Si se organizara un concurso de inversores, economistas y financieros para determinar quién es el más necios entre los necios, seguramente el gran premio se lo llevaría un goldbug. Los goldbugs, o escarabajos del oro, son un gran dolor en el trasero. Tenían más de 70 años llorando, repitiendo el mismo cuento, y queriendo regresar a un mundo que nunca existió. Son los terraplanistas del mundo de las inversiones. Aficionados a las teorías de conspiración. Opositores empedernidos. Dogmáticos hasta más no poder. Buenos en los debates públicos. Populares en la prensa. Ponen un show como nadie. Pero son los locos del pueblo. Son el tío paranoico y gruñón que nadie soporta, pero que igual hay que invitar a la fiesta de Navidad. ¿Por qué no ser un goldbug? 

Un goldbug es un sujeto que va por la vida caminando con una nube gris sobre la cabeza. Ellos son el tipo de persona que se para en una plaza con un cartel anunciando el fin del mundo, denunciando las acciones del diablo y hablando del pecado. ¿Quién es el diablo? El dinero fiat. Los Bancos Centrales. El Gobierno. ¿Cuál es el pecado original? El abandono del patrón oro. ¿El paraíso? La época cuando usábamos oro con dinero. ¿Cuándo es el fin del mundo? La próxima crisis. El colapso total. 

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La mentalidad de un goldbug es tan sencilla como la mentalidad del miembro de un culto. Es un mundo sumamente simple. Todos los males del mundo se solucionan adoptado al oro como dinero. Listo. Los goldbug han construido una narrativa a prueba de balas para ganar todas las discusiones. Hablar con un goldbug es como debatir con un comunista, una negador del cambio climático o un terraplanista. Si no gana el juego, lo empata. Tenemos el paraíso perdido, el presente nefasto, y el futuro dorado. Los buenos, los malos y el gran engaño. Y, por supuesto, el héroe que lo descubrió todo con su astucia e inteligencia, el goldbug. 

Un goldbug en su versión clásica y arquetípica es Peter Schiff. Arrogante, sabelotodo, reaccionario y más necio que un borracho. Está obsesionado con Bitcoin y lo odia con locura. Bitcoin es para Peter Schiff lo que Batman es para el Guasón. Peter es como el pastor de una iglesia que todo el día está hablando del diablo. Bueno, así es Peter Schiff con Bitcoin. Es decir, Bitcoin lo vuelve loco.   

Curiosamente, en todos de los debates que he visto entre Peter Schiff y bitcoiners conocidos él siempre termina siendo el ganador. A partir de cierto punto, los bitcoiners se quedan mudos. Y lo único que siguen repitiendo como disco rayado es que Bitcoin ha sido más rentable que el oro en los últimos 10 años. Y todo para que Peter dé su estocada final diciendo que el pasado no se repetirá. Fin del debate. Otra vez ganó Peter Schiff. 

Están invitados a ver sus debates con Barry Silbert y Anthony Pompliano. Estos dos bitcoiners se quedan mudos en el mismo punto. Cuando Peter compara a Bitcoin con el dólar por no poseer valor intrínseco, los bitcoiners pierden el habla. Después de un par de segundos, los dos responden con un ataque. “Bueno, el oro tampoco tiene valor intrínseco”. ¿Y qué responde Peter? El oro es un elemento de la tabla periódica y tiene usos prácticos. Es un insumo para la joyería y para muchas industrias. Jaque mate. Otra vez gana Peter Schiff. Pese a estar equivocado, pero es mejor en el arte del debate. 

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¿Cuál es error? Bueno, Bitcoin nació de la cultura goldbug. Es decir, de cypherpunks picados por ese mosquito. Entonces, un goldbug es para Bitcoin lo que un judío es para el cristianismo. Y como todavía estamos en los primeros días, nuestra iglesia primitiva todavía se cree un goldbug, pero sin serlo realmente. Entonces, cuando el gran rabino (Peter Schiff) nos dice que no somos realmente judíos por seguir otro libro y nos quedamos sin palabras. No somos "judíos", pero nos creemos "judíos". Peter Schiff siempre gana los debates porque tiene razón. Y los bitcoiners pierden ante él porque usan un discurso equivocado para definirse a sí mismos. Bitcoin no es oro 2.0. Un Bitcoiner no es goldbug digital. Un cristiano no es un judío. 

