Cualquiera se podría equivocar pensando que el espacio cripto es un mercado especulativo y nada más. No es el caso. De hecho, el elemento político se encuentra muy presente. Los jóvenes, en especial, se dejan seducir muy rápidamente con toda la ideología. Con frecuencia, hablan de la primera vez que escucharon de Bitcoin como una experiencia mística. ¿Por qué? Porque la narrativa Bitcoin presenta una visión del mundo. Nos muestra un problema, unos culpables y una solución. Esa claridad fortalece. Y he ahí el nacimiento del militante, una persona que no le tiembla el pulso para decirle idiota a un premio Nobel de economía en Twitter. Lo que tenemos, esencialmente, es un fenómeno posmoderno.
Todo comienza con una profunda desconfianza hacia las autoridades. Esa desconfianza nos dice que nada es lo que parece. O sea, todo es un engaño. Entonces, tenemos la división entre ellos y nosotros. Ellos son las personas con el poder: El Gobierno, las universidades, los economistas, los bancos, las grandes corporaciones, los medios, etc. Nosotros somos el pueblo oprimido. Las víctimas, los jóvenes, el ciudadano común, etc. Es una especie de explotación por ignorancia. ¿Cuál es la fuente de ese poder? El dinero. En primer lugar, el dinero es una tecnología. Más allá de eso, es un mecanismo de control social. Controla el dinero. Y lo controlas todo.
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Hablemos de la mitología. Todo comienza con San Satoshi Nakamoto, nuestro mesías que vino a salvar al mundo del colapso. ¿Cuál es el problema? El problema es la intervención estatal en la economía. Dos eventos funcionan como pecado original: El New Deal de Roosevelt (el keynesianismo) y el Nixon Shock (el abandono del patrón oro). ¿Suena familiar? Claro que sí. Se trata del mismo discurso ultraconservador de toda la vida. Es el viejo discurso libertario. Los escarabajos del oro llevan siglos hablando de lo mismo. Lo que tenemos en una copia y pega de narrativa. Pero cambiando la parte correspondiente al oro con un código criptográfico operando en una red descentralizada de computadoras: El famoso Bitcoin.
Ahora bien, los bitcoiners en general sufren de mala memoria. Escuchando y leyendo a la comunidad podemos caer en la impresión de que todo esto es sumamente nuevo. Al parecer, se trata de una solución no probada. Todo el asunto nace de la genialidad de Satoshi desde las cenizas de la crisis crediticia del 2008. El problema es el dinero fiat. Y la solución es una moneda dura. En este caso, Bitcoin por supuesto. De esta forma, separamos definitivamente el Estado de la economía y PAM. Tenemos una economía próspera y estable preservando las libertades individuales. Palabra más, palabras menos, la utopía libertaria.
El pequeño gran detalle es que este asunto no es nuevo. De hecho, es muy viejo. Y ha sido probado muchas veces. Por experiencia, sabemos que no funciona. Aquí, obviamente, no me estoy refiriendo a Bitcoin como activo. En lo personal, me encanta Bitcoin como activo de inversión. Aquí me estoy refiriendo específicamente a la reforma monetaria planteada por los libertarios. En otras palabras, la búsqueda de la deflación con un sistema de moneda dura. La moneda sube de valor. Los precios bajan. Las personas disminuyen el gasto y guardan su dinero. Lo que implica que los ingresos disminuyen debido a las pocas ventas. En consecuencia, aumenta el desempleo. ¡PAM! Tenemos una crisis. Sin una intervención estatal a tiempo, la crisis se prolonga causando tensiones sociales y políticas.
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Los conservadores no se comen ese cuento. Para ellos, en el pasado, la economía era mejor. En este sentido, son reaccionarios (vuelta al pasado). Según esta visión, las crisis por deflación son necesarias. Lo que llaman “el dolor temporal”. Una moneda dura estimula el ahorro. Y con el ahorro viene la inversión. El bajón de precios estimula el desarrollo tecnológico. Por ende, la producción, el empleo y el eventual crecimiento económico. Esta ética espartana se ajusta perfectamente al puritanismo de las protestas. La narrativa suena muy sensata en oposición. Pero es un verdadero desastre cuando la hemos implementado. Véase crisis del siglo XIX y véase la Gran Depresión.
Ahora, la idea de una moneda ciudadano/privada como una estrategia para separar al Estado de la economía. El patrón Bitcoin. Del mismo modo, los escobajos del oro quieren regresar al patrón oro. Pero para implementar efectivamente un patrón de moneda dura es necesario (irónicamente) el apoyo total del Estado. En otras palabras, la moneda debe tener el monopolio por decreto. De lo contrario, lo que en efecto se estaría creando sería un sistema de banca libre. Monedas privadas por doquier. Tendríamos miles de monedas en circulación al mismo tiempo creando caos gracias a la fragmentación. Debido a la falta de regulación y control, el fraude y la manipulación harían fiesta. Lo que, tarde o temprano, crearía un clima de profunda confusión y desconfianza. Repito: Tenemos referencias históricas. Véase sistemas de banca libre.
¿Acaso Bitcoin y las criptomonedas son malas ideas destinadas a fracasar? No. El eventual fracaso de la reforma libertaria no implica el fracaso de Bitcoin como activo especulativo de inversión. Las criptomonedas pueden operar perfectamente bajo el sistema que tenemos. El oro, por ejemplo, existe dentro del sistema actual como una mercancía. Ya no es moneda. Pero todavía es posible comprar oro como inversión. Desestimar la viabilidad del patrón Bitcoin no desestima a Bitcoin como activo.
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Este sistema de dinero fiat tolera la existencia de más de 9000 criptomonedas en existencia. Pero la economía mundial no toleraría el caos que representaría tener un patrón Bitcoin con más 9000 altcoins. Todo sin control estatal. Sería peor que el salvaje Oeste. El pasado no era mejor. El sistema actual no es perfecto. Pero las reformas no pueden ser la insensata repetición de los errores del pasado. He ahí el problema con la política. La gente se dogmatiza con ideas vencidas. El militante no escucha razones. El militante no cambia de ideas. Únicamente lucha contra los enemigos del pueblo y las “mentiras” de los medios. Caso cerrado. Aquí no podemos hacer más.
Criptomonedas: ¿Caos o revolución? Las dos cosas y ninguna. Eso es en teoría. Todo dependerá de la narrativa que adoptemos. Es un “caos” para un economista conservador que ve la proliferación de monedas privadas como un retorno al sistema del trueque paleolítico. Es una “revolución” para el libertario que promueve la implementación del patrón Bitcoin y glorifica la figura de Satoshi. No obstante, también podemos observar y describir. Aquí no hablo de dogmas, aspiraciones, debates académicos o luchas políticas. Hablo de las criptomonedas tal cual. Lo que tenemos es un mercado especulativo posmoderno. Inversores, especuladores, compra-venta, precios subiendo y bajando. Es Wall Street en esteroides. Pero con política, caos, revoluciones, engaños, estafas, peleas en twitter, oportunidades, y grandes promesas.