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Gustavo GodoyGustavo Godoy

Bitcoin crece acuerdo EEUU-Reino Unido

Acuerdo EEUU-Reino Unido impulsa optimismo global y beneficia indirectamente a Bitcoin por la mejora económica y la globalización.

Bitcoin crece acuerdo EEUU-Reino Unido
Opinión

En una jornada que evoca ecos de alianzas históricas, el presidente estadounidense Donald Trump y el embajador británico en EEUU, Peter Mandelson, rubricaron un acuerdo comercial que ha insuflado un aire fresco en los mercados y, quizás, una renovada esperanza en el maltrecho panorama de la globalización.

El pacto, cimentado sobre los principios de "reciprocidad y equidad" según las palabras del propio Trump, despliega un abanico de beneficios mutuos que trascienden las tradicionales balanzas comerciales. Para el Reino Unido, se abre un horizonte de oportunidades en el vasto mercado estadounidense para productos tan diversos como el etanol, la maquinaria y los siempre cruciales productos agrícolas. Un alivio significativo llega con la agilización de los trámites aduaneros para los productos estadounidenses que ingresen a suelo británico, un paso que promete dinamizar el flujo comercial entre ambas naciones.

Sin embargo, uno de los puntos más celebrados por la industria británica es, sin duda, el tratamiento especial otorgado al sector automotriz. A esto se suma, al parecer, la eliminación total de aranceles para la exportación a Estados Unidos de los prestigiosos motores Rolls-Royce y componentes de la industria aeronáutica británica, sectores de alto valor añadido que ahora podrán competir en igualdad de condiciones en el mercado americano.

La reciprocidad, piedra angular del acuerdo, se manifiesta en el acceso que la carne de res estadounidense tendrá al mercado británico, así como en la eliminación de los aranceles sobre el etanol importado desde EEUU hacia el Reino Unido. Pero la buena nueva no se detiene ahí. En un gesto que subraya la voluntad de distensión comercial, el Reino Unido anunció la eliminación de los aranceles del 25% que pesaban sobre el acero y el aluminio británicos importados por Estados Unidos.

Este acuerdo llega en un contexto marcado por las tensiones comerciales iniciadas por la propia administración Trump, quien a principios de año impuso aranceles al Reino Unido. La posterior amenaza de "aranceles recíprocos" más elevados en abril, de la que el Reino Unido quedó exento dada la balanza comercial favorable a EEUU, mantuvo en vilo a los mercados. Si bien estos últimos aranceles se pusieron en pausa, el Reino Unido aún enfrentaba los gravámenes sobre acero, aluminio, automóviles y autopartes. Este nuevo pacto, por lo tanto, representa un paso firme hacia la normalización de las relaciones comerciales bilaterales.

Las reacciones no se hicieron esperar. Un Donald Trump exultante recurrió a sus redes sociales para calificar este acuerdo como el "primer" gran pacto, dejando entrever la posibilidad de futuras iniciativas similares. La respuesta de los mercados fue inmediata y positiva, con Wall Street abriendo la jornada con números verdes, reflejando el optimismo generado por la noticia.

Desde Londres, se destacó la "increíblemente sólida relación comercial y de inversión" entre ambos países, restando importancia a la posibilidad de que este acuerdo pueda afectar las conversaciones en curso con la Unión Europea. Sin embargo, los más prudentes advirtieron sobre la diferencia entre acuerdos comerciales limitados y pactos amplios y a largo plazo.

La firma de este nuevo acuerdo comercial entre Estados Unidos y el Reino Unido no solo representa un alivio para sectores clave de ambas economías, sino que también envía una señal poderosa al mundo sobre la importancia de la colaboración y la reducción de barreras comerciales. En un momento donde las tendencias proteccionistas y el aislacionismo han ganado terreno en el discurso político global, este pacto se erige como un faro de esperanza para la globalización.

Y es aquí donde Bitcoin, como activo descentralizado y ajeno a las políticas comerciales tradicionales, encuentra un eco positivo. La globalización, con su promesa de libre flujo de capitales y bienes, ha sido un caldo de cultivo favorable para la adopción y el crecimiento de las criptomonedas. La reducción de aranceles y la facilitación del comercio internacional tienden a impulsar la actividad económica, lo que indirectamente puede fortalecer la confianza en activos alternativos como Bitcoin.

La lógica es sencilla: un comercio más fluido y una economía global más integrada pueden llevar a una mayor liquidez y a una menor aversión al riesgo por parte de los inversores. Si bien Bitcoin no está directamente ligado a los acuerdos comerciales bilaterales, el sentimiento general del mercado y la percepción de un entorno económico más estable y cooperativo pueden influir positivamente en su valoración.

Además, la propia naturaleza transfronteriza y descentralizada de Bitcoin lo convierte en un activo que podría beneficiarse de un mundo con menos barreras comerciales y financieras. En un escenario de mayor interconexión económica, la capacidad de Bitcoin para facilitar transacciones sin las fricciones de los sistemas bancarios tradicionales y las fluctuaciones de las monedas fiduciarias podría volverse aún más atractiva.

Por todo esto, la noticia del acuerdo entre Estados Unidos y el Reino Unido, más allá de los beneficios directos para sus respectivas economías, resuena como una nota optimista en el universo de las criptomonedas. La esperanza de que la política actual, marcada por tendencias proteccionistas y la retórica de "América Primero", pueda moderarse y dar paso a una mayor cooperación internacional, es un viento favorable que podría impulsar no solo a los mercados bursátiles tradicionales, sino también al emergente y disruptivo mundo de Bitcoin. La reducción de precios y el fomento de la producción, frutos esperados de este tipo de acuerdos, son elementos que históricamente han sido bien recibidos por los mercados y, por extensión, por la principal criptomoneda del mundo.

En este teatro de lo inesperado, donde un exabrupto arancelario muta en pacto comercial, Bitcoin observa con su proverbial ecuanimidad. Resulta paradójico que un acuerdo nacido de la fricción proteccionista genere ahora vientos de optimismo globalizador. La promesa de reciprocidad, lanzada por un adalid del "América Primero", se antoja una ironía deliciosa. Sin embargo, la reducción de trabas, aunque selectiva y quizás táctica, insufla ánimo en los mercados y, por ende, en la narrativa de un futuro financiero menos constreñido por fronteras. Que esta tregua comercial impulse la producción y modere los precios es una expectativa que resuena favorablemente en el universo descentralizado, donde la fluidez y la desintermediación son axiomas. Así, Bitcoin, testigo silencioso de estas volátiles alianzas, podría encontrar en esta aparente contradicción un nuevo impulso para su propia narrativa de libertad económica.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.