La reciente decisión de JP Morgan de aceptar ETF de Bitcoin como colateral para préstamos a clientes acaudalados es un hito que, a primera vista, podría parecer contradictorio, dada la bien conocida postura escéptica de su CEO, Jamie Dimon, hacia las criptomonedas.
Sin embargo, esta jugada no es una renuncia a sus principios, sino una astuta maniobra que navega las intrincadas reglas establecidas por el Comité de Basilea para la Supervisión Bancaria. Este comité, conocido simplemente como Basilea, es el organismo internacional encargado de crear los estándares para que los bancos de todo el mundo sean más seguros y estables. Esta decisión es una señal clara de que, a pesar de las dudas, el mundo de las criptomonedas se está abriendo camino en Wall Street de una forma que pocos esperaban.
La clave de todo este rompecabezas reside en una distinción legal fundamental: un ETF de Bitcoin, a diferencia del Bitcoin directo, es legalmente una acción. Tradicionalmente, cuando los clientes adinerados buscan un préstamo, ofrecen como garantía sus propiedades, acciones u otros activos
Pero, ¿es un ETF de Bitcoin un criptoactivo? La respuesta, sorprendentemente, es no. Basilea define los criptoactivos como "activos digitales privados que dependen de la criptografía y las tecnologías de contabilidad distribuida (DLT) o tecnologías similares". Un ETF puede hacer referencia a un criptoactivo, pero no es el criptoactivo en sí. Esta distinción es vital porque las reglas de Basilea explícitamente prohíben que la mayoría de los criptoactivos sean tratados como colateral. Sin embargo, dado que un ETF se clasifica como una acción, encaja en la categoría de activos tradicionales que sí pueden ser utilizados como garantía.
Aquí la cosa se pone interesante, y es lo que llamamos la paradoja de Basilea. Imagina que alguien pide un préstamo sin poner nada en garantía. Para el banco, esto es como tener un riesgo total. Pero si esa misma persona ofrece, digamos, acciones de una empresa conocida como garantía, el riesgo para el banco disminuye mucho, a veces hasta casi cero. Esto es algo bueno para el banco.
Ahora, si un ETF de Bitcoin es, en esencia, como una acción, uno esperaría que funcionara igual y redujera el riesgo para el banco. Pero no es tan simple. Las reglas de Basilea también dicen que tener cualquier tipo de relación con criptomonedas, incluso si no las tienes directamente en tus libros, cuenta como una exposición a cripto. Y esta exposición viene con un riesgo enorme, muchísimo más alto que el de un préstamo normal.
Entonces, el banco se encuentra en una situación peculiar. Por un lado, tiene el riesgo del préstamo. Por el otro, al aceptar ese ETF de Bitcoin como garantía, asume un riesgo mucho mayor relacionado con las criptomonedas. Si no fuera por una regla especial, esto significaría que para el banco, tomar ese colateral de Bitcoin sería peor que no tomar nada. Es como si el riesgo de las criptomonedas anulara cualquier beneficio de la garantía.
Pero, ¿qué significa esto en la práctica para los bancos que aceptan ETF de Bitcoin? Pues, para Basilea, es como si el banco hubiera dado el préstamo sin ninguna garantía. O sea, el banco no obtiene la ventaja de riesgo cero que sí consigue con una garantía tradicional. Aunque esto es muchísimo mejor que el riesgo altísimo que podría haber sido, también implica que los bancos no se benefician de esta garantía de la misma manera que lo hacen con acciones normales, donde el riesgo sí puede bajar a cero.
El resultado práctico de todo esto es que, si bien los bancos pueden aceptar ETF de Bitcoin como colateral, es probable que cobren tasas de interés más altas en préstamos garantizados con ETF de cripto en comparación con aquellos garantizados con acciones tradicionales. Esto no es discriminación; simplemente están trasladando a sus clientes los mayores costos de capital regulatorio que implica esta "nueva" forma de garantía.
Esto marca un cambio fundamental en la dinámica del mercado, ya que los inversores adinerados podrían inclinarse más hacia los ETFs de cripto en lugar de las tenencias directas de Bitcoin. La razón es clara: los ETFs ahora ofrecen una vía para préstamos con colateral que los activos de cripto directos aún no pueden proporcionar de manera eficiente, lo que les da una ventaja funcional para individuos de alto patrimonio que buscan apalancar su exposición a cripto manteniendo la liquidez de su cartera.
Las implicaciones más amplias de esta decisión son profundas. Permite a los bancos tener una exposición sustancial a cripto a través del colateral de ETF. Esta brecha en la definición de los ETF de cripto abre una puerta para que los bancos acumulen riesgo de cripto sin los requisitos de capital proporcionales. JP Morgan, al ser uno de los bancos más grandes del mundo, actúa como un pionero, y su aceptación de colateral de ETF de cripto podría señalar una adopción más amplia en toda la industria financiera.
Esto significa que la exposición a cripto podría filtrarse al sistema bancario tradicional a través de la "puerta trasera" de los acuerdos de colateral, lo que podría dificultar que los reguladores monitoreen y midan el riesgo sistémico de las cripto.
Por supuesto, el Comité de Basilea podría, en el futuro, cerrar esta brecha de exposición al expandir la definición de criptoactivos para incluir instrumentos que "hacen referencia" a criptoactivos.
Sin embargo, tal ajuste regulatorio podría tener consecuencias no deseadas, empujando a los inversores hacia alternativas aún más riesgosas. Si los ETF de cripto fueran sometidos al mismo tratamiento punitivo de capital que las tenencias directas, se podría canalizar la inversión hacia vehículos corporativos como MicroStrategy (ahora Strategy), que mantiene Bitcoin en su balance y actualmente cotiza con primas significativas sobre sus activos subyacentes, lo que podría ser mucho más riesgoso. También hay una dimensión geopolítica a considerar.
Estados Unidos ya está contemplando la posibilidad de relajar los requisitos de capital bancario. Si Basilea endurece las reglas relacionadas con las criptomonedas, podría haber presión sobre los reguladores estadounidenses para que diverjan de los estándares internacionales, en lugar de imponer restricciones adicionales a los bancos americanos.
Esta tensión entre la competitividad nacional y la armonía regulatoria internacional podría convertirse en un tema central a medida que la integración de las criptomonedas en las finanzas tradicionales se acelera. La nueva realidad de Wall Street, donde Bitcoin, aunque sea a través de un ETF, sirve como colateral, apenas está comenzando a desplegarse, y sus ramificaciones serán, sin duda, fascinantes de observar.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

