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Gustavo GodoyGustavo Godoy

Colombia: Las reformas olvidadas que impulsaron su economía

¿Cómo logró Colombia su estabilidad económica? Repasemos las reformas estructurales poco conocidas que cimentaron su crecimiento.

Colombia: Las reformas olvidadas que impulsaron su economía
Opinión

La narrativa económica de Colombia en el ámbito internacional a menudo se centra en sus desafíos actuales o en su riqueza natural, pero se omite una parte esencial de su historia reciente: la serie de reformas estructurales implementadas discretamente, que sirvieron como los cimientos de su notable crecimiento y estabilidad. Mientras muchos países vecinos de Latinoamérica caen en el error de la discontinuidad —donde cada nueva administración desmantela lo construido por la anterior, buscando reinventar la rueda— Colombia logró, en gran medida, construir sobre lo ya establecido. Este compromiso con la institucionalidad y el avance progresivo, paso a paso, ha sido el verdadero motor que impulsó al país a mejorar significativamente su posición en los rankings regionales de competitividad y desarrollo económico.

Una de las transformaciones más profundas, y a menudo menos publicitadas, fue la reforma del Banco Central y la consolidación de su autonomía. Aunque pueda sonar como una medida puramente técnica, esta decisión fue fundamental para desligar la política monetaria de los ciclos políticos de corto plazo. Al dotar al Banco de la independencia necesaria para gestionar la inflación y la estabilidad de precios como su objetivo primordial, Colombia sentó las bases para la confianza de los inversionistas y la planificación a largo plazo.

Esta autonomía permitió que las decisiones sobre las tasas de interés y la cantidad de dinero en circulación se basaran en análisis técnicos y objetivos, en lugar de presiones gubernamentales para estimular la economía artificialmente antes de una elección. Este blindaje institucional contra la tentación del populismo económico puso fin a los ciclos recurrentes de hiperinflación y devaluación que plagaron a la región. Una moneda estable es la precondición para cualquier crecimiento sostenido, y la reforma del Banco Central proporcionó esa ancla de estabilidad.

Otro pilar crucial fue la serie de reformas de apertura comercial y de modernización aduanera que se llevaron a cabo gradualmente. Lejos de ser un evento único y dramático, estas reformas se concentraron en simplificar los procedimientos para el comercio exterior, reducir las barreras arancelarias innecesarias y mejorar la eficiencia logística.

El objetivo no era solo vender más al extranjero, sino integrar de manera más efectiva la economía colombiana en las cadenas de valor globales. Esto implicó una gran inversión en la digitalización de los procesos aduaneros, reduciendo la burocracia y las oportunidades de corrupción, haciendo que el país fuera un lugar más atractivo para la Inversión Extranjera Directa (IED). 

La modernización no se limitó a los puertos y aeropuertos; se extendió a la revisión de tratados comerciales y a la estandarización de normas técnicas para facilitar la exportación de productos de valor agregado. Este enfoque pragmático y orientado a la eficiencia hizo que las empresas colombianas pudieran competir con mayor facilidad a nivel global, diversificando su base exportadora más allá de las commodities tradicionales.

La reforma del sistema financiero también merece un análisis detallado. A raíz de crisis en otras partes del continente, Colombia implementó normativas estrictas de supervisión y capitalización para sus bancos. Esto se conoce como disciplina financiera y resultó vital para evitar los colapsos bancarios que diezmaron las economías de países vecinos.

Paralelamente, se implementaron reformas fiscales que, aunque políticamente difíciles, lograron aumentar la base tributaria y reducir la dependencia del país de los ingresos volátiles de la explotación de recursos naturales, como el petróleo. Estas reformas buscaron crear un marco fiscal predecible y sostenible, lo que permitió a Colombia mantener su calificación crediticia y acceder a financiación internacional en condiciones favorables. El manejo responsable del endeudamiento público y la transparencia en el uso de los recursos han sido un testimonio de la seriedad con que el país abordó la gestión de sus finanzas, un contraste marcado con la inestabilidad fiscal observada en otras naciones latinoamericanas.

Más allá de las reformas económicas específicas, el factor diferenciador en Colombia ha sido la fortaleza relativa de sus instituciones. La clave de su éxito económico a largo plazo no fue solo implementar buenas políticas, sino la capacidad de mantener esas políticas operativas y eficaces a través de varios gobiernos.

En lugar de la política de destrucción total del pasado que caracteriza a otras democracias jóvenes, Colombia demostró una notable continuidad estatal en áreas clave como la gestión de la deuda, la política monetaria y los marcos regulatorios. Esta continuidad es la que permite a los inversores, tanto locales como internacionales, hacer planes a 10 o 20 años, sabiendo que las reglas básicas del juego económico no cambiarán con cada ciclo electoral. 

La estabilidad jurídica y la existencia de entes reguladores técnicos y respetados, aunque imperfectos, han generado un ambiente de menor riesgo y mayor confianza, lo que se traduce directamente en inversión y crecimiento del empleo. El país aprendió la lección de que las naciones se construyen no con actos heroicos puntuales, sino con la acumulación constante de pequeños avances incrementales y una fe inquebrantable en el progreso gradual.

Si bien las reformas estructurales mencionadas han sido el motor de la estabilidad y el crecimiento de Colombia, permitiéndole esquivar las peores crisis económicas que azotaron la región, es importante matizar la percepción de un éxito rotundo. El efecto real de estas políticas se siente de forma muy desigual dentro del país.

Aunque la macroeconomía se estabilizó y la competitividad internacional mejoró, la persistencia de una profunda desigualdad social y la concentración de la riqueza plantean un interrogante sobre el impacto real de las reformas en el bienestar de la población general. El crecimiento económico generado por la apertura y la estabilidad financiera ha beneficiado desproporcionadamente a los centros urbanos y a ciertos sectores de la economía, dejando grandes franjas rurales y poblaciones vulnerables con un acceso limitado a las oportunidades y a los frutos de esa prosperidad. 

Por lo tanto, el gran logro de la estabilidad macroeconómica de Colombia coexiste con una deuda social y regional significativa, sugiriendo que las reformas estructurales, si bien esenciales para la salud del Estado, aún requieren un complemento robusto de políticas de inclusión y distribución de la riqueza para traducirse plenamente en un desarrollo humano y equitativo para todos.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.