En este espacio, hay muchos teóricos monetarios. De hecho, el deporte favorito de los criptoentusiastas de corte militante es criticar las políticas monetarias de los bancos centrales. Se destaca la importancia de la escasez en una moneda y se resalta las bondades de la deflación para la economía. Ciertamente, una postura un tanto divergente, porque contradice fuertemente las prácticas actuales. Se podría decir que es más política que teoría económica. Esta es una carta de los libertarios y economistas conversadores: La moneda escasa. Por ende, Bitcoin es la solución. Reflexionamos sobre esta línea de pensamiento.

Los criptolibertarios heredaron muchas de sus ideas de los escarabajos del oro. Lo que muchos jóvenes piensan que es lo nuevo en realidad es algo más viejo que las ventosas. Se dice que es una posición conservadora porque en realidad es un movimiento reaccionario. Se refiere al retorno del patrón oro. O al retorno a un sistema de moneda dura. Este debate es muy antiguo. Viajamos en el tiempo y hablemos del cuento del Mago de Oz. Se trata de una sátira política disfrazada de cuento infantil escrita a finales del siglo XIX para denunciar la impresión de dinero por parte de las autoridades. Tenemos el camino del oro. Y las zapatillas esmeraldas de Doroty en la historia original son de plata. El espantapájaros es la clase campesina, el hombre de hojalata es el trabajador de la industria. El león es un político cobarde. Y el Mago de Oz es la autoridad monetaria (un farsante).

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Muchos no sabemos que en Estados Unidos a mediados del siglo XIX se experimentó con un sistema de banco libre. O sea, no había banco central. Los bancos podían crear sus propias monedas. Y circulaban muchos tipos de monedas ciudadanas. El experimento resultó en un caos total. Es perfectamente posible tener un sistema de moneda dura, pero se requiere que esta moneda tenga el monopolio. Por ejemplo, el oro, pero por decreto estatal. De esta manera, se impone su escasez. Una moneda ciudadana (escasa) en un sistema de banca libre es incapaz de evitar la proliferación de otras monedas ciudadanas. ¿Por qué? Porque no tiene el monopolio. Tarde o temprano, las demás monedas diluyen su escasez.

En la crisis de finales del siglo XIX en los Estados Unidos, las autoridades permitieron la utilización de la plata como moneda complementaria. El oro es escaso. Pero si se permite la utilización de un segundo metal como moneda, eso viene siendo en la práctica lo mismo que imprimir dinero. He ahí la denuncia de los conservadores de la época como L. Frank Baum, el autor del Maravilloso Mago de Oz. En ese caso, la escasez del oro es ilusorio, porque la aceptación de otro metal, al ser permisible, expande la oferta monetaria.

Ahora bien, Bitcoin es una moneda escasa de aceptación voluntaria. En otras palabras, es una moneda ciudadana. Estamos hablamos de un suministro no mayor a 21 millones de unidades. En este momento, es una especie de coleccionable. Porque nadie puede impedir la creación de otras monedas similares. O sea, es escasez sin monopolio. El criptoentusiasta, por un lado, critica las políticas laxas de la Reserva Federal de los Estados Unidos, y, por el otro lado, vende Bitcoin para comprar a la última altcoins de moda. Camina el camino dorado de Bitcoin, pero usando zapatillas de altcoins. Sin embargo, sigue hablando de la importancia de no imprimir dinero de la nada. Tiene oro y plata. Pero sigue hablando de la supremacía del oro debido a su escasez. 

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Los maximalistas de Bitcoin promueven la supremacía de Bitcoin sobre todo lo demás, pero sin el poder del Estado. Asume que la ciudadanía toda se autosometerá a un monopolio privado. En mi parecer, una aspiración bastante ilusa. ¿Por qué? Bueno, porque la gente normalmente hace lo que le da la gana. No van a rechazar hacer dinero con las altcoins por pura ideología. Nos guste o no, el río sigue su corriente. El dólar no es escaso, pero, al menos, es administrado por un ente público. Lo que se busca es la estabilidad monetaria. O sea, hay un control. Pero, ¿quién controla la creación de nuevas altcoins? Las altcoins son las máquinas de imprimir de dinero del mundo cripto y diluyen la escasez de Bitcoin. No es una crítica. Es una descripción.

En conclusión, se podría decir que aquí no hay angelitos. Aquí medio mundo está imprimiendo dinero. Los Estados y los privados. Los criptomilitantes de las monedas duras están jugando el papel de payasos al criticar al dólar por blando y, al mismo tiempo, promover criptomonedas nuevas a diestra y siniestra.

En mi caso, al no ser un maximalista o una reformadora monetaria, veo a todos estos activos como oportunidades para la inversión. Moneda dura o moneda blanda. No es mi problema. Mi meta es hacer crecer mi portafolio de inversiones. Eso no quiere decir que no vea las muchas contradicciones en el sector cripto. Se denuncian a los bancos centrales como máquinas de imprimir dinero. Pero se permite la creación de nuevo dinero por parte de particulares como señal de libertad. ¿Algún más ve la ironía o solo yo?

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En este mundo posmoderno, los buenos somos nosotros y los malos son los demás. Es totalmente inaceptable que el Gobierno imprima dinero, pero es perfectamente aceptable para nosotros imprimir nuestro propio dinero. En fiat es malo. Pero en cripto está bien. Los maxis quieren libertad total, pero Bitcoin es la única opción. He aquí la bomba. Las criptomonedas son activos fiduciarios. Son códigos que se utilizan como tasa de intercambio en el contexto de un pacto social privado. No son fiat, porque son activos ciudadanos. Pero sí son fiduciarios. O sea, dinero que se imprime de la “nada”. Sin valor intrínseco. Porque son medios de intercambio de valor monetario. Es decir, no son bienes en sí mismo, sino instrumentos financieros.

Si los ladrones de la Casa de Papel (la serie de Netflix) quisieran robar la red Bitcoin, lo más sencillo sería crear una altcoin. Podrían ganar más dinero que con el robo de la Casa de Moneda y Timbre de España y más dinero que con el robo del oro español. Es muchísimo más fácil copiar un código, que imprimir sobre papel. Además, para un particular imprimir dólares o euros sobre papel es un delito. Pero, lanzando tu propia altcoin, te conviertes en un visionario.