En torno a Bitcoin, hay dos narrativas contradictorias circulando al mismo tiempo. Lo que complica bastante el análisis y la reflexión. Es el mismo mundo, pero visto desde dos ópticas muy distintas. Estas dos interpretaciones en conflicto permanente dificultan el trabajo del observador imparcial y desinteresado. La descripción se entrelaza con la aspiración. Los eventos se utilizan, con demasiada frecuencia, para confirmar la ideología. Y la propaganda tiende a sustituir la verdad. O sea, no siempre es un asunto de dinero. En muchos casos, también es una batalla política por revolucionar el sistema gubernamental, bancario y monetario mundial.

Durante una revolución, la verdad pasa a un segundo plano. Porque la prioridad es vencer. El mundo se divide en dos: Los aliados y los enemigos. El pueblo (los aliados) están siendo oprimidos por los malvados conspiradores (El Gobierno, los bancos centrales, los bancos privados, las corporaciones, los medios y los ricos). El pueblo siempre es inocente. Y el enemigo siempre es culpable.

Los ““keynesianos progresistas” y la intervención estatal en la economía son los responsables de destruir el paraíso por crear “dinero de la nada”. Entonces, lo que necesitamos es un retorno al liberalismo clásico. O, dicho de otro modo, se necesita una moneda dura, un libre mercado y la ausencia absoluta de todo control centralizado. Obvio que aquí estamos reviviendo los viejos debates del siglo XIX. Los escarabajos del oro llevan décadas tras décadas tocando ese mismo disco rayado.

Muchos libertarios han convertido a Bitcoin en un oro 2.0. Y han hecho un -copia y pega- de una vieja aspiración. En vez de oro, ahora es Bitcoin. Entonces, lo viejo se hace nuevo. Pero es la misma canción de siempre. Lo que cambia es la generación.

En este mundo de extremismo político, las redes sociales han servido como un lugar de encuentro para los distintos grupos. Y, en el encuentro, las distintas causas se fortalecen. Lo que, en muchos casos, ha facilitado la radicalización. ¿Crees que la tierra es plana? Seguramente, en las redes, encuentras tu comunidad. En Internet, cualquier locura tiene su congregación. 

Ahora bien, muchos libertarios, muchos anarco-capitalistas y muchos conservadores han encontrado un hogar en la comunidad Bitcoin. Entonces, para ellos, Bitcoin no es simplemente un código con valor monetario. Bitcoin es una causa. Bitcoin es una idea. Bitcoin es una moneda ciudadana que nos emancipa del Estado. Bitcoin representa una insurrección monetaria que promueve la utopía libertaria.

Según esta cosmovisión, la adopción Bitcoin es prácticamente un referéndum contra el Estado. Es decir, todo comprador de Bitcoin es un converso de la causa. Una compra es una apuesta por la utopía libertaria y un rechazo a los poderes establecidos (el dólar, la Reserva Federal, el tío Sam, etc).

Entonces, el mito va así. El pueblo, tarde o temprano, reconocerá su propia esclavitud y querrá su emancipacion. Se dará cuenta de la estafa y la opresión de los poderes establecidos. Y esta realización producirá la adopción masiva de Bitcoin. Entonces, en la forma de una gran epifanía, todos reconoceremos la superioridad incuestionable del paraíso dorado propuesto por los criptolibertarios. ¡Oh, Dios! “Bitcoin es escaso”. “Nadie me quitará mi dinero”. “Qué red de computadoras tan poderosa”. Etc. 

Todo esto suena bello y hermoso para el criptolibertario comprometido. Pero me temo que para todos los demás todo eso suena a la doctrina trasnochada de un grupo de fanáticos. Ahora los “criptotontos” (argot venezolano) son tan temidos como Herbalife, Amway, los terraplanistas o los testigos de Jehová. Ya nadie los quiere invitar a las fiestas. Por necios. Las mismas frases, las mismas ideas, la misma ignorancia confiada, la misma terquedad y la misma paranoia, una y otra vez, hasta el cansancio. Es realmente agotador.

