Estamos en temporada de reportes corporativos. Y los bancos ya han mostrado los números del tercer trimestre del año. Estos reportes nos revelan el estado de la empresa. Pero los reportes de los distintos sectores (juntos) también nos revelan bastante sobre el estado de la economía. Los bancos, en particular, son observados por los inversores con mucha atención en este sentido. Debemos recordar que los bancos son espacios de encuentro entre los ahorristas y los prestatarios. Además, son los intermediarios en lo que a los pagos se refiere. Entonces, no es del todo insensato utilizarlos como un barómetro de la economía en general. 

Claro que hay que destacar que estos reportes son una ventana al pasado. Y, a los inversores, lo que nos interesa realmente es el futuro. O sea, lo que fue no es tan importante como lo que será. Por supuesto que, cuando un reporte nos muestra mejores resultados de los esperados, esa sorpresa normalmente tiene un impacto positivo en el sentimiento del mercado. De pronto, los pesimistas dudan. Y los optimistas encuentran una ilusión. Entonces, no es raro que, durante una racha bajista, surjan intervalos alcistas cuando las cosas nos dejan de parecer tan sombrías. 

Los mercados fluctúan. Y es perfectamente normal que los optimistas y los pesimistas dominen en turnos alternados. Las cosas cambian. Nuevos datos siguen llegando. Entonces, es natural que nuestras expectativas se vayan adaptando y se vayan ajustando con el pasar del tiempo. Claro que no todas las expectativas son racionales. Muchos inversores, de hecho, caen víctimas del pensamiento ilusorio. O sea, ven lo que quieren ver. Escuchan lo que quieren escuchar. Y sus pronósticos giran (ilusamente) en torno a sus deseos. Sin embargo, la realidad suele ser muy cruel con los ilusos. 

Hay mucho pensamiento ilusorio en el espacio cripto. Eso no es un secreto. Aquí no estamos descubriendo el agua tibia. El bitcoiner promedio tiende a ser muy emotivo y bastante idiosincrático. Es sumamente escéptico cuando escucha algo que contradice sus preconcepciones. Es muy ingenuo a la hora de escuchar devotamente a sus tuiteros y youtubers predilectos. Y es confiado (en exceso) de sus propias predicciones. Pero, irónicamente, entra en pánico con gran facilidad cuando la realidad destruye sus suposiciones. La ilusión de certeza es un mal muy común entre minoristas e inversores amateur. Bueno, este es un mercado, claramente, dominado por minoristas e inversores amateur. Lo que explica el característico radicalismo, absolutismo y simplísimo. 

¿Por qué esto es tan relevante? Ilustremos esto con una historia familiar. Pedro, que tiene algunos ahorros y quiere invertir, muestra curiosidad en Bitcoin al escuchar que mucha gente ha hecho dinero con él. Pedro ha escuchado muchas cosas al respecto. Pero, francamente, encuentra todo muy complicado y no entiende el asunto muy bien. Se dirige a Twitter y descubre una jungla. Se va a Youtube y, en efecto, encuentra mucho contenido al respecto ahí. ¿Qué ha encontrado el amigo Pedro? Bueno, no hay que ser un genio para saber que la abrumadora mayoría del contento encontrado por nuestro personaje hipotético ha sido alcista en naturaleza y convierto de mucha ideología libertaria. Entonces, Pedro compra Bitcoin con el optimismo por las nubes. “To the moon!”. De hecho, ya está casi seguro que en unos meses tendré el dinero para comprar la moto de sus sueños. ¿Qué ocurre? El precio cae. Y Pedro pierde dinero. Lo que comenzó como una ilusión. Se transformó en una preocupación. ¿Suena familiar? 

Bitcoin es un fenómeno de las redes sociales. Mejor dicho, la tribu (comunidad) Bitcoin es un fenómeno de las redes sociales. Lo que es positivo. Las redes han unido a personas con los mismos intereses en un mismo lugar.  Pero con frecuencia tan cháchara y tanto disparate sirve de distracción para el inversor y para sus objetivos financieros. El tribalismo de la era digital que nos une, también nos radicaliza y nos fragmenta en nichos. Cada tribu crea su propia narrativa y sus propias divisiones. Gracias a las ansias de pertenecer a la tribu, el fanatismo tribal se convierte en un orgullo. No es raro, en consecuencia, que se descuiden los objetivos financieros para dedicarse a los asuntos de identidad e ideología. 

El inversor inteligente es un animal completamente distinto al militante idiosincrático. Su objetivo es hacer dinero. Sus metas son financieras y no políticas. Y eso lo obliga a ser pragmático. En este negocio, se hace dinero comprando “barato” y vendiendo “caro”. Entonces, debemos ser objetivos. La realidad se acepta y se describe tal cual. No se busca reformar. Lo que se busca es anticipar eventos. Por ende, nuestros pronósticos deben basarse en las probabilidades, y no en los dogmas o en las aspiraciones de la tribu.   

La demografía, la macroeconomía y el sentimiento son variables muy relevantes en la formación de expectativas racionales. Ahora bien, les recuerdo algo que repito insaciablemente. Un activo no está “barato” por lo mucho que ha bajado. Lo “caro” o lo “barato” no depende del precio de ayer. Depende del precio de mañana. Y para estimar el precio de mañana se debe realizar una proyección de la futura demanda. 

¿De dónde saldrán los compradores? Los compradores necesitan dos cosas: Ganas y dinero. Pensemos por un momento. ¿Cómo vemos las ganas y el dinero para el primer trimestre del próximo año? ¿Estaremos mejor o peor que ahora en demografía, macroeconomía y sentimiento? 

Sabemos que los costos del crédito estarán más elevados. Sabemos que tendremos menos crecimiento. Sabemos que la inflación seguirá por las alturas. Sabemos que los baby boomers (la generación con más dinero), pensando en el retiro, comenzarán a gastar menos y a invertir en activos de renta fija para poder navegar el próximo año con cierta estabilidad. También sabemos que los pronósticos económicos para el año entrante nos hablan de una desaceleración generalizada a nivel global. Adicionalmente, ya ha sido anunciado que la producción de petróleo será menor. 

En otras palabras, se nos viene una tormenta. Claro que todavía no sabemos la intensidad de la tormenta. Todavía no la sentimos, porque aún tenemos mucho sol. Pero la tormenta ya está en camino. Podríamos tener una tormenta tropical o un huracán categoría 5. Eso todavía no lo sabemos con exactitud. Sin embargo, lo peor está por venir. 

Bitcoin: En estos niveles, no hay muchos vendedores. Pero tampoco hay muchos compradores. El volumen es bajo. Debido a la gran fuerza psicológica de estos niveles, Bitcoin está mostrando una lateralidad sumamente atípica. Es decir, el mercado están posponiendo la inevitabilidad de tenrse que mover en una dirección más definida.  

¿Puede Bitcoin comenzar su recuperación ahora con un futuro tan incierto? ¿Estamos a pocas semanas de comenzar el nuevo ciclo alcista? Es posible. Todo es posible. Pero me temo que el escenario alcista (nos guste o no) no es el escenario más probable durante esta coyuntura. Los fondos de los ciclos bajistas pasados se establecieron en el momento que los inversores anticiparon la pronta llegada de nuevos estímulos por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos. En esas condiciones, el apetito al riesgo se reactiva, porque hay (o habrá) dinero. En otras palabras, hace falta voluntad. Pero la voluntad sola no es suficiente. Se necesita voluntad (ganas), pero también se necesita fuerza (liquidez y crédito). Aquí dejó estas palabras para la reflexión. 

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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