Las divisiones internas de la iglesia primitiva giraron en torno a la verdadera identidad de la nueva religión. Un bando se veía así mismo como un judaísmo reformado y otro bando se veían como una religión totalmente nueva. Pedro vs Pablo. ¿Seguir la ley de Moisés o no? ¿Enseñar a los gentiles o no? Finalmente, Pablo resultó ser ganador. 

Esta confusión de identidad en la comunidad cripto se ve refleja a la perfección en mal uso de las palabras “fiduciaria” y “fiat”. Los bitcoiners imitando el discurso de los goldbug. Entonces, usan, como ellos, estos dos términos como sinónimos. Pero no lo son. Y, peor aún, usan el término de manera peyorativa sin saber que Bitcoin es una moneda fiduciaria. No es una moneda fiat, pero sí es una moneda fiduciaria. El oro, por otra parte, es una moneda mercancía. Por esto es que los goldbugs intercambian términos como sinónimos. En ellos, tiene sentido. Pero para no para un bitcoiner.  

Entonces, cuando Peter Schiff en un debate ataca a Bitcoin por no tener valor intrínseco y lo compara con el dólar, los bitcoiners se quedan mudos. Sus mentes se quedan en blanco, porque no pueden procesar la información de que Bitcoin tiene más en común con el dólar que con el oro. Sobre todo, después de que admitieron hace 5 minutos estar de acuerdo con Peter con respecto al dinero fiat, al decir que el dólar no tiene valor real. En ese momento de perplejidad, es cuando las neuronas de los bitcoiners se queman y salen humo de sus oídos. Peter Schiff toma su trofeo. 

Eso es algo así como vender manzanas, pero hablar como el que vende las peras. Dinero fiat es dinero por decreto gubernamental. Dinero fiduciario es dinero sin valor intrínseco. Su valor yace en su aceptación. Fiat siempre es fiduciario, pero no todo fiduciario es fiat. Es posible crear dinero fiduciario no gubernamental. Y no me refiero solo a las corporaciones o entes privados. Comunidades también pueden tener su propio dinero fiduciario. Dinero ciudadano (descentralizado) que se acepta de manera voluntaria. No es una mercancía. No es dinero corporativo. No es dinero gubernamental. Bitcoin es un ejemplo claro que ese tipo de dinero. 

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Bitcoin nos demuestra el poder de un gran pacto social. Es un acuerdo voluntario puesto en código. Bitcoin es un instrumento que une a una comunidad global creando lazos de intercambio. Es motivo de orgullo. No es para quedarse mudo ante un goldbug. Bitcoin es como el esperanto del dinero, que se creó por elección y se adopta por elección. ¿Por qué el conflicto y la pelea? Se puede hablar esperanto y se puede hablar inglés, chino o francés al mismo tiempo. 

¿Por qué debemos adoptar el discurso obtuso de los goldbugs siendo bitcoiners? Bitcoin es algo nuevo. ¿Por qué repetir como loros el mismo discurso de ese grupo de necios? ¿Por qué el dólar es el enemigo? Los goldbugs tienen más de 70 años hablando de hiperinflación y en los países desarrollados la inflación está controlada. ¿Cuántos economistas reconocidos promueven el retorno al patrón oro? Un porcentaje abrumadoramente mínimo. De hecho, un número ridículo. ¿Es realmente una buena idea? ¿Antes era mejor? 

Claro que nadie puede sacar a un goldbug de su verdad. Son más obstinados que un testigo de Jehová recién convertido. No escuchan razones y tienen un contraargumento para todo. Sujetos como Peter ya no tiene salvación. Sin embargo, yo pienso que muchos bitcoiners sí tienen salvación. No todos, pero muchísimos sí. 

Necesitamos una visión de San Pablo para dejar de ser un pequeño judaísmo reformado y convertimos en algo mucho más grande. Bitcoin es un movimiento joven, tarde o temprano, dejará de pretender ser un goldbug 2.0. Francamente, prefiero ser un Steve Jobs que un Peter Schiff. Es decir, el innovador que quiere cambiar al mundo. Y no el sujeto en el parque gritando sobre el fin del mundo. El oro es miedo, pasado, y conspiración. Bitcoin es mucho más que eso. No seamos los necios de la familia. Somos mucho más que el tío gruñón. Somos el futuro. No comparemos peras con manzanas.