El pasado es usado, con frecuencia, para predecir el futuro. Es decir, recurrimos a la memoria para construir expectativas. Lo que no es del todo insensato. Después de todo, el pasado es una referencia orientadora muy útil. Definitivamente, la experiencia posee un gran valor práctico y educativo. Sin embargo, el pasado no es un libreto exacto de los eventos futuros. O sea, el futuro no está escrito en una gráfica. 

Ahora bien, si bien es cierto que el tiempo cuenta con muchos elementos cíclicos, eso no significa que carezca de los elementos lineales. En otras palabras, los patrones repetitivos se entrelazan constantemente con la secuencia progresiva de eventos. Lo viejo y lo nuevo marcan un camino único que combina lo conocido y desconocido de un modo bastante complejo. En conclusión, no podemos confiarnos demasiado, porque la vida te da sorpresas.

Trazar líneas en una gráfica, lamentablemente, no es suficiente para realizar proyecciones. Hablando de nuestras inversiones, el histórico del precio de un activo es obviamente relevante. Pero no es determinante. Hay que ver más allá. Uno de los errores más comunes es apoyarse en las glorias pasadas para crear un falso sentido de seguridad. La idea de que, debido a nuestros triunfos en el pasado, los triunfos en el futuro están garantizados. Este es un optimismo iluso.

Ahora bien, los inversores hacen pronosticos con la información disponible. De esta manera, se forman expectativas del futuro. Estas expectativas del futuro son muy importantes, porque las expectativas tienen un impacto en el comportamiento del presente. El inversor busca obtener una ventaja sobre los demás anticipándose. Y este es un proceso que le inyecta mucha originalidad a la progresión de los eventos. 

Los mercados tienden a cumplir sus propias profecías. Y los mercados miran más al futuro que al pasado. Porque las acciones se toman hoy y los resultados se obtienen mañana. Para ganar en este juego, debemos adquirir conciencia de los distintos contextos. ¿Cuál es la política monetaria? ¿Cuál es la política fiscal? ¿Cuál es la situación geopolítica? ¿Cuál es la situación macroeconómica? ¿Cómo está la economía? ¿Y, finalmente, cómo será el futuro en relación al hoy? 

Los mercados no se comportan igual en todos los contextos. Bitcoin, en su breve historia, se ha beneficiado de un contexto muy favorable durante sus tres últimos ciclos alcistas. ¿Cuáles fueron las condiciones en el 2013, en el 2017 y en el 2020? Me temo que estamos hablando de épocas con condiciones muy favorables para el crecimiento de activos de riesgo. La abundancia de liquidez permitió un boom especulativo que benefició a las tecnológicas, a Bitcoin y a otras inversiones de riesgo.

¿Y los halvings? Bueno, correlación no es causa. Y, además, las causas que sí son causas no siempre tienen el mismo impacto en todos los contextos. Si vemos los eventos del halving sobre una gráfica del S&P 500, uno podría llegar a concluir que los halvings han tenido un impacto positivo en el S&P 500. ¿Acaso los halvings de Bitcoin causaron alzas en el S&P 500? Obvio que no. Pero sí hay una correlación. Y lo más sensato para explicar de esta correlación es el contexto en común. No es casualidad que ambos mercados prosperarán de modos muy parecidos en etapas de abundante liquidez. Porque en la liquidez está la clave.

En este momento, el contexto es muy diferente. En lo macroeconómico, se podría decir que estamos dando un giro no visto en casi 40 años. Este cambio de paradigma es un cambio de contexto significativo. Y no es muy racional utilizar los modelos construidos únicamente con información de los últimos 13 años para determinar lo venidero. Si tomamos solamente la información de los meses de verano para hacer pronósticos, podríamos caer en el error de pensar que tendremos verano todo el año. Lo que está ocurriendo en este momento a nivel macroeconómico va más allá de las presiones cíclicas. A las presiones “cíclicas”, se le han añadido presiónes “estructurales”. Entonces, trazar líneas en una gráfica de 13 años no es suficiente.

Volvamos en el tiempo a la primavera del 2020. Los mercados colapsaron a raíz de las preocupaciones en torno a la pandemia. Los inversores temían un cuadro deflacionario muy profundo debido al confinamiento. En consecuencia, todo cayó en la anticipación de una caída generalizada de los ingresos. Los bancos centrales, entonces, se vieron en la obligación, en la forma de un plan de rescate, de inyectar cantidades históricas de liquidez al sistema con la intención de subir la demanda. Como bien sabemos, esta medida generó un boom especulativo para los mercados financieros. Y eso sucedió en medio de la crisis. Lo que a simple vista aparentaba ser una extraña contradicción.  

Luego de la impresión de dinero más grande de la historia y en medio de uno de los booms especulativos más optimistas de los últimos tiempos, Bitcoin tardó casi dos años para alcanzar un máximo histórico de $67K. En el 2020, Bitcoin creció en 4X (aprox). En el 2021, hasta el mes de noviembre, Bitcoin creció casi 3X si tomamos como referencia el máximo histórico.

Ahora muchos analistas en el espacio cripto están usando ese comportamiento de Bitcoin en el pasado para realizar predicciones alcistas para el próximo año. La gráfica nos revela un patrón. Y se asume que ese patrón se repetirá al pie de la letra para el próximo año. Entonces, comienzan las predicciones. Algunos dicen $100K. Otros dicen $250K. Es decir, básicamente, lo que se está pidiendo es un milagro. ¿De dónde saldrá tanto dinero? Lo que no se logró en 2 años, durante el boom especulativo, con las inyecciones de liquidez más grandes de la historia, se debe lograr ahora en menos tiempo y de un modo más espectacular. Y eso, sin mencionar, que se debe conseguir bajo condiciones mucho más hostiles. ¿Un crecimiento de 5X, de 10X, o de 15X en 12 meses es razonable? ¿Y esa expectativa es razonable en el contexto actual? 

Obvio que las condiciones no son las mismas. Las condiciones han cambiado radicalmente. Sin embargo, se espera el mismo resultado. Bueno, no el mismo. Se espera un resultado mucho mejor. Lo que no es muy racional. ¿Cómo va la narrativa? Bueno, el precio de Bitcoin ha bajado bastante y eso significa que está “barato”. Además, este mercado bajista ha durado lo suficiente y eso implica que debemos estar muy cerca del fondo. O sea, la recuperación está por llegar. Y, pronto, comenzará un nuevo ciclo alcista. Listo. Y todos felices para siempre. 

¿Cuál es el problema con esa narrativa? Simple. No podemos hablar de un ciclo alcista sin hablar de la demanda. Y no me refiero a la demanda del pasado. Me refiero a la demanda del futuro. ¿De dónde saldrá la demanda? ¿De dónde saldrán tantos compradores? ¿De dónde saldrá tanta liquidez? En tiempos de tanta volatilidad e incertidumbre, los inversores se están volviendo más conservadores. Los bancos centrales están retirando liquidez para controlar la inflación. De hecho, el contexto es el opuesto al contexto del 2020. O sea, el sentimiento es totalmente diferente. Se está evitando el riesgo. Y lo que se está buscando es la estabilidad. La necesidad de no perder es mucho mayor a la necesidad de ganar. ¿Cuáles son las expectativas de los inversores para el próximo año? Bueno, eso no te lo dice una gráfica. 

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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