Durante las últimas semanas, el precio de Bitcoin ha mantenido una estabilidad (relativa), realmente, sorprendente. Pese a las grandes presiones provenientes del ámbito macroeconómico y geopolítico, este soporte ha demostrado ser una barrera psicológica con una fuerza bastante especial. El canal $21.6K-$18.7K no se ha roto todavía. El precio de Bitcoin lleva enjaulado en este canal lo ya parece una eternidad. Lo que incrementa el suspenso. Pero, al mismo tiempo, esta tendencia lateral dista ligeramente con la tendencia bajista del Nasdaq y del S&P 500. Lo que, en medio de tanta incertidumbre, se podría interpretar como una esperanza alcista.
Claro que los alcistas no necesitan muchas excusas para sentir emoción a las primeras de cambio. Este es un espacio sumamente idiosincrático. Para muchos, Bitcoin es mucho más que un código en una red de computadores. No es únicamente una inversión en los portafolios. Bitcoin se ha convertido en una identidad. En muchos sentidos, Bitcoin es el Herbalife del mundo financiero. Tiene un poco de culto, un poco de partido político y mucho de movimiento contracultural. En estos casos, la fe incuestionable en un futuro inevitable es parte del paquete de dogmas. Tarde o temprano, el triunfo será nuestro. La historia está de nuestro lado. O, al menos, así va la historia.
No es muy sensato subestimar el poder de la fe. Las narrativas tienen mucho peso. Porque las narrativas forman expectativas. Y las expectativas influyen mucho en nuestras decisiones. O sea, una creencia puede transformarse en una profecía autocumplida. Muchos en esta industria entienden esto a la perfección. Por ende, la promoción es el pan nuestro de todos los días. En la era de las redes sociales, la comunidad es todo. Entonces, es muy importante mantener el entusiasmo vivo con palabras de aliento, promesas y mucha ideología. De esta forma, el compromiso es mayor. Y las ganas de invertir aumentan. El fanatismo no es casual. Toda la politiquería en Twitter no es casual. Ese lazo emotivo es necesario. Libertarios, anarcocapitalistas y ultraconservadores han encontrado un campo de lucha en Bitcoin. Eso no es casual.
Bien sabemos que hasta el negocio más pequeño ahora necesita tener presencia en las redes. Se requiere construir una comunidad. Y esto se logra creando contenido. O sea, hay que entretener para captar. ¿Por qué? Porque se sabe que las ventas dependen de la cantidad de gente que podemos atraer. Las redes sociales funcionan como la tela de la araña. En nuestros días, la comunidad es dinero. Lo que es cierto para un negocio pequeño también es cierto en el caso de Bitcoin. Esa legión de bitcoiners, con luces en los ojos, promoviendo Bitcoin, con una fe incuestionable, todo el tiempo, y, en todas partes, significa no otra cosa que dinero para el ecosistema.
Por supuesto que todo tiene su límite. Del mismo modo que Herbalife no es para todo el mundo, Bitcoin tampoco es para todo el mundo. El fenómeno ha ganado mucha popularidad en muchos sectores. Pero aún no podemos decir que se trata de un fenómeno universal. Entre millennials, libertarios y capitalistas de riesgo, el entusiasmo ciertamente ha sido muy grande. Sin embargo, no todo el mundo es un fan. Todavía hay muchos sectores escépticos.
¿Qué significa todo esto? En primer lugar, la convicción de la comunidad cripto es lo suficientemente fuerte como para autocumplir muchas de sus profecías. Y eso puede explicar el comportamiento (a veces) no-corelacionado de este mercado emergente. En segundo lugar, la comunidad cripto, gracias a sus narrativas alternativas y al poder de las redes sociales para fragmentar la sociedad, vive en un universo paralelo. Ese universo paralelo es validado y retroalimentado por sus miembros al estilo de una iglesia. Este credo particular es considerado como una verdad absoluta. Sin embargo, ese credo no siempre armoniza con la realidad.
Irónicamente, el futuro de Bitcoin yace en manos de los no-bitcoiners. O sea, la futura demanda no vendrá de las personas que ya compraron. La futura demanda vendrá de las personas que aún están por comprar y no necesariamente pertenecer a esa especie de culto que se ha formado. Si quieres conocer lo que el culto piensa, lo mejor es dirigirse a Twitter o a Youtube. Por otro lado, si quieres conocer lo que piensan de los demás, lo mejor es estudiar el comportamiento del precio. El precio del Bitcoin suele ser más sincero que la retórica.
Bitcoin, como un todo, está sujeto a ambas presiones. Por un lado, tenemos al bitcoiner militante. El militante es una especie de escarabajo del oro de última generación promoviendo el liberalismo clásico con una envoltura californiana y cypherpunk. Por otro lado, tenemos al inversor pragmático en busca de oportunidades para crecer financieramente. Estas dos corrientes reaccionan de modos muy distintos a las distintas situaciones. Eso explica las contracciones que, con frecuencia, enfrentamos en este entorno. Los militantes dominan algunas veces. Otras veces, es el turno de los pragmáticos.
La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha decidido recortar la producción. Lo que es una bofetada para Biden. Eso seguramente tendrá un efecto en el precio del petróleo y del gas, complicando aún más nuestra compleja situación. Esto, por supuesto, no va muy bien con los esfuerzos de reducir la inflación. Para colmo de males, todo parece indicar que el mercado laboral en los Estados Unidos no se enfría. Eso es lo que ocurre cuando muchas cosas pueden salir mal. Por lo general, algo siempre sale mal.
En torno al precio de Bitcoin, hacer un pronóstico en estos momentos no es tarea fácil. La tendencia es cada vez más lateral. Lo que coloca a los alcistas y a los bajistas en un empate técnico. O sea, las probabilidades de subir son tan elevadas como las probabilidades de bajar. Claro que el panorama geopolítico y macroeconómico no nos está ofreciendo muchas esperanzas en la actualidad. Por ende, las expectativas no son muy alentadoras.
Sin embargo, este largo periodo de consolidación ya está comenzando a generar dudas en la hipótesis bajista. Uno podría llegar a pensar que la capitulación ya ha debido darse. Pero este no ha sido el caso. El soporte (hasta ahora) ha resistido heroicamente. Lo que, definitivamente, representa una victoria para la hipótesis alcista. ¿Qué sucederá? Tenemos, primero, que romper con este canal. Si se rompe la resistencia, tenemos una señal de entrada para los largos. Si se rompe el soporte, tenemos una señal de entrada para los cortos.
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