La demografía es la ciencia que estudia las características y las dinámicas de las poblaciones humanas. Esta disciplina nos permite entender mejor los fenómenos económicos y financieros que ocurren en el mundo, ya que las generaciones de personas no solo se diferencian en el número de individuos que las componen, sino también en los gustos y la capacidad económica que tienen.

Por ejemplo, una generación que nace y se desarrolla en una época de abundancia y crecimiento económico tendrá más facilidades para acceder a la educación, al mercado laboral y al consumo de bienes y servicios que una generación que nace y se desarrolla en una época de escasez y recesión económica. Esto influirá en las preferencias, los hábitos y las demandas que estas generaciones tendrán a lo largo de su vida, tanto a nivel individual como colectivo.

Así, al examinar la evolución demográfica de un país o región, podemos estimar el impacto que tendrá una determinada generación en la sociedad toda. Porque las viejas generaciones van muriendo y dejando su legado, y las nuevas generaciones van naciendo y creando su propio espacio. Las viejas se llevan sus costumbres y sus valores, y los nuevos establecen las suyas propias.

De esta manera, la demografía nos ayuda a anticipar los cambios y desafíos que nos depara el futuro, tanto a nivel económico como social, cultural y político. La demografía nos muestra cómo las poblaciones humanas se transforman con el tiempo y cómo estas transformaciones afectan a todos los aspectos de la vida.

Los comportamientos financieros varían según la edad y las experiencias de cada grupo. Por ejemplo, los baby boomers (nacidos entre 1946 y 1964) son ahorradores y prudentes, pero también gastan en viajes y ocio. Los millennials (nacidos entre 1981 y 1996) son más impulsivos y digitales, pero también preocupados por el medio ambiente y la responsabilidad social. Y los centennials (nacidos después de 1997) son más emprendedores y creativos, pero también más inseguros y dependientes. 

¿Qué generación eres tú? ¿Cómo manejas tu dinero? ¿Te identificas con alguno de estos perfiles? ¿Cómo influye tu edad en tus decisiones financieras y cómo puedes mejorar tu bienestar económico?

Los millennials y la generación Z (los centennials) comparten la fama de ser generaciones endeudadas y frustradas. Los millennials son los pobres, pero los de la generación Z son los pobrísimos. Según algunos estudios, la gran mayoría de ellos cree que la situación económica les impide ahorrar y casi todos buscan formas de ganar más dinero. ¿La razón? La misma que antes: la crisis de 2008, la inflación, el alquiler y la vida cara. ¿La solución? Cambiar de trabajo, vender manualidades o aceptar cualquier cosa que les pague. ¿La esperanza? Ninguna, salvo que sus padres, los baby boomers, les dejen una herencia millonaria. Pero eso solo le pasará a muy pocos de ellos. El resto tendrá que seguir apretándose el cinturón y rezando por un milagro.

Las preferencias y hábitos de trabajo de la generación Z, los jóvenes nacidos después de 1997, influyen en el desarrollo del mercado laboral futuro porque determinan las demandas y expectativas de estos profesionales. Los centennials no quieren trabajar en las grandes empresas tecnológicas como Google o Facebook, que fueron el sueño de muchos millennials. Según una encuesta de Handshake, una plataforma de carreras profesionales, los estudiantes que se graduarán en 2023 prefieren buscar empleo en sectores más estables y mejor pagados, como el comercio minorista, las finanzas o la industria. ¿Qué ha pasado con el sueño de innovar y cambiar el mundo desde Silicon Valley?

Algunas de las características que definen a la generación Z son su flexibilidad laboral, su compañerismo, su preparación para el cambio y su curiosidad por el desarrollo tecnológico. Estos jóvenes prefieren trabajar desde casa, por objetivos, y asociarse con otros profesionales para desarrollar proyectos en equipo. También están acostumbrados a las nuevas tecnologías y a la formación continua, lo que les hace más adaptables y competitivos. La generación Z busca un equilibrio entre su vida personal y laboral, y valora el impacto social y ambiental de su trabajo. Lo que quieren es café con galletas.

Parece que la generación Z tiene otras prioridades: la seguridad económica, la calidad de vida y el equilibrio entre el trabajo y el ocio. Además, los escándalos de las ‘big tech’, los despidos masivos, la competencia de la inteligencia artificial y la incertidumbre sobre el futuro del teletrabajo les han quitado las ganas de entrar en ese mundo tan exigente y competitivo. Quizás la generación Z sea más realista y pragmática que sus predecesoras. Quizás solo esté esperando a crear sus propias empresas tecnológicas. O tal vez sean menos propensos a los sacrificios que sus padres.

Los jóvenes actuales quieren tenerlo todo: estabilidad económica y personal, bienestar físico y mental, armonía en el ámbito laboral y familiar, dinero suficiente para cubrir sus necesidades y caprichos, ocio variado y divertido, salud óptima y longevidad garantizada. Se quejan constantemente de ser más pobres que sus padres, pero no están dispuestos a trabajar tanto como ellos lo hicieron en su momento. En definitiva, quieren vivir más años y mejor, trabajando menos horas y con menos esfuerzo, como los hippies o vagos ¿No es esto una contradicción evidente e insostenible?

Como todos, quiero lo mejor. Pero sé que no se puede tener todo sin esfuerzo. Con el tiempo he aprendido que la vida es un trueque: lo que ganas, por un lado, lo pierdes por el otro. El éxito no es gratis. El éxito tiene un precio. Si quieres más dinero, tendrás que trabajar más. Si quieres más tiempo, tendrás que renunciar a cosas. No existe la perfección. Siempre habrá algún problema. Siempre habrá una gotera en algún lado. No se puede ser Michael Jordan sin ir a las prácticas. Todo requiere un sacrificio. 

No es que tu edad determine cómo te comportas, porque eres libre de pensar por ti mismo y no seguir a la masa. Pero cada generación tiene sus propios valores. Y a veces esos valores son contradictorios. Por eso, no está de más reflexionar sobre esa actitud de niño consentido que cree que la vida es como un parque de atracciones. Donde todo te lo mereces y nada te lo ganas. Donde exiges derechos y rehúyes deberes. Esa ecuación no funciona. La vida es más compleja y desafiante. Peter Pan tiene que crecer algún día.

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