Latinoamérica se ha convertido en un territorio fértil para Bitcoin y otras criptomonedas. El volumen de intercambio a través de Localbitcoins ha crecido de manera importante, pero también el interés de la opinión pública. ¿Qué tiene esta región que es tan favorable para Bitcoin?

Los cuadros nacionales de cada uno de los países tienen sus diferencias, es decir, no hablamos de un bloque homogéneo. Al difícil momento socio-político que vive Venezuela, se suman sin diferencia el desmejoramiento de la economía argentina; el empuje chileno; el renovado interés en el desarrollo del país del Estado y los emprendedores colombianos, las políticas de desarrollo y el nuevo rumbo de México, la imponente presencia de Brasil -siendo uno de los países más importantes del mundo-; y así, cada país de la región, con propios matices, demuestra un interés en Bitcoin que podríamos calificar como generalizado.

En este artículo enumero las que considero son algunas de las principales razones para esta realidad, con un panorama alentador sobre las potencialidades que pueden tener Bitcoin y otras criptomonedas para el mejoramiento de la región.

Economías en desarrollo

La economía Latinoamericana está compuesta por países que aún están en vías de desarrollo. El crecimiento de países como Perú, Chile y Panamá también ha tenido incidencia en el interés de sus ciudadanos en Bitcoin y los criptoactivos, tanto como un medio de inversión como para crear servicios y productos asociados a su funcionamiento.

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El nacimiento de nuevas casas de cambio o de empresas especializadas en cajeros automáticos y puntos de venta, entre otros negocios, demuestra que los criptoactivos también se están tomando en cuenta a nivel corporativo y empresarial. A pesar de que estas iniciativas puedan ser aún incipientes o tener un alcance relativamente pequeño, los emprendedores latinoamericanos cada vez se animan más a probar con negocios asociados a esta tecnología.

Sé tu propio banco

Uno de los principales elementos a favor de Bitcoin en Latinoamérica es la oportunidad de contar con una plataforma global de servicios financieros (aunque con sus propios matices y características únicas) para los desbancarizados. El sistema bancario tradicional ha excluido a buena parte de los ciudadanos de esta región, limitando la gestión de las finanzas personales, imponiendo su propia lógica y funcionamiento por encima de las necesidades de los usuarios.

Sin embargo, Bitcoin como red de intercambio global de valor, propone un modelo más inclusivo. Más allá de los altos costos de los que siempre se acusa a la moneda creada por Satoshi Nakamoto, Bitcoin es la única criptomoneda que ofrece el envío y recepción de dinero, de manera transfronteriza y no censurable, que requieren aquellos que aún no forman parte del sistema financiero tradicional, bien sea por no cumplir el perfil de consumidor o por no tener los recaudos necesarios. 

Estas potencialidades son una realidad tangible hoy día en la región. Bitcoin está siendo utilizado para remesas, como resguardo de valor en entornos de alta inflación y también como una alternativa comercial (aunque de bajo uso) a los sistemas de pago tradicionales.

Comunidad

De acuerdo con información de Statista, publicada en junio de este año, cinco países latinoamericanos figuran en el top-10 de países con mayor exposición a Bitcoin y otras criptomonedas. 

Según esta información, ciudadanos de Brasil, Colombia, Argentina, México y Chile han afirmado usar o poseer criptomonedas.

 

Además, Latinoamérica es escenario de varios eventos de alto alcance, en donde los distintos miembros de la comunidad de usuarios e inversionistas se reúnen. En buena parte de los países se han dado este tipo de reuniones que no hacen más que estrechar lazos entre los países de la región. 

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Existen varios equipos de alcance internacional que ya están trabajando en Latinoamérica. La Alianza Blockchain Iberoamérica, que cuenta con un nodo en cada país, es prueba de este interés. Varias casas de cambio y otros servicios asociados a las criptomonedas y los propios proyectos criptográficos tienen comunidades en los diferentes países de la región, consolidando la colaboración y el desarrollo común.

