Este artículo es una respuesta a una duda ajena, pero que también resuena en mi pensamiento. ¿Cuáles son las propuestas y caminos que ofrece Bitcoin a momentos de colapso? ¿Qué puede decir el dinero duro (sound money) frente a la crisis de nuestro sistema Fiat? ¿Es posible hacerse estas preguntas?

La pregunta la planteó el director de Econométrica, Henkel García: “Pregunta sería para los seguidores del bitcoin. Imaginen que, en un universo paralelo, BTC logró convertirse en la única moneda del planeta y que uds. son hacedores de política económica. ¿Cómo hubiesen enfrentado una crisis como la actual?”.

Al ser Twitter una de las plazas públicas de los bitcoiners, las respuestas no se hicieron esperar. Yo mismo empecé a crear un hilo, pero mejor este texto.

Primero revisaré la pregunta de García, pues considero que tiene algunos elementos que vale la pena aclarar; luego pasaré a responder ese escenario utópico para finalizar con la pregunta opuesta, esa que cuestiona por el qué y cómo de los “seguidores” de los Bancos Centrales.

Un extraño “universo paralelo”

La pregunta parece clara: ¿cómo enfrentaríamos una crisis como esta? O ¿Qué ofrece Bitcoin en momentos de crisis como este? Para mí, tiene truco. Aquí falta información y aclarar algunas cosas.

En este universo paralelo, Bitcoin se convierte en algo que, en realidad, no ha sido nunca una de sus metas: la idea no es ser la “moneda única” para “hacer política económica”. El objetivo es dejar explícita la política monetaria y ofrecer un sistema completamente funcional para el intercambio de valor P2P, “dos partes interesadas en realizar transacciones directamente sin la necesidad de un tercero confiable”, como se lee en el Libro Blanco de Bitcoin, firmado por Satoshi Nakamoto.

En todo caso, este sistema ofrece un bien radicalmente escaso sobre el que la política económica pueda edificarse y no al revés. Además, esta opción hace especial énfasis en la libertad financiera personal y el libre mercado y no en la deuda y la emisión.

Des-intermediar la riqueza del ciudadano y darle libre albedrío para su gestión es una idea totalmente contraria a “hacer política económica” que supone una entidad, autoridad, en una palabra, un tercero de confianza, que decide por cada uno. Esta observación es importante porque la pregunta pareciera sugerir que la planeación centralizada de la economía es una condición sine qua non para su funcionamiento, y Bitcoin tiene 11 años probando lo falaz del paradigma.

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En ese mismo escenario, en el universo ideal de Bitcoin, una “crisis como la actual” no hubiese sido posible. No nos enfoquemos específicamente en el coronavirus, pues el virus no es precisamente la razón de la crisis, podríamos llamarlo su catalizador.

Cualquier otro cisne negro o evento negativo de magnitud hubiese tenido el mismo final, pues aunque teóricamente pareciera que las medidas económicas a nivel global han sido correctas para incentivar el crecimiento económico y hacer más y mejor el comercio internacional, han ido generando una serie de desniveles que, todos juntos, podrían convertirse en un cataclismo sin precedentes. Las tensiones en el escenario geopolítico, la guerra comercial China-Estados Unidos, los conflictos asociados al petróleo, sumado a los conflictos locales y la resolución de la política interna se habían convertido en una bomba de tiempo.

Tras estas aclaraciones, conviene entonces responder, no sin antes decir que la pregunta también pareciera sugerir que la única respuesta a la crisis actual es la emisión, añadir más liquidez, algo completamente antagónico con la radical escasez de Bitcoin y su límite de 21 millones de BTC.

Así lo hace Bitcoin

El Patrón Bitcoin es una de las obras más importantes de la economía de Bitcoin. Escrito por el economista libanés Saifedean Ammous, el texto recorre la historia del dinero a través de un análisis crítico, en el que reconoce que Bitcoin ofrece una posibilidad tan poderosa como el oro, como piedra fundacional de la economía.

