En un artículo titulado “Pura Maldad”, Arthur Hayes, el controvertido cofundador de BitMEX, expresó su opinión en torno a las divisas digitales emitidas por los bancos centrales (CBDC). Su artículo nos presenta una “historia de horror” al estilo de una distopia orwelliano. "El mejor día para haber comprado Bitcoin fue ayer". Sin embargo, “la capacidad de comprar BTC desaparecerá rápidamente”.

Siguiendo la tradición conservadora y libertaria, aquí Hayes apela al miedo para promover su agenda. Por supuesto que, en torno al tema de las CBDCs, hay mucha tela que cortar. Sí, hay muchos asuntos dignos de un debate aquí. Sin embargo, ese tono apocalíptico y grandilocuente lo que hace, en la mayoría de los casos, es incitar a una emotividad excesiva y a un fanatismo tóxico. Con calificativos como “Pura Maldad”, lo que se logra es deshumanizar y satanizar al otro. De esta forma, se polariza a las partes. Y se fomenta la irracionalidad. ¿Cómo podemos tener un debate constructivo cuando el otro es “pura maldad”?

Los escarabajos del oro llevan siglos hablando de un gran colapso debido al surgimiento del dinero fiat. O sea, las cosas van de mal en peor debido a las personas en el poder. El futuro es distopico. Y el pasado es un paraíso perdido. Este es un disco rayado que hemos escuchado sin cesar por décadas y décadas. Esta es una narrativa muy usada por los vendedores de oro. No es raro que el oro en estos casos se presente como el arca de salvación en tiempos de crisis y debacle.

Ahora bien, muchos seguidores de esta vieja corriente han adoptado Bitcoin. Entonces, Bitcoin es nuevo. Pero el discurso y el sentir son bastante viejos. Esta narrativa se nutre de un antiestatismo muy pronunciado y un fundamentalismo de libre mercado muy propio del liberalismo clásico. Este “bitcoiner idiosincrático” ha surgido del libertarismo, del anarco-capitalismo y de la derecha más conservadora. Estos “militantes” no solo han heredado su narrativa de los escarabajos del oro. Al parecer, también ha heredado su estilo y su paranoia.

El “bitcoiner idiosincrático” cuenta con una gran presencia en Twitter y en las demás redes sociales. De hecho, se podría decir que este sector domina la narrativa en redes, y en la prensa (especializada). Para muchos de ellos, Bitcoin representa una insurrección contra el Estado a través de una insurrección monetaria. Bitcoin funciona como una moneda ciudadana que le resta poder a las monedas estatales. Al ser una moneda ciudadana, Bitcoin no está sujeto al control estatal. Por ende, disfruta de un régimen más justo y eficiente en términos de suministro, privacidad y gestión.

Muchos de estos bitcoiners perciben la llegada de las CBDCs como una amenaza. ¿Por qué? Bueno, porque las CBDCs son monedas fiat controladas por el Estado en la misma liga de las monedas convencionales. Sin embargo, en esta oportunidad, se ha utilizado la tecnología blockchain para crear instrumentos más poderosos, más peligrosos y más nocivos. Entonces, para este sector, las CBDCs no son una opción. De hecho, son una razón más para comprar Bitcoin. O sea, la llegada de las CBDCs, seguramente, aumentará la importancia y el atractivo de Bitcoin para los más idiosincráticos. "El mejor día para haber comprado Bitcoin fue ayer", nos advierte Hayes. O sea, el lobo llegará pronto. 

Claro que el bitcoiner idiosincrático no es el único comprador de BTC. También tenemos a un usuario de convivencia. Me refiero a las personas que transfieren valor monetario usando BTC por necesidad, privacidad o conveniencia. Para estos usuarios de conveniencia, el sistema tradicional presenta muchas fricciones y restricciones. Y BTC se convierte en una solución para evadir estas fricciones y restricciones. Aquí podríamos incluir a la gig economy, a la economía gris, a las remesas, a los mercados paralelos de divisas, a los no-bancarizados, entre otros.

