La práctica de pagar impuestos con criptomonedas. ¿Buena idea? Bueno, tenemos el caso de Colorado (EEUU), un estado que se atrevió a dar este paso en 2022, pero cuya experiencia nos deja una lección clara: el camino hacia la adopción masiva de las criptos en la vida cotidiana aún es largo y lleno de obstáculos.
Imaginen la escena: Jeremy Frank, un tipo entusiasta de Colorado y CTO de Autonomys Network, se pone contento cuando su estado anuncia que aceptará criptomonedas para el pago de impuestos. ¡Qué modernidad!, pensó, al fin podría usar sus preciados activos digitales para algo más que holdear o tradear. Quería hacerlo por la simple novedad, por ser parte de la vanguardia.
Pero su ilusión duró poco, como un suspiro en medio de una tormenta de volatilidad cripto. Dos detalles lo hicieron frenar en seco. Primero, el gobierno de Colorado se alió con PayPal para hacer la conversión de cripto a dólares. Esto significaba tener que mover sus fondos desde su billetera privada, ese lugar seguro donde guarda sus llaves digitales con tanto celo, a una plataforma centralizada. Para un purista de la descentralización, esto ya era un paso atrás.
Y segundo, ¡la comisión! Un 2% por el simple hecho de pagar sus impuestos con cripto. Para Jeremy, la ecuación era sencilla: no valía la pena saltar tantos obstáculos y pagar extra solo por la curiosidad de decir "yo pagué mis impuestos con Bitcoin". Y la verdad es que tenía toda la razón.
La iniciativa de Colorado, lanzada con la esperanza de subirse a la ola del creciente interés por los activos digitales y la tecnología blockchain, terminó siendo una decepción en términos de adopción.
Además, el proceso no era precisamente un ejemplo de adopción cripto real. El Departamento de Ingresos de Colorado no tocaba directamente las criptomonedas. Recibía dólares contantes y sonantes después de que PayPal hiciera la magia de la conversión. Entonces, ¿dónde quedaba la supuesta revolución de pagar directamente con tus activos digitales?
Y no es que Colorado sea un caso aislado. Detroit también está coqueteando con la idea de implementar un programa similar en 2025. Pero la advertencia de Jeremy Frank es clara: si no ofrecen integración directa con billeteras y reducen esas comisiones que pican en el bolsillo, es muy probable que corran la misma suerte que sus colegas de las Montañas Rocosas.
¿Por qué este desinterés generalizado? Los expertos en el mundo cripto lo tienen bastante claro. En todo caso, pagar impuestos en cripto nunca iba a ser algo masivo, es un gesto simbólico, no un caso de uso real. La mayoría de los que tienen criptomonedas las ven como una inversión a largo plazo, como oro digital, no como la cuenta corriente para pagar las facturas del día a día. Hasta que las políticas no se pongan al día con cómo la gente realmente usa los activos digitales, estos programas se quedarán en una simple anécdota.
Se podría decir que los sistemas gubernamentales no están preparados para ello. Hasta que la infraestructura y los incentivos no se desarrollen, la adopción seguirá siendo baja en ambos lados de la ecuación.
Otros apuntan a la inercia regulatoria y a los sistemas gubernamentales que parecen anclados en el siglo pasado. Se necesitan marcos regulatorios claros y diseñados específicamente para los activos digitales para que iniciativas como la de Colorado dejen de ser meramente simbólicas y se conviertan en algo sistémico.
Incluso aquellos que ven un futuro para los pagos de impuestos con cripto señalan un error fundamental en la estrategia: pasar por alto el principal atractivo de la adopción de Bitcoin en 2025, que no es otro que su potencial de apreciación de precio. Al parecer, los contribuyentes son reacios a desprenderse de activos que creen que valdrán mucho más en el futuro.
La estrategia prudente, según muchos, sigue siendo pagar los impuestos en dólares, una moneda que de todos modos pierde poder adquisitivo anualmente, mientras se mantiene un enfoque de "fiat out, hard assets in" para preservar la riqueza.
Además, desde una perspectiva puramente fiscal, usar criptomonedas para pagar impuestos puede ser un dolor de cabeza. Vender cripto para pagar impuestos puede acarrear facturas de impuestos sobre las ganancias de capital, algo que se evita simplemente holdeando. Cuando uno mantiene cripto, no necesita pagar impuestos sobre las ganancias hasta que vende por efectivo. Solo esta razón es suficiente para disuadir a la mayoría de la gente de usar sus criptos para pagar al tío Sam, o en este caso, al estado de Colorado.
En otras palabras, la experiencia de Colorado nos muestra que la idea de pagar impuestos con criptomonedas, aunque atractiva en teoría para los entusiastas, se topa con una realidad llena de obstáculos prácticos, regulatorios y psicológicos. Hasta que no haya una infraestructura adecuada, políticas claras y un cambio en la percepción de las criptomonedas por parte de los usuarios, parece que esta seguirá siendo una bonita utopía más que una realidad cotidiana.
Este tropiezo en Colorado nos invita a reflexionar sobre la euforia a veces desmedida que rodea al universo cripto. Con frecuencia, el entusiasmo de algunos roza solo la superficialidad, idealizando a Bitcoin como una panacea, una solución mágica para todos los males. Esta visión inmadura ignora las limitaciones inherentes de la tecnología.
Vemos cómo ciertas empresas y hasta gobiernos se suben al carro de la "adopción" cripto, quizás más por la moda, por el titular llamativo, que por una comprensión profunda de su utilidad real. Pero hay que detenerse a pensar: ¿esta adopción superficial va más allá de una puesta en escena? ¿Es un teatro que, más allá de su poder simbólico, representa un compromiso real con la tecnología subyacente?
La realidad es que Bitcoin y las criptomonedas son herramientas valiosas para ciertos propósitos, pero no son la respuesta universal. Son excelentes para transferencias de valor sin fronteras y resistentes a la censura, pero su volatilidad y complejidad actual las hacen menos prácticas para transacciones cotidianas como pagar impuestos.
Este afán por forzar la adopción en ámbitos donde quizás no encajan de forma natural revela una incomprensión fundamental. No se trata de meter una clavija cuadrada en un agujero redondo solo por la novedad. La verdadera adopción vendrá cuando se identifiquen casos de uso sólidos y prácticos, donde las criptomonedas ofrezcan ventajas claras y tangibles, y no simplemente una alternativa "moderna" pero ineficiente a los sistemas existentes. El caso de Colorado es un claro ejemplo de esto último.
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