Este “bitcoiner militante” hace mucho ruido en las redes sociales. Y es el rey de criptotwitter. Debido a ello, el militante se siente con el derecho de autoproclamarse el portavoz oficial de toda la comunidad. Habla en nombre de todos. Y se cree el guardián de la causa. Pero, curiosamente, no es el bitcoiner mayoritario.

El “bitcoiner mercenario” es la mayoría silenciosa de esta comunidad. Este grupo no es tan ruidoso como los militantes, pero cuenta con el respaldo de los grandes números. Pregunta a la reflexión con la mano en el corazón: ¿Por qué la gente compra Bitcoin? ¿Inversión o ideología? ¿Especulación o política? Tú y yo sabemos que la gran mayoría lo que busca es hacer dinero. Quieren comprar barato y vender caro. Son más inversores que reformadores monetarios. ¿O no?

Si quieres escuchar dogmas, vete a Twitter. Pero si quieres conocer la verdad, estudia la acción del precio. El comportamiento del precio te revela las verdaderas creencias del mercado. Según los militantes, la adopción por idiosincrasia, tarde o temprano, subirá el precio. Según la acción del precio, el precio de Bitcoin sube con un aumento de la liquidez, un incremento de la codicia y una elevación del apetito por el riesgo. El mono baila por el dinero.

La volatilidad de Bitcoin es muy reveladora. La volatilidad es un reflejo de la duda y la incertidumbre. El inversor piensa en términos de pérdidas y ganancias. Porque lo que quiere es crecer financieramente. Entonces, este mercado, en este sentido, se parece más a un casino que a una iglesia. La gente entra y sale a conveniencia. La fe “doctrinaria” es muy frágil para ser una iglesia.

¿Cómo podemos explicar esta contradicción entre lo que se dice y lo que se hace? Bueno, los militares son una minoría muy ruidosa. Y los mercenarios son una mayoría muy poderosa. Unos hablan. Y los otros hacen. Entonces, la boca no va al mismo ritmo que los pies. 

¿Eres militante o mercenario? ¿Por qué estás en esto? Un mercenario (como yo) lo que busca es crecimiento financiero. En este caso, lo más relevante es la acción del precio. Y la óptica más apropiada es una óptica al estilo de Wall Street. O sea, lo mejor es traicionar a la tribu. No pensar como un bitcoiner militante, sino pensar como un inversor tradicional. Lo peor que puede pasar es que tus amigos bitcoiners te llamen “keynesiano progresista”. Pero eso no ha matado a nadie. En ausencia de un centro moderado, el pragmatismo se percibe como una alianza con el enemigo. Si no eres de mi banda, entonces, debes ser del bando enemigo. El fanatismo te lleva a ver falsos dilemas en todas partes.

En lo personal, no estoy dispuesto a perder mis ahorros por una ideología. Lo siento. Entonces, en cuestión de pronósticos, estudio la acción de precio y las condiciones macroeconómicas con la mayor objetividad posible. Leo criptotwitter por una obligación profesional como articulista. Pero evito sus consejos a toda costa. La ideología crea alcistas empedernidos, porque el trabajo de las ideologías es crear un falso sentido de seguridad. O sea, la victoria final es de la causa. La historia está de nuestro lado y todo eso.

En este momento, el inversor se está moviendo con mucha cautela debido a un entorno repleto de volatilidad e incertidumbre. Se está encontrando estabilidad y predictibilidad en activos estables y de renta fija a la espera de mayor claridad. Las estrategias se están diseñando para la protección. Porque el miedo a perder dinero supera la codicia de ganar. Recordatorio: No es lo mismo perder dinero que perder una oportunidad. La gestión del riesgo se debe convertir en una prioridad. 

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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