cosas que con un Bitcoin barato. Así de sencillo.

No tiene sentido alguno acumular BTC por el solo hecho de acumular BTC. ¿Por qué querría tener yo un código inanimado en mi bolsillo? De nada me sirve tener un código escaso y descentralizado, si no le va a aportar valor a mi vida. Y Bitcoin es valioso en la medida que su precio sube. El inversor crece cuando compra barato y vende caro. Si el precio baja, estás en rojo. Y si el precio sube, estás en verde. Las pérdidas son reveses. Y las ganancias son victorias.

Ahora bien, luego tenemos a personas como Michael Saylor, el CEO de Microstrategy, que han invertido bastante en Bitcoin y usan la promoción fanatica para intentar subir el precio. Para una ballena es negocio tener un culto irracional con tendencias extremas. “Compra la caída”. “Hipoteca tu casa”. “Nunca vendas”. “No importa que el precio se desplome en un 70%”. “Sigue comprando”. En caso de duda, se aplica la misma estrategia de los cultos. “Tú no entiendes”. “El mundo está en contra de Bitcoin”. “La victoria final es nuestra”. Tener un culto es muy conveniente para los gurús. Señores, todo es un show montado por manipuladores de oficio.

Los mineros, los exchanges, la prensa, los fondos y las ballenas son partes interesadas. Obvio que ellos van a defender a capa y espada su producto. A todos nos conviene alimentar a esa bestia. Ahora pensemos en el joven ingenuo e impresionable que recurre a Twitter en busca de respuestas. Él está entrando en una piscina creada por tiburones. Pertenecer a un culto es seductor, porque nos convertiremos en un “héroe de la historia” sin mucho esfuerzo. Somos parte de la comunidad de “salvados”. Y, en poco tiempo, conocemos todas las verdades del universo. Y, de hecho, podemos llamar “idiotas” a Warren Buffet, a un premio Nobel de economía, a la Reserva Federal de los Estados Unidos y a media humanidad al mismo tiempo mientras recibimos el apoyo incondicional de nuestros hermanos de culto.

Lo cierto es que la gente sensata es mayoría en este mercado. Los militantes, fanáticos y chiflados ciertamente son los más ruidosos en las redes sociales. Pero los libres pensadores, pragmáticos y moderados son la mayoría silenciosa que gana en números. Es decir, a muchos de nosotros sí nos duele nuestro dinero. Trabajamos duro para conseguirlo y no queremos perderlo en cruzadas idealistas. Hay que comprar el abasto todas las semanas. Hay que pagar la renta todos los meses. Y alguien tiene que pagar las cuentas de la casa. La sociedad me pide fiat por los bienes y servicios que consumo. Me guste o no, mis gastos mensuales están marcados en dólares.

Nadie en su sano juicio puede decir que un Bitcoin en 10 millones de dólares es igual a un Bitcoin en 3 dólares. La diferencia es del cielo a la Tierra. Yo conocí Bitcoin en 300 dólares por unidad. Y, cuando Bitcoin alcanzó su máximo de 68 mil dólares el año pasado, caminaba por la calle creyéndome Elon Musk. Sentía que todo era prácticamente gratis. Mi vida es otro con el aumento del precio de Bitcoin de los últimos 6 años. En carne propia, sé que el precio importa mucho. El precio puede marcar la diferencia entre un viaje a Europa y un viaje a la tienda de la esquina. El precio puede marcar la diferencia entre una Ducati y una bicicleta. Les confieso que yo compro Bitcoin por el precio, esperando que se vaya a la Luna. No me como ese cuento chino de “1BTC = 1BTC”. 

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

 

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