Los teóricos de la conspiración siempre han mencionado a la siniestra figura del banquero internacional judío que opera en las sombras intentando controlar al mundo. Estos seres malvados son los protagonistas de un monto de historias y se han ganado, con mérito o no, el odio de los extremistas tanto de izquierda como de derecha. En estos círculos, el cuento es sencillo. George Soros es uno de estos villanos. “El hombre que quebró el Banco de Inglaterra” es un personaje sumamente interesante y polémico. Sus fondos de cobertura tienen un récord legendario y no es casualidad que ocupa un puesto privilegiado entre las personas más ricas del planeta. Y su fundación es una de las más grandes. Pero el magnate no solo es un gran inversionista y filántropo. También es un filósofo con mucho que contar. Criticó a Bitcoin por un tiempo, pero luego se descubrió que es un comprador. ¿Quién es George Soros? ¿Qué podemos aprender de él?
Soros, de padres judíos, nació en Hungría en 1930. Tenía 13 años cuando los nazis tomaron Hungría, pero afortunadamente logró sobrevivir al Holocausto. En 1947, después del fin de la guerra, con tan solo 17 años de edad, emigró a Inglaterra y ahí estudió filosofía con Karl Popper en la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres. Tras graduarse, Soros empezó a trabajar en finanzas en Londres. En 1956, emigró a los Estados Unidos y obtuvo la nacionalidad estadounidense. Es el presidente del Soros Fund Management y fundador de Quantum Fund. También es el presidente de la Open Society Foundations. En el mundo de las finanzas, Soros es conocido por realizar operaciones arriesgados y rápidas sobre todo en el campo de las divisas. Su participación en el miércoles negro de 1992 es particularmente conocida. En ese momento, se ganó el apodo de “El hombre que quebró el Banco de Inglaterra”. Eso y su apoyo a causas políticas le han dado la imagen de villano de James Bond.
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¿Qué pasó en Inglaterra durante el miércoles negro del 1992? En aquel entonces, en Alemania, debido a los esfuerzos de reunificación, el marco alemán perdió su estabilidad y eso causó muchas distorsiones en Europa. La relación entre las demás monedas con el marco era muy importante, sobre todo, para la libra esterlina. Se creía a principios del 1992 que el tipo de cambio de la libra, en particular, era muy alto, y la devaluación era inminente debido a la delicada situación interna del país y a la del continente. Todos estaban devaluando sus monedas para equilibrar los desequilibrios que Alemania había ocasionado. Sin embargo, Inglaterra tenía problemas de desempleo y, tarde o temprano, debía estimular su economía con políticas monetarias. Desde la primavera de 1992, Soros pudo ver esto y comenzó obtener préstamos en libras para acumular marcos alemanes. Luego el miércoles 16 de septiembre el Gobierno británico se vio obligado a retirar a la libra esterlina del Mecanismo Europeo de Cambio (ERM) debido a la presión. Ese día, la libra perdió más de 15% de su valor en relación al marco y 25% en relación al dólar. Soros ahora podía devolver todo el dinero prestado con un gran descuento. Se calcula que con esa movida George Soros obtuve una ganancia cercana a los mil millones de dólares. El Banco de Inglaterra no tuvo otra opción que comprar su divida por montones para evitar un desangre total y parar el pánico. Se estima que el banco perdió aproximadamente 3 mil millones de dólares con esto.
Muchos culpan a Soros de promover el pánico y ser el principal responsable de la crisis. Pero esto en realidad no ha sido comprobado. Es más, es sumamente improbable. Tal vez, ha podido manipular un poco el mercado ese día vendiendo muchas libras, pero culparlo por toda la crisis es simplemente una gran exageración. Sin embargo, la prensa y los políticos encontraron en Soros a un chivo expiatorio ideal. Encontraron al financista judío George Soros actuando tras bastidores para crear el caos en beneficio propio, el villano que quebró el Banco de Inglaterra. ¿Qué podemos aprender nosotros de él?
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Invertir bien es muy aburrido
Uno podría pensar que la vida de un inversor es terriblemente emocionante. Después de todo, estamos hablando de hacer dinero. Los activos suben y bajan. Millones se ganan y se pierden todos días. Entonces, se podría asumir que la actividad de invertir es una montaña rusa de adrenalina. Es más, muchos piensan que es uno de los negocios más entretenidos del mundo. Los novatos se dejan seducir por las películas y creen que vivirán una vida como la de Gordon Gekko o Jordan Belfort, el lobo de Wall Street. Bueno, esa imagen no es del todo falsa. Invertir en cripto o en la bolsa de valores podría ser muy entretenido, pero el entretenimiento no es la meta final.
Lo importante aquí es invertir bien y por lo general invertir bien significa ser metódico. Contar con una buena estrategia es parte del éxito. Y esto convierte a nuestros días en una eterna rutina. Más que cerebro y corazón, lo fundamental es tener carácter. En otras palabras, el negocio de las inversiones es un negocio de mucha paciencia y disciplina. De hecho, si se hace bien, podría ser sumamente aburrido. Mientras más aburrido, mejor.
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El precio siempre miente
George Soros tiene alma de filósofo. Y como todo filósofo construye sus ideas usando como punto de partida la duda. Según él, el mercado se equivoca todo el tiempo y el precio siempre está mal. Eso es porque la información que manejamos es parcial y sesgada. Entonces, nuestras conclusiones son un gran error. Si alguien se equivoca con frecuencia, es el consenso. Por lo general, nuestras ideas no corresponden con la realidad. Entonces, debemos ser extremadamente escépticos. Siempre hay que estar preparados para varios escenarios y tener más de un plan. Apostar por lo probable e improbable.
Percepción se convierte en realidad
Soros desarrolló la teoría de la reflexividad. Esta consiste en que el ser humano toma decisiones basándose en interpretaciones erróneas de la realidad. Sin embargo, nuestras acciones influyen en la realidad formando una relación circular. Por ejemplo, digamos que los inversionistas están sobrevalorando un activo. Supongamos que el activo en realidad vale mucho menos de lo que se piensa. Sin embargo, basándose en una valoración falsa los inversionistas siguen comprando y el precio de mercado del activo sube debido a la demanda. En la mente de los inversionistas, esta alza confirma que estaban en lo correcto en su valoración inicial y siguen comprando. El precio sigue subiendo y el error crece hasta niveles verdaderamente absurdos. Los inversionistas eventualmente reconocen su error y el precio colapsa. La teoría de la reflexividad de Soros explica muy bien el funcionamiento de una burbuja financiera. Además, nos destaca la importancia, para bien o para mal, de la subjetividad en todas nuestras decisiones.
El asunto es que las ideas de Soros no son recetas claras que uno puede usar a la hora de invertir. Son más una actitud general. Nos propone ser escépticos. Siempre debemos asumir que el mercado se equivoca y construir planes para todos los escenarios. Soros, tal vez un santo, tal vez un demonio, pero como inversionista su record habla por él.