El Salvador se ha convertido en el centro de atención de promotores y detractores de Bitcoin en todo el mundo por colocar a la criptomoneda como moneda de curso legal. El pequeño país centroamericano ya tiene al dólar estadounidense como su principal moneda. Pero ahora, después de una aprobación relámpago, el dólar y Bitcoin tendrán que convivir. Uno podría asumir que una decisión de semejante importancia tendría que haber sido sometida a un largo y detallado debate que abarcara todos los frentes. Sin embargo, Nayib Bukele, el controvertido presidente populista de El Salvador, anunció el plan un día. Y, tres días después, el plan fue aprobado en el Congreso. ¿Qué podríamos esperar de este experimento? 

Más allá de ser una noticia curiosa, aún están por verse las implicaciones de todo esto. El Salvador es un país pobre y pequeño, presidido por un presidente que todavía tiene que demostrar que no es un populista más. Pese a disfrutar con el apoyo de la población salvadoreña, a nivel internacional, su estilo se parece demasiado al típico autoritario latinoamericano. Los capitales internacionales no van a comenzar a invertir en un país gobernado por un loco. ¿Es Bukele un loco? Bueno, yace la duda. Habla muy bonito en sus discursos, pero ya sabemos cómo terminan esos hombres fuertes que hablan bonito. En otras palabras, Bukele está en periodo de prueba. Aún tiene que demostrar que es confiable. 

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No hay que ser un genio para saber que más de un comerciante salvadoreño se encuentra con las manos en la cabeza en estos momentos. ¿Conversó Bukele con las asociaciones de comerciantes de su país respecto a Bitcoin? ¿Cuáles serán las primeras criptoempresas en mudarse a El Salvador? Es casi imposible saber todos los detalles de la movida, porque todo se ha dado muy rápido. Es decir, todo ha sucedido de la noche a la mañana. En un primer plano, el plan parece una receta para el desastre. Todo parece indicar que los salvadoreños todavía se encuentran en su fase de enamoramiento con su líder carismático. Sin embargo, la economía requiere de mucha mano zurda. ¿Será esto bueno para El Salvador? 

Bukele es adicto a la publicidad. Ciertamente, es famoso por gobernar el país con su teléfono. Al estilo millennial. En una primera impresión, uno podría pensar que la adaptación de Bitcoin es un simple movimiento publicitario por parte de Bukele. La intención es parecer “cool” y tecnológico. Si analizamos su plan meramente como un acto económico, nos encontraremos con muchos vacíos. Sin embargo, si lo vemos como el acto publicitario de un populista, todo se vuelve más claro. 

La noticia es positiva para Bitcoin, porque incrementa su relevancia a nivel mundial. Se marca un precedente. Después de todo, un país está colocando a Bitcoin como moneda de curso legal. Por otro lado, el experimento como tal es interesante. Si resulta todo un fracaso, será interesante. Si resulta todo un éxito, será igualmente interesante. Ahora bien, lo más seguro es que tengamos resultados mixtos. Para bien o para mal, tendremos datos para la especulación. 

Será curioso ver el comportamiento de Bitcoin en el comercio. ¿Cómo se comportará con respecto al dólar? ¿Cuál será la moneda preferida de los consumidores y los comerciantes? Ahora, con el apoyo del Gobierno, bitcoin como forma de pago puede demostrar su utilidad. ¿Qué ocurrirá si el dólar sigue siendo la moneda preferida del comercio? 

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Ahora hablemos de las remesas. Las remesas son cruciales para la economía salvadoreña. Y las compañías de envío de remesas hacen millones de dólares al año en comisiones con El Salvador. El apoyo del Gobierno podría facilitar las cosas entre las carteras Bitcoin y el sistema bancario nacional. Lo que estaría ayudando a muchas familias. 

En lo que respecta a la inversión extranjera en El Salvador, es decir, a los bitcoiners invirtiendo en El Salvador, la cosa se torna menos clara. ¿Cómo estamos en materia de seguridad jurídica? ¿Qué garantías tienen los empresarios en El Salvador? ¿Es Bukele confiable? Bukele se ha encargado de pelear con medio mundo. El fenómeno Bukele es grande dentro del país, pero preocupante afuera. En otras palabras, El Salvador no es un centro financiero de talla mundial. Y sus amigos son cada vez menos.  ¿Es El Salvador una buena plaza para establecer una operación internacional? ¿Acaso es Panamá, Singapur, Dubái o Malta?

El Salvador no cuenta con grandes capitales ni un mercado financiero consolidado. Sus reservas internacionales no son particularmente cuantiosas. Lo que implica que esta medida no significa mucho para el precio de Bitcoin, más allá de su efecto mediático. Me refiero a compras directas. Palabras más, palabras menos, no es lo que El Salvador puede hacer Bitcoin. Es lo que Bitcoin puede hacer por El Salvador. 

En términos generales, yo diría que la idea no es mala per se. Mis dudas yacen en la ejecución de la idea. El Salvador no es el primer país en pensar que Bitcoin puede atraer inversiones. Sin embargo, la implementación es importante. Los populistas suelen ser demasiado torpes en sus relaciones con inversores. Por ejemplo. Este plan en Suiza habrá sido un home run. Bueno, sin ir muy lejos, en Panamá. Ahí las cosas sí se ponen interesantes. En El Salvador de Bukele no tanto. Su mano dura puede ser demasiado dura para los inversores. 

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Tan solo con escuchar un par de discursos de Bukele a uno se le quitan las ganas de invertir en el país. Los incentivos pueden ser muchos, pero si el país en general no inspira confianza, no vale la pena. Otros países ofrecen mejores condiciones. Estabilidad política, por ejemplo. Bukele es popular hoy, pero ya todos conocemos el libreto. Es una historia muy conocida en Latinoamérica. Estos mesías ganan elecciones. Pero, ¿y la pobreza? ¿La corrupción? ¿La violencia? ¿La democracia? 

¿Y el debate? Eso de Bitcoin como moneda de curso legal en El Salvador ¿Es la medida arbitraria de un populista? ¿O una estrategia nacional bien concebida? Con “nacional”, me refiero a todos los sectores del país. En particular, los sectores económicos. ¿Los comerciantes pidieron al plan? ¿O todo vino de arriba? Las reformas por decreto no siempre funcionan. En el caso de El Salvador, me declaro escéptico. Primero debo ver cómo evolucionan las cosas. Si nos guiamos por los debates en el Congreso o las asambleas con el empresariado, todo parece ser el plan de un hombre. Por ahí empezamos mal.