Regulación

En líneas generales, Latinoamérica aún tiene un marco legal que es amistoso o no definido sobre las criptomonedas. No hay prohibiciones taxativas sobre el uso de criptomonedas, aunque las autoridades centrales suelen advertir sobre los riesgos de este tipo de inversión. Hay países como Venezuela en donde el propio gobierno trata de avanzar en el desarrollo de una supuesta criptomoneda que, si bien no podría equipararse a Bitcoin, demuestra que el tema incluso ha llegado a las esferas del poder institucionalizado. Las criptomonedas son un tema común entre los reguladores de Latinoamérica.

El gobierno colombiano ha demostrado su apertura con respecto a la tecnología blockchain, asegurando que si su implementación a nivel estatal puede ayudar a paliar la corrupción, el gobierno podría utilizarla. Pese a que las casas de cambio han tenido dificultad para operar en el país, 2019 ha visto como Buda o Panda Exchange han retomado operaciones.

En el resto de naciones latinoamericanas también se discute un marco regulatorio, sin que el clima general que se respire sea tóxico para el crecimiento de esta industria y el bienestar de los usuarios de criptomonedas. Cabe destacar a México, cuya Ley Fintech es un ejemplo para la región y para otros países a nivel internacional. 

El saldo común es que los gobiernos aún no han atacado directamente a las criptomonedas y los entornos regulatorios más cerrados, aún no censuran ni prohíben a Bitcoin. Mientras eso no suceda, buenas noticias.

Relación con el valor

Este es un elemento que considero un poco más filosófico. 

Bitcoin originalmente nació por la necesidad que tenían Nakamoto y otros cypherpunks de proveer un sistema de valor lo suficientemente robusto como para hacer frente al dinero gestionado por bancos y gobiernos, pero también lo suficientemente auditable como para que los usuarios pudieran confiar completamente en la ejecución del protocolo, dejando los problemas éticos del reparto de valor de lado, dándole sustento posible a una economía global únicamente en la consistencia lógica de su programación.

Bitcoin tiene al menos 9 años funcionando de manera perfecta e ininterrumpida, sin que las proyecciones económicas que se hacen sobre su funcionamiento intrínseco (la inflación, la emisión de nuevos bitcoins, entre otras características) en su red, el valor que intercambian los usuarios no dependen de condiciones sociales, de conflictos políticos o de la ineptitud económica de los gobernantes. 1 BTC es 1 BTC.

Las monedas fiduciarias, por el contrario, han demostrado que su comportamiento obedece a poderes y actores de decisión que están muy por encima de los ciudadanos. El bolívar venezolano vale poco menos que nada debido a la mala gestión del gobierno, y a la misma causa podría atribuirse el declive del peso argentino. Los ciudadanos no tienen ningún tipo de control sobre el valor de su propio trabajo, que cae sin que puedan hacer nada. Esta es una constante en la historia de la región, pues a pesar de su pujanza actual, otras economías de la región también han vivido ciclos de desmejoramiento, causados principalmente por la mala administración de los gobiernos.

En este contexto económico (actual y también de alcance histórico), la relación con el valor es un tanto diferente en esta región que en países de economías más estables. La oportunidad que ofrece Bitcoin para que cada miembro de la red maneje de manera autónoma sus finanzas personales es mucho más atractiva para economías volátiles y en desarrollo, en donde el dinero suele perder su valor, que para países más estables.

Para mí, estas son algunas de las razones más importantes de la pujanza de Bitcoin en latinoamérica, del genuino interés que cada vez más latinoamericanos demuestran en esta tecnología y el alcance positivo que podría tener tanto en la esfera individual (como un medio de inversión sumamente rentable) como a nivel social. 

Las opiniones expresadas aquí son las del autor y no representan necesariamente las opiniones de Cointelegraph.com