Elon Musk lleva tiempo pregonando el potencial de las interfaces cerebro-ordenador (BCI) para dar a los humanos la capacidad de controlar máquinas con la mente. Pero la comunicación es una calle de doble sentido. ¿Qué ocurre cuando los ordenadores dejan de recibir órdenes y empiezan a enviarlas? 

Un grupo de investigadores chinos acaba de desarrollar una interfaz de máquina que les permite manipular lo que un sujeto puede o no ver. El objetivo del estudio era investigar intervenciones para personas con pérdida parcial o total de visión.

Para probar su hipótesis, los investigadores realizaron experimentos con gatos sedados y midieron su actividad cerebral mientras experimentaban formas específicas de estimulación externa.

Según el artículo de investigación del equipo

«Esta demostración apoya la posibilidad de que la estimulación focal aplicada externamente pueda acceder a circuitos funcionales conocidos por subyacer a la percepción visual normal».

Prótesis visuales

Básicamente, los investigadores demostraron que es técnicamente posible que un sistema conectado a una interfaz cerebro-ordenador active los mismos «circuitos» de nuestros ojos y cerebros que se activan cuando vemos algo.

Aunque esta investigación se centró específicamente en los gatos, otras anteriores habían demostrado que técnicas similares eran capaces de producir imágenes vagas de números y otras imágenes sencillas en la mente de seres humanos sin vista.

El equipo chino introdujo varias técnicas novedosas en su artículo. Quizá la más importante sea la capacidad de interactuar con el córtex visual en el «nivel columnar».

Esto podría dar lugar a prótesis que permitan a las BCI eliminar, insertar o modificar información visual, incluso en algunas personas completamente ciegas.

¿Qué podría salir mal?

Las BCI suelen tener funciones tanto de «lectura» como de «escritura». Si imaginamos el cerebro y el sistema nervioso como un ordenador, y la BCI como un dispositivo de red destinado a conectarlo a otro ordenador, entonces ambos ordenadores podrían tener técnicamente los mismos privilegios administrativos.

Esto significa que, como ha demostrado Neuralink de Elon Musk, un ser humano con una BCI puede controlar las funciones de un ordenador con sus pensamientos. También significa que, en teoría, un ordenador puede devolver órdenes.

El equipo de investigación chino analiza varias situaciones teóricas en las que una BCI capaz de interactuar con el bucle ojo-cerebro podría tener un gran impacto. Aunque el estudio se centra exclusivamente en los casos de uso positivo, no es difícil extrapolar el potencial de daño a partir de las afirmaciones del equipo.

En primer lugar, un dispositivo de este tipo podría utilizarse para influir en el comportamiento de una persona. Aunque esto podría ser muy beneficioso para personas con enfermedades como el nistagmo -una afección que provoca movimientos oculares incontrolables-, también existe la posibilidad de un uso nefasto.

Una visión distópica implicaría un mecanismo que nos obligara a prestar atención al contenido. En este caso, los anuncios no sólo ocuparían espacio en la pantalla, sino que el usuario se vería literalmente obligado a centrar su percepción visual en el anuncio.

En otro escenario más oscuro, un malhechor con acceso suficiente (ya sea humano o IA) podría enviar una señal a la BCI de una víctima provocándole vértigo, pérdida de equilibrio o patrones visuales que le indujeran náuseas.

El dispositivo también podría utilizarse para alterar la información en tiempo real, lo que podría difuminar rostros o hacer que los números de una transacción parecieran diferentes. Y, aunque también podría utilizarse para restaurar la visión en una persona ciega, también podría emplearse para obligar a alguien a alucinar imágenes completamente falsas.

Aunque está claro que los científicos chinos y de otros laboratorios que trabajan en BCI, como Neuralink de Musk, están desarrollando tecnología para ayudar a las personas, la idea de introducir estos dispositivos al público en general como «mejora» está, potencialmente, plagada de riesgos.

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