Con la llegada de las CBDCs, Bitcoin, en efecto, podría perder algunos usuarios. Sin embargo, es muy posible que sean las stablecoins las más afectadas con esta competencia. En algunos casos, las CBDCs sí van a sustituir a las stablecoins. Después de todo, una stablecoin puede declararse en quiebra. Pero ese riesgo, en el caso de una CBDC, se reduce de manera significativa. Claro que todo va a depender de la rigidez o flexibilidad de cada proyecto. Y va a depender, también, de la regulación en el futuro.

En la práctica, las CBDCs no deberían ser tan diferentes al dinero electrónico actual. Sin embargo, los pros y contras de las CBDCs se deben sopesar caso por caso. La tecnológica blockchain permite la creación de sistemas muy centralizados y de sistemas sumamente descentralizados. El “yuan digital” no es igual al “petro venezolano”. Y la CBDC de la Reserva Federal de los Estados Unidos, de pronto, no será igual a la CBDC del Sveriges Riksbank (el banco central de Suecia). Entonces, hay que estudiar las ventajas y desventajas de cada proyecto sobre los méritos de cada proyecto en específico. Arthus Hayes, en su distopia, nos presenta el escenario de una CBDC (enemiga de Bitcoin), tiránica y totalitaria. 

Ya mencionamos al “bitcoiner idiosincrático” y al “usuario de conveniencia”. Ahora debemos hablar del “bitcoiner inversor”. Este bitcoiner compra BTC con la intención de crecer financieramente. En este caso, Bitcoin no es una insurrección contra el Estado per se. En este caso, Bitcoin es más un coleccionable cuyo precio fluctúa. O sea, los inversores ganan dinero con la apreciación del activo. De hecho, me atravería decir que este grupo es un sector mayoritario. Y, para este grupo, las CBDCs no son necesariamente algo malo. Claro que todo depende del proyecto y de las regulaciones. Sin embargo, en teoría, es algo bueno, porque las CBCDs reducen la separación entre el mundo fiat y el mundo cripto.

Para el bitcoiner inversor, comprar Bitcoin es como comprar oro, acciones bursátiles y bonos. En otras palabras, son instrumentos que se adquieren con fiat. Y se adquieren como una inversión. Después de todo, Bitcoin no es otra cosa que un código en una base de datos. El código en sí es simplemente una abstracción con valor monetario. Lo que ocurre es que esta abstracción representa una tasa de cambio. Entonces, el comercio entre Bitcoin y las CBCDs se puede dar sin ningún problema.

¿Acaso las autoridades utilizarán la programabilidad de las CBCDs para prohibir el comercio de criptomonedas? Es posible que las autoridades utilicen las posibilidades técnicas de la tecnología para reforzar las normas y las regulaciones. Eso es cierto. Sin embargo, la prohibición de Bitcoin en Estados Unidos y Europa, por ahora, no está planteada. Por ende, los planteamientos propuestos por Arthus Hayes en su publicación deben entenderse como un escenario hipotético. La posibilidad ciertamente existe. Pero sería una exageración proponer que esa posibilidad es una certeza. No es algo que va a pasar. Es solo algo que podría pasar.  

El “bitcoiner idiosincrático” puede caer en la tentación de interpretar al mundo como un campo de batalla. O sea, es la lucha de ellos contra nosotros. Nuestros enemigos son “pura maldad”. Y nosotros somos pura bondad. En esta tragedia, Bitcoin es la salvación del pueblo. Y los malvados conspiradores (gobiernos, bancos centrales, banca privada, los medios y las corporaciones) solo quieren aniquilar las esperanzas del pueblo para seguir oprimiendo.

El bitcoiner inversor, por otro lado, lo que quiere es captar más capitales. De esta forma, se permite que el precio pueda subir más debido a un incremento de la demanda. Si la regulación ayuda en este proceso, se le da la bienvenida a la regulación. Si las CBDCs ayudan en este proceso, se le da la bienvenida a los CBDCs. Así de sencillo. Podemos adelantarnos demasiado y esperar lo peor. Pero eso sería sacar conclusiones prematuramente. O podemos darle tiempo al tiempo. Y juzgar los hechos a la medida que vayan surgiendo.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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