Se desarrollan los hechos y luego vienen los análisis. Es decir, el mercado es muy ingenioso inventando razones. Todo resulta evidente después del hecho. Pero resulta en extremo difícil anticipar el hecho. Nadie vio la caída. Pero después de la caída muchos dicen que era algo obvio. ¿Por qué nunca salimos de una sorpresa? ¿Qué está pasando realmente? 

La falta de objetividad en este espacio se la debemos a la ideología. El dogma liberatorio crea un sesgo bastante cegador. ¿Por qué? Bueno, porque se representa a Bitcoin como el “superactivo” invulnerable a factores macroeconómicos. Bitcoin se representa como una especie de isla lejana y autosuficiente. En el imaginario bitcoiner, el mundo se divide en dos grandes islas. Una isla es el mundo fiat y está al borde del colapso. La otra es la isla bitcoin, una utopía. Los "iluminados" de isla fiat toman un barco y se dirigen a isla bitcoin en busca de salvación. Los vaivenes del precio de Bitcoin se deben a las dinámicas internas de la isla bitcoin. O sea, la isla bitcoin es un universo cerrado impulsado por fuerzas propias. 

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Esta visión de Bitcoin resulta muy atractiva para los más radicales debido a su gran sencillez. La eliminación total del mundo entero de la ecuación ciertamente simplifica las cosas. Lo único relevante es que la isla fiat se encuentra en un proceso de autodestrucción y el futuro es la isla bitcoin. La isla bitcoin se alimenta de los inmigrantes que logran escapar de la temible isla fiat. Por ende, todo análisis del precio de Bitcoin es un análisis interno. Se habla del suministro, del flujo, de la minería, la regulación, y la adopción. Lo que normalmente se llama los fundamentales. Adicionalmente, se revisan las gráficas del precio en busca de señales técnicas. Pero jamás ni nunca se hace un análisis del mundo externo. Después de todo, el mundo es otra isla. Y es una isla al borde del colapso. Lo único que podemos decir de isla fiat es que está muy mal. 

Lo curioso de todo esto es que Bitcoin no es una isla lejana y autosuficiente. Bitcoin es un código en una red de computadoras. Y ese código representa una tasa de intercambio. E, irónicamente, su par más importante es el par Bitcoin/dólar. Un par son dos elementos estrechamente relacionados. Uno depende del otro. En otras palabras, el precio de Bitcoin depende de varios factores. Pero hay dos muy importantes. La liquidez disponible (el dólar) y el humor de los inversores. Lo que implica, por un lado, que la política monetaria es de suma importancia. Y los sentimientos del mercado, en especial una alta tolerancia al riesgo, es un elemento determinante. 

¿Cómo podemos demostrar esto? No es tan complicado, porque la evidencia es abrumadora. Lo único que se requiere es abrir los ojos. Los datos macroeconómicos son públicos. Los vaivenes del dólar y los vaivenes del S&P 500 también son públicos. De hecho, ahí están las gráficas. O sea, es perfectamente posible apreciar el efecto de la liquidez y el optimismo en el precio de Bitcoin. Causa y efecto. Ahí están los registros. Ahí se ven los resultados. No es una hipótesis. No es una fantasía. Son los hechos. 

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Los analistas de isla bitcoin no encuentran cómo explicar la última caída. En un intento desesperado, han usado el comodín de la regulación. ¿Por qué la desesperación? Porque, por razones de pasión ideológica, les cuesta mucho trabajo admitir la interdependencia de Bitcoin con el mundo. Es decir, las caídas de los mercados bursátiles en Estados Unidos y en Europa a raíz de los problemas crediticios de la gigante inmobiliaria china Evergrande no juegan ningún rol. La próxima reunión de la Reserva Federal de los Estados Unidos en relación a la disminución de los estímulos monetarios no cuenta. La crisis del coronavirus en su variante Delta no es un factor. El aumento del dólar index y los bonos del Tesoro, tampoco. Ni los debates sobre el presupuesto en el congreso estadounidense importan. Según los isleños, la caída se la debemos a las recientes declaraciones del director de la SEC sobre el uso irregular de las stablecoins. Así de simple. De hecho, es demasiado simple. 

Refutemos en dos segundos la visión isleña de Bitcoin. Coloquemos como ejemplo a un bitcoiner radical promedio: Joven varón, liberatorio, y codicioso. Mientras escribe pestes antisistema en Twitter, su ingreso es en dólares, su arriendo es en dólares, sus compras en el supermercado son en dólares y su tarjeta de crédito es en dólares. Lo que sucede en Wall Street en cualquier día dado afecta el humor de los inversores en todos partes. Y un cambio en las tasas de interés afectan a todo al que pide préstamos (casi todo el mundo). La escasa liquidez del dólar y el pesimismo vuelve a todos un poco más conservadores. Lo que, naturalmente, reduce las inversiones en una "moneda virtual" famosa por su volatilidad. Todo se relaciona. Y la interdependencia es obvia. Lo que ocurre es que Twitter lo soporta todo. Ahí se puede decir lo que sea. 

Cuando los inversores se preocupan por alguna razón (racional o no) retiran sus inversiones y se refugian en el dólar (efectivo o bonos-T). Se vuelven más conservadores producto del miedo y la incertidumbre. Eso significa que posponen sus compras de activos riesgosos (volátiles). Las instituciones y los grandes capitales dejan de comprar Bitcoin, porque sus otras posiciones se vieron afectadas por las caídas y están esperando la recuperación. Los compradores de Bitcoin viven en este planeta y sus decisiones se ven afectadas por lo que ocurre en este planeta. Bitcoin, lógicamente, es un reflejo de sus usuarios. 

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Los mercados caen debido a la incertidumbre. Es decir, los inversores están nerviosos por varias razones. La sobrevaluación de los mercados, el endeudamiento, las tensiones geopolíticas, las señales mixtas en el ámbito macroeconómico, y la crisis logística en el contexto de una guerra comercial entre China y el mundo genera preocupaciones. Luego, llega la noticia de los problemas de Evergrande y se genera la estampida. El miedo es la causa. La noticia es la excusa. 

¿Es Evergrande hoy un Lehman Brothers en 2008? Es lo se teme. Pero lo dudo mucho. De hecho, los mercados ya se están calmando. Y la próxima reunión de la FED seguramente servirá como una calmante. Bueno, eso es lo que esperan los mercados. Aquí nada es seguro. Lo único cierto es lo incierto. Pero por los vientos que soplan lo que los mercados experimentaron parece ser un gran susto y nada más. Dedos cruzados. Todavía no hay indicios claros de que estamos al principio del final. Me refiero obviamente al ciclo alcista. Importante: Los anuncios de la FED. Nos guste o no, la política monetaria es el combustible de todos los mercados. La liquidez y el optimismo son los pilares del precio de Bitcoin. La preocupación genera las caídas. La fe renacida causa el rebote.