Opinión de: Evin McMullen, cofundador y CEO de Billions Network y cofundador de Privado ID
El monitoreo de la población ha evolucionado a lo largo de los años. Primero, era a través de otras personas; más tarde, fue la recopilación de datos. En 2025, la tecnología wearable es la nueva frontera para una vigilancia pública más amplia.
Esto no es necesariamente una distopía ni es cómodo; es un nuevo paradigma en cómo nos relacionamos entre nosotros y con nuestros datos. Si bien es inevitable que las personas necesiten redefinir sus expectativas en torno a la privacidad al entrar en esta nueva era de vigilancia, ahora es el momento de aprovechar la oportunidad para dar forma a esta nueva normalidad antes de que la tecnología nos desplace de participantes activos a sujetos pasivos.
La forma de hacer esto es a través de la criptografía.
La vigilancia a través de las eras
Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, las operaciones de vigilancia e inteligencia se limitaron a lo que el ojo podía ver. Esto significaba que los agentes de policía y los detectives eran las principales fuentes de datos públicos, y la población lo aceptaba como necesario para que el estado los mantuviera a salvo.
A medida que los métodos de vigilancia avanzaron con la tecnología, como las imágenes satelitales y el monitoreo de internet, también lo hizo la incomodidad de la sociedad. La CCTV inicialmente provocó indignación entre los grupos de derechos civiles por la creación de una sociedad del "Gran Hermano". Sin embargo, con el tiempo, la población llegó a comprender que estos poderes existen para que los actores malintencionados puedan ser eliminados.
Hoy, nos encontramos en el umbral de una nueva era de vigilancia, impulsada por los wearables, las redes descentralizadas y, por supuesto, la influencia omnipresente y seductora de la IA. Esta era del "panóptico infinito" se definirá por la omnipresencia de la tecnología y una aceptación más amplia de la vigilancia.
¿Recuerdas las Google Glass? El computador wearable de Google de 2013 es ahora una pieza de museo, pero normalizó la idea de que la tecnología fuera una extensión del yo.
Avancemos hasta 2025, y los dispositivos de realidad aumentada (AR) son cada vez más comunes y sofisticados. Además de los smartphones, tenemos smartwatches, automóviles, televisores, "asistentes personales", timbres y más, todos recopilando nuestros datos 24/7. Se espera que esta tendencia continúe, con una IA más avanzada integrada en los últimos productos.
Considera las gafas inteligentes Ray-Ban de Meta, que permiten a los usuarios hacer llamadas, enviar mensajes de texto, controlar funciones y más. Apple se une a la diversión con sus propias gafas inteligentes que saldrán en 2026, las cuales ofrecerán "IA multimodal", integración con Siri y la capacidad de "analizar" el entorno del usuario.
Es la misma oferta que Big Tech ha estado haciendo durante décadas: Te daremos el futuro a cambio de datos más íntimos.
¿La diferencia con los wearables? No están monetizando tus búsquedas, sino tu tono de conversación, tus emociones... todas esas pequeñas cosas privadas que nos hacen quienes somos.
Aun así, como ha ocurrido con la CCTV y el seguimiento en redes sociales, la mayoría de la gente probablemente aceptará que esta es la siguiente fase de cómo funcionan los servicios. Esto no quiere decir que no habrá debates, pero los beneficios abrirán tantas puertas que estas prácticas serán ampliamente aceptadas.
Afortunadamente, existe tecnología que puede minimizar la invasión y maximizar los beneficios.
Tecnología cada vez más perfecta
Esta explosión de monitoreo tecnológico ha llevado a muchos debates legales y éticos sobre el derecho a la privacidad de los individuos en la era digital. Ha habido desarrollos como las revelaciones de Edward Snowden sobre el espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional de EE. UU. a ciudadanos estadounidenses comunes o el escándalo de Cambridge Analytica, que recordaron a todos los ciudadanos el valor de sus datos. A pesar de estas revelaciones y debates, la mayoría de los usuarios seguirán aceptando el monitoreo digital por sus beneficios.
Esto representa una creciente demanda de un nuevo modelo de cómo nos relacionamos con nuestra privacidad. Los usuarios pueden convertirse en participantes activos en su soberanía, teniendo voz y voto sobre qué datos permiten que se recopilen y, en última instancia, qué se hace con ellos. El paradigma está cambiando, poniendo a los humanos en control de su huella digital por primera vez.
Lo que está haciendo que este cambio de paradigma sea aceptable es una forma de criptografía: las pruebas de conocimiento cero (ZK). Las ZK-proofs significan que los datos pueden ser analizados y confirmados como válidos sin revelar cuáles son esos datos. Esta es la clave para hacer que la recopilación de datos más amplia sea justa y segura para el público en general. Que un sistema automatizado autentique la edad, dirección u otra información de un usuario no significa que ningún humano necesite verla jamás.
Esto está destinado a remodelar la forma en que la población ve la privacidad en el futuro. Nadie aboga por la destrucción de la ofuscación personal, pero entre la criptografía y el acceso con permiso, los usuarios seguirían teniendo un muro entre sus datos y la mayor parte del mundo.
La realidad es que los beneficios de las últimas tecnologías solo son posibles con la captura de datos. Para los usuarios que desean estos beneficios, un cierto grado de monitoreo invasivo es inevitable. Ahora, la infraestructura y los dispositivos utilizados para la vigilancia darán forma a las normas de la vida cotidiana.
Afortunadamente, la criptografía ofrece un camino donde todos pueden beneficiarse de un mundo donde la vigilancia inteligente es parte de la experiencia social cotidiana. Aun así, requerirá una nueva forma de ver nuestra privacidad.
Opinión de: Evin McMullen, cofundador y CEO de Billions Network y cofundador de Privado ID.
Este artículo tiene fines de información general y no pretende ser ni debe tomarse como asesoramiento legal o de inversión. Las opiniones, pensamientos e ideas expresadas aquí pertenecen únicamente al autor y no reflejan ni representan necesariamente las opiniones de Cointelegraph.