¿Se nos termina la fiesta? No lo sabemos. De hecho, es sumamente difícil predecir el fin de un ciclo. Claro que la negación siempre es una opción. Siempre podemos gritar a todo pulmón: ¡No, no es el fin! De manera categórica, nos negamos radicalmente a la posibilidad de un fin, porque nuestro corazón se rehúsa a aceptar que los ciclos alcistas no son eternos. Nada dura para siempre y todo tiene final. ¿Acaso es el fin? 

Las respuestas viscerales no suelen ser muy útiles. Muchos inversores se apoyan en el pensamiento ilusorio para realizar sus predicciones. Sin embargo, interpretar el mundo para complacer nuestros deseos es un autoengaño bastante contraproducente. Por supuesto que todos queremos que el precio de Bitcoin siga subiendo. Pero el deseo no basta. De nada sirve aceptar una fantasía para perder dinero al final. ¿Es el fin? ¿Por qué? ¿No es el fin? ¿Por qué no? Lo que quiero decir es que las mejores respuestas son las argumentadas. Claro que los argumentos no garantizan en un 100% el resultado. Nadie tiene una bola de cristal. Pero hablar con base siempre es más interesante que hablar por hablar. 

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¿Cómo sabemos cuándo los mercados están sobrevalorados? El indicador Buffett compara la capitalización conjunta de todas las acciones cotizadas en los Estados Unidos con los últimos datos del Producto Interno Bruto del país. Este indicador nos muestra de un modo muy general y aproximado qué tan lejos o tan cerca de la realidad se encuentran los mercados bursátiles. Se asume que la valoración total de los negocios son un reflejo de la economía. Si la realidad dista mucho del papel, se podría decir que estamos cerca de la zona de sobrecompra. 

Se habla de los mercados bursátiles y se habla de la liquidez. Pero la variable más importante siempre es la producción. Sin producción, no hay nada. Digamos que el mundo económico se forma de dos capas. Por un lado, tenemos los instrumentos financieros (bonos, acciones, criptomonedas, metales, futuros, opciones, etc.) Por otro lado, tenemos los bienes y servicios. Lo primero se podría definir como “transferencia de riqueza”. Y lo segundo se podría definir como “creación de riquezas”. Sin creación de riquezas no puede haber transferencia de riqueza. 

En el caso de un negocio, el valor se determina por las ventas. Si el negocio no es rentable, su precio se pone en tela de juicio. Si el negocio es sumamente rentable, su cotización se beneficia. Ahora bien, en este momento el índice Buffett nos indica que los mercados están en sobreprecio debido a la fuerte disonancia entre valoración y producción. En otras palabras, estamos en medio de una burbuja financiera. El colapso se puede dar en cualquier momento. 

Por supuesto que hay un detalle. El índice Buffett ha estado emitiendo señales de sobreprecio por mucho tiempo y los mercados siguen subiendo. ¿Por qué? Bueno, la burbuja se ha mantenido viva de manera artificial. Me refiero, por supuesto, a los estímulos de la Reserva Federal de los Estados Unidos en el contexto de la pandemia del coronavirus. No se trata solamente de unas tasas bancarias cercanas a cero. También se trata de la expansión cuantitativa. El famoso QE. ¿Qué es el QE? La compra masiva de bonos soberanos y corporativos por parte de la FED. 

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La caída de la demanda debido a la pandemia creó fuertes presiones deflacionarias causando así una profunda crisis económica. Las autoridades monetarias se vieron en la obligación de estimular la economía con fuertes inyecciones de liquidez. Un ejemplo. La FED compra bonos de Apple. Apple toma ese dinero y hace un buyback. Apple, al comprar sus propias acciones, la acción sube de precio. Dichas alzas despiertan la codicia en muchos inversores y se forma un efecto dominó especulativo. La discrepancia entre producción y mercados bursátiles se ha sostenido, porque la FED lo permite de manera artificial. 

Ahora bien, en efecto, estamos en medio de una burbuja especulativa, pero eso no implica que es el fin del ciclo alcista. ¿Por qué? Porque todavía está lloviendo dinero. Mientras el dinero siga fluyendo, el precio de los activos seguirá subiendo. Esto significa que el destino de los mercados se encuentra en las manos de la FED.  

¿Cuándo comenzará a retirar liquidez la FED? Bueno, hay que estar muy pendiente de dos datos: La inflación y el desempleo. Lo segundo siendo más importante que lo primero. La FED, como una medida temporal, necesaria para estimular las cadenas de producción y distribución golpeadas por la pandemia, ha permitido una inflación por encima de los objetivos históricos. En este caso, se le está dando prioridad a la creación de empleo. Si bien es cierto que la economía muestra señales de sobrecalentamiento en muchas áreas, el sector servicios todavía no se ha levantado lo suficiente. Debemos recordar que el sector servicios en los Estados Unidos es la principal fuente de empleo. 

En reiteradas ocasiones, la FED ha manifestado que su política laxa se mantendrá por más tiempo. La compra de bonos sí se irá reduciendo gradualmente en un proceso que se conoce como “tapering”. No obstante, se aspira que la recuperación de la producción compense el cese de compras. En el verano, la inflación descansó un poco. En parte, porque el coronavirus sigue causando estragos. Y, en parte, porque las cadenas de producción y distribución sí han respondido.

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El mercado laboral se está comportando de modos muy extraños. Hay escasez de trabajadores en muchos sectores. Y, al mismo tiempo, hay mucho desempleo en otros sectores. Muchos prefieren quedarse en casa que trabajar por pagas tan bajas. Y otros prefieren quedarse en casa para cuidar a la familia. Las ayudas del gobierno explican algunas cosas de este comportamiento “raro”, pero no explican otras. 

Bitcoin está estrechamente relacionado a todo este meollo. Nos guste o no admitirlo, la liquidez del dólar es una variable determinante para el precio de Bitcoin. Bitcoin es una tasa de intercambio. No es un activo productivo. Es un activo especulativo. O sea, transferencia de riqueza. No es creación de riqueza. Lo que implica que depende bastante de lo que ocurre en los mercados financieros. Un inversor optimista invierte en activos volátiles. Un inversor pesimista no toma ese riesgo. 

Septiembre es históricamente un mes bajista. Bien sabemos que lo mejor del año es el último trimestre. La FED no subirá las tasas para este año y la economía se está enfriando un poco. En otras palabras, es bastante probable que la burbuja financiera se mantenga hasta fin de año. Todavía hay mucha liquidez en circulación. Lo que significa que no hay razones para pensar que el ciclo alcista terminó. Seguramente tendremos mucha volatilidad. Porque hay mucha incertidumbre e inseguridad. Pero así se puede seguir subiendo. Con altibajos y reveses, pero no es descabellado pensar que este año romperemos nuestro máximo histórico. No es seguro. Pero es probable. Dedos cruzados.