Sin embargo, ni siquiera este optimista análisis de las posibilidades de Bitcoin ve como posible el universo paralelo planteado por García. Al referirse a Bitcoin como unidad de cuenta global, Ammous es tajante “no es probable que se materialice en un futuro próximo” y suponiendo que así ocurriera, “tendría que ser adoptado por un número elevadísimo de personas en todo el mundo”, especialmente como resguardo de valor. Actualmente Bitcoin alcanza apenas el 1% de la economía global.

Como vemos, responder una pregunta como esta no tiene un sentido práctico inmediato, es mera especulación, pero vale la pena como ejercicio, de manera que me tomaré algunas licencias.

La pregunta tiene truco porque busca respuesta a una crisis paradigmática en un paradigma completamente diferente. En el escenario de que la base monetaria del mundo fuera Bitcoin, los conflictos dependerían enteramente de la acción humana y no de la voluntad de terceros, de manera que no habría una forma exacta de hacer “política económica”. Contestar resultaría en escenarios que parecen utópicos, o que son diametralmente opuestos a las “respuestas” que da la economía más tradicional.

Pero vamos:

Bitcoin, tendría que cumplir las siguientes condiciones: tener un precio sumamente elevado (digamos $100.000.000 por BTC, eliminando, si es posible, la usabilidad de la relación BTC/fiat) para que la volatilidad no influya de manera significativa en el descubrimiento de precios, y una masa de usuarios numerosa (todo el mundo, si este “universo paralelo” así nos lo permite).

Así, sencillamente, si Bitcoin fuese la moneda única del comercio y la economía global no habría una crisis como esta. No habría espacio para la corrupción ni para el estímulo artificial de la actividad económica. Permítame llamar este escenario la dictadura de la eficiencia de los recursos, cuya piedra angular sería un bien escaso, verificable, incensurable y descentralizado.

Al no haber un ente central que pueda controlar la oferta monetaria de Bitcoin, es el mercado el que podrá “decidir” los precios de los bienes y servicios. El libre descubrimiento de precios iría reduciendo la volatilidad de esos bienes y servicios, empujado tanto por la pública predictibilidad de la oferta monetaria (21 millones de bitcoins, ya a un precio standard que no requiere conocer su relación con monedas fiats) como por la acción de los agentes del mercado.

Todo el comercio (a escala local y global) se regiría por el mismo principio, enforzado por las reglas de Bitcoin y su papel como dinero entre las operaciones. Un sistema como este potenciaría a su máxima expresión la eficiencia económica y financiera de los mercados, condicionando la acción humana que los “regula”.

Cabe decir que en este escenario se eliminaría completamente el enorme privilegio que supone para un estado-nación ser el emisor de la divisa global (en la actualidad Estados Unidos, la Reserva Federal y el dólar), de manera que las políticas de estimulo, no solo serían imposibles en el caso de una “moneda única”, sino que conllevarían daños brutales a la economía interna. Sería imposible para un país diluir la inflación propia exportando su divisa a los mercados. Además, eliminaría el control político de los Estados sobre los ciudadanos vía sistema monetario, impuestos e inflación.

¿Y el coronavirus? Dado que la economía no se basaría en la deuda y la emisión, resulta difícil considerar que detener la economía sería posible. El mercado siempre conseguiría nuevas formas de hacer posible el intercambio de valor. ¿Y el individuo? Ateniéndose a la radical escasez de BTC, suponemos (todo esto es una especulación a partir de una pregunta con truco) elegiría consumir solo los bienes y servicios más necesarios, reduciendo su preferencia temporal, algo que resulta inaudito en la economía actual que incentiva el gasto (y lo llama “estímulo”).

En este punto entraríamos en una discusión sobre teoría política que no atañe al artículo (sobre cómo debe atenderse una crisis y cuáles son las políticas acertadas en el plano social), pero si nos atenemos estrictamente a lo planteado hasta aquí (imposible emitir nuevo dinero, la economía global y nacional dependen del mercado, cuyos precios se regulan por los agentes y la oferta pública y predecible del dinero con el que se transa), cualquier conflicto derivado de un cisne negro o un shock a la economía se resolvería en el mercado.

Obviamente las industrias forzadas a detenerse estarían igualmente afectadas, pero no habría posibilidad de “rescates”, lo que quiere decir que, a la larga, las consecuencias a atender serían menos severas y desconocidas.

Un comentario final a esta respuesta es sobre el propio límite de BTC. La pregunta de García parece sugerir que solo añadir liquidez resolvería una crisis como la actual, contraponiendo el límite de emisión de Bitcoin a la elasticidad en la oferta que ofrece el dinero fiat. Como si incentivar el crecimiento artificialmente o inundar de liquidez el mercado no tuviese ninguna consecuencia.

Bitcoin es realmente escaso. El máximo conocido es de 21 millones, aunque la cifra real es un poco inferior. Si a eso le añadimos los más de 4 millones de bitcoins perdidos y los bitcoins asociados a Satoshi Nakamoto, la oferta es aún más escasa, por debajo de los 16 millones de BTC.

Sin embargo, cada bitcoin es divisible en 100.000.000 millones de satoshis, y sería posible utilizar unidades aún más bajas (sub-satoshis) bien en la cadena principal o bien en alguna solución independiente (sidechains, redes de canales de pago). No es necesario emitir más bitcoins, la oferta es lo suficientemente amplia si tenemos esto en consideración.

Al otro lado del espejo

Ahora, tras haber respondido, tengo una pregunta seria para los seguidores de la economía tradicional, concretamente, para quienes defienden el sistema tal y como funciona hoy. ¿Cómo se siente ver el sistema caerse a pedazos sin que las respuestas de siempre resuelvan el fenómeno?

El dólar es lo más parecido que tenemos a una moneda única en el mundo actual. El comercio nacional e internacional, los acuerdos geopolíticos, los conflictos, todo se mide en dólares estadounidenses. No hace falta imaginar universo paralelo alguno. Ahora bien, bancos y gobiernos (especialmente la Reserva Federal y la administración de Trump) son los hacedores de la política económica que regula esa moneda y se favorecen de este privilegio.

Y, ¿cómo enfrenta una crisis como la actual? La respuesta ha sido clara y pública: rescates, dinero helicóptero, emisión. A esto se le llama “capacidad de dar estímulo monetario y fiscal” que, a mí parecer, solo es un bonito nombre para la deuda.

¿Incentivar artificialmente el comportamiento positivo de los mercados es una medida de política económica sostenible en el tiempo? ¿Quién paga la emisión de nuevo dinero?

A la “expansión cuantitativa” tampoco se le ha dado su nombre preciso: emisión de oferta monetaria que no necesariamente atenderá la demanda de dinero sino para mantener el sistema funcionando. Actualmente la economía demuestra que es un gran juego de domino en equilibrio, pero que la mínima turbulencia puede acabar poco a poco con lo que está en pie, mientras los gobiernos muestran su faz más autoritaria de cara a las libertades civiles y a sus ciudadanos.

Finalmente, resulta cuando menos curioso que un analista de la economía, al frente de un importante equipo de investigación económica y con una reputación de cara a su audiencia busque interactuar con un grupo con el que tiene pocas o ninguna idea en común.

¿Es esta una prueba más de lo desconocido de este nuevo territorio? Si Bitcoin no tiene nada que decir en la economía global ¿qué importa la opinión de quienes se enfocan en su tecnología y sus potencialidades? ¿Acaso no son suficientes las respuestas que dan hoy los hacedores de política económica?

Lo particular de esta crisis es que es territorio tan desconocido que, ni siquiera los seguidores de los bancos centrales y los gobiernos del mundo saben qué viene.

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Lo mejor de todo es que a Bitcoin no le importa. Cada más o menos 10 minutos se añade un nuevo bloque a la cadena de bloques, recompensando a un minero con 12.5 BTC por el trabajo que supone esta adición. El protocolo es independiente de la crisis, de cómo lo interpretamos y de sí queremos tomarlo como base para nuestra política económica.

De hecho, mientras la respuesta del sistema fiat es crear más dinero, Bitcoin atravesará en menos de 30 días su tercer halving, lo que reducirá la oferta monetaria, llevando la emisión de nuevos BTC de 12.5 a 6.25, algo diametralmente opuesto y que evidentemente ofrece otra forma de hacer